domingo, 30 de agosto de 2009

Protestar puede costar la libertad en Venezuela

LIMA | CARACAS. Ahora salir a protestar en las calles de Venezuela puede costar la libertad si es que para la justicia esto busca desestabilizar al gobierno, lo cual es tipificado como un delito de rebelión civil. Aunque estas líneas parezcan insólitas son una realidad, y ha sido anunciada ayer por la Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega, quien hace unos días buscó -en vano- que la Asamblea Nacional (Congreso) debata una polémica ley que pretendía amordazar a los medios de comunicación contrarios al régimen del presidente Hugo Chávez.


"A quienes alteren la tranquilidad y la paz pública para producir inestabilidad de las instituciones, desestabilizar el gobierno o atenten contra el sistema democrático, vamos a solicitarle su enjuiciamiento", dijo Ortega a través de un comunicado oficial, el cual aparece tras una semana de manifestaciones opositoras que fueron repelidas de manera violenta.

Para Ortega, algunas personas buscan "cualquier motivo para marchar, para crear caos, lo que sea, lo que quieren es desestabilizar (...) incitando incluso a la desobediencia de las leyes". Estas conductas "encajan perfectamente en el delito de rebelión civil", el cual establece penas de prisión de 12 a 24 años, rezaba el comunicado.

Criminalizan un derecho. La oposición ha puesto el grito en el cielo tras este anuncio, pues asegura que sólo pretende "criminalizar la protesta social".

El secretario general del tradicional partido socialdemócrata Acción Democrática (AD), Henry Ramos, calificó de "abominable" e "insólita" la postura de Ortega, a quien acusó de tenerlo todo coordinado con Chávez. Y el dirigente William Ojeda, del partido opositor Un Nuevo Tiempo, dijo que esto "criminaliza el ejercicio de un derecho como lo es el protestar" y denunció que la fiscal utiliza "el sistema de justicia como un instrumento de persecución política e ideológica".

FUENTE:

http://www.correoperu.com.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=0&txtSecci_id=81&txtNota_id=124401

“Sin tradición radical es difícil entender a la izquierda’


Docente e investigador en la Universidad de Nueva York, el historiador José Luis Rénique no solo sigue con atención el acontecer nacional sino que es uno de los más productivos y lúcidos buceadores de nuestro pasado. Esta entrevista toca temas de un libro próximo a editarse.


Por Federico de Cárdenas

Fotos Milko Torres


¿Cómo surge la tradición radical en el Perú?


–Surge como producto de una serie de factores. Uno es la derrota de la Guerra del Pacífico que revela las enormes fracturas de la nación, otro es el fracaso del liberalismo para lograr un pueblo y un Estado integrados; tercero, el sentido de la reconstrucción luego de la guerra, básicamente costeño y dependiente del exterior; finalmente, el ascenso de la oligarquía con la revolución de 1895. Estos factores llevan a que los sectores medios emergentes, nutridos por el proceso de reconstrucción, se planteen la necesidad de crear y dirigir un liderazgo propio para crear la nación moderna. Estos sectores tenían bases económicas muy precarias y venían de las letras y es de ellas que recaban los instrumentos para formular esta visión bastante utópica y soñadora de un país integrado. Ellos miran la historia, el territorio y las dificultades y formulan esta idea, articulada ya por Manuel González Prada, de un verdadero Perú allende la cordillera de los Andes, cuya movilización puede ocasionar la ruptura necesaria para cancelar la república de mentiras que era la patria criolla de 1821.


Los años 20


–¿Cómo se articula esta visión con la generación que viene después, la de Haya de la Torre y Mariátegui?


–El problema consiste en cómo politizar esta visión que proviene de la literatura. González Prada convoca a la Unión Nacional, pero esta colapsa y él vuelve a Europa en 1904, además nunca quiso asumir un liderazgo político. Entonces, entran nuevas organizaciones para llenar el espacio: el Partido Liberal de Augusto Durán, el Partido Demócrata de Piérola, el Partido Constitucional de los militaristas, con Cáceres, y el Partido Civil, que reverdece luego del asesinato de Pardo.Durante el primer decenio del siglo XX, el debate está dominado por los arielistas, en una vena de corte aristocrático: Riva Agüero, V.A. Belaunde, los García Calderón. Ellos son partidarios de reformas, pero contando con una oligarquía ilustrada. En ese periodo se produce la emergencia de una nueva generación que trata de retomar la tradición radical desde las letras: es el grupo Colónida que anima Valdelomar, el cual hace una transición muy rápida entre 1915 al 20 hacia la política. En este contexto surgen Haya y JCM, y el propio Valdelomar evoluciona del dandysmo a la política.Esta generación ha ido creciendo en redacciones de diarios y proyectos literarios y solo en 1917-18 se encuentran con los trabajadores y el propio González Prada. En 1920, con la emergencia de Leguía, este grupo, proveniente de lo que Basadre llamó la “patria periodística”, se plantea la acción política. No olvidemos el contexto exterior: la revolución rusa, el indigenismo, la revolución mexicana, etc. La política será la misión de Haya y Mariátegui: construir el vehículo que permita emprender esa larga marcha hacia un Perú moderno.–Haya como JCM pasan años en Europa.


¿Cuán importante es este periodo?


–Es fundamental, porque les permite vislumbrar la gran transformación encarnándola en proyectos revolucionarios. JCM se encuentra con la Internacional y el despertar de las civilizaciones milenarias y va a producir este complejo firmamento de ideas en el que, al lado de la revolución mundial, tiene cabida el indigenismo y el rescate del socialismo andino. En el caso de Haya es el México revolucionario, su visita a Moscú, los debates de la Internacional, etc. que le dan el contexto que le da los instrumentos ideológicos y políticos y la táctica para construir el APRA. Son exilios indispensables.–Haya de la Torre fue un notable corresponsal y a la vez una figura carismática que atrae a parte de la intelectualidad de la época y a fuerzas que antes estuvieron en el anarquismo.


¿Que ocurre con este movimiento en tiempos de Haya?


–Sus posibilidades eran limitadas. Haya, que venía del norte y que tenía experiencias tempranas con el movimiento cañero, valora esa experiencia y rescata su cohesión moral y su austeridad de vida; también la dimensión cultural del modelo anarquista, que no era un proyecto político, pero tuvo influencia ideológica en el proceso de formación de la conciencia obrera y su afirmación. Haya entiende eso muy bien, y parte de su genialidad es haber tomado esos elementos del anarquismo y vincularlos con otros propios del arielismo, como la formación educativa, que desemboca en las universidades populares. Por su participación (los obreros lo van a buscar como líder estudiantil) en la lucha por las 8 horas, se da cuenta del potencial del anarquismo y lo asimila, sin necesidad de debate ideológico. Capta a la vanguardia obrera para un proyecto educativo y luego hace de ella el embrión del Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales.Todos estos elementos tácticos van a ser incluidos por Haya en una poderosa narrativa que ayuda a la creación de una identidad aprista y le permitirá retrospectivamente decir que ahí nació el Apra, aunque en realidad fueron vínculos entre la vanguardia obrera y los estudiantes universitarios democráticos.–Hay dos momentos importantes en esta construcción, también en los años 20. El primero es el debate sobre el indigenismo y el segundo la ruptura con Mariátegui.


¿Cómo los ves en perspectiva?


–Una de las ideas que propongo en este trabajo sobre la tradición radical –que no se detiene en los años 20 sino llega hasta los años 90– es la de que el desarrollo de la izquierda en el Perú se asienta en una comunidad retórica y en un diálogo que contaba ya con un conjunto de visiones previas a la llegada de la identidad revolucionaria. Las articuló primero González Prada, pero de modo incompleto, pues si bien valoriza al indio no propone como tender puentes para llegar a él. El debate del indigenismo forma parte del esfuerzo por politizar la idea del Perú verdadero. Hasta entonces habíamos tenido revueltas indígenas prontamente sofocadas, pero ya surgían en Cusco intelectuales que proponían una suerte de nacionalismo andino romántico y centrado en lo comunal y se interrogaban sobre lo que sería la participación del indio en un contexto de lucha revolucionaria.En cuanto al debate Haya-Mariátegui, se ha puesto énfasis en su importancia teórica: el rol de las clases medias, el carácter del partido, si es partido o frente, etc. pero no hay que olvidar que también es un debate de tipo táctico: frente a la autocracia leguiísta, seguir trabajando para articular los islotes democráticos de tradición antioligárquica o construir ya el partido o frente político.Los años 30 y después–En el discurso “profético” también Haya intuye que le espera al partido un periodo de clandestinidad.–Así es, por eso afirma que en el PAP no hay lugar para cobardes ni traidores. Lo que sigue es un juego bastante complejo, en el cual trata que el fuego de la tradición radical se mantenga vivo con dos propósitos: cohesionar a una nueva generación de militantes –la de Armando Villanueva– que estarán activos en la clandestinidad y construir un partido articulado de modo vertical en base a la lealtad con el líder, que se juega la vida escondido desde que la tregua de Benavides se termina y los altos dirigentes parte al exilio. Surgen la vanguardia aprista de choque, el Buró de Conjunciones y otras estructuras mantenidas con un discurso radical y la promesa de “un 95 sin balas”. Pero también habla de Tolstoi y de Gandhi, en un discurso mesurado en cuanto al uso de la violencia.La idea de la insurrección comienza a ser desplazada. Todo depende de la relación con un general amigo, decía Haya. Son dos frentes: el trabajo radical con los jóvenes militantes hacia adentro; y mantener vigente la idea de que el partido está vivo y es una amenaza hacia afuera. Ese es el papel que cumple la tradición radical en el aprismo, de ahí la ambigüedad que tanto rechazo provocaba en la izquierda, pero que retrospectivamente es uno de los factores que constituyen el secreto de la longevidad del APRA.–¿Y qué ocurre en el PC tras la temprana muerte de Mariátegui?–Algo que me parece mucho menos productivo en términos de la tradición radical. El partido pasa a ser manejado por un aparatchik nombrado por Moscú, un fenómeno que no es propio únicamente del Perú. Y lleva a sucesivas purgas de elementos pequeño burgueses o “radicaloides”. Se purga incluso todo lo que tenía que ver con Mariátegui. Nunca se recupera esa riquísima dimensión cultural que aportó JCM.


–Volviendo al APRA, ¿cómo crees que influye lo ocurrido en Trujillo en el lado conspirativo e insurreccional del partido, que siempre falla hasta su último intento en 1948?


–Una de las dificultades que tienen los apristas para contar su historia es que les resulta difícil compaginar su historia oficial, en la que el insurrecionalismo y sus intentos frustrados son vistos como parte de un combate en el que la oligarquía termina ganando porque tiene de su lado a las FFAA. Pero las insurrecciones del APRA no siempre tenían como objetivo tomar el poder: tenían como propósito reafirmar el radicalismo de las bases para cohesionarlos, porque cuando se mira en perspectiva la estrategia de Haya se advierte que su objetivo era ir acomodando al PAP a una buena relación con EEUU.Es un juego múltiple que sin duda requería de un titán de la política y que resulta difícil de entender desde el siglo XXI. Para él los asuntos estratégico-políticos del partido estaban limitados al círculo más alto de dirigentes, con la bases se comunicaba a través de la palabra, en mensajes que tenían que ver con la mística, la consecuencia, la identidad o la unidad.Haya domestica su propia ideología para acomodarla a lo que pensaba era un gran rebrote de la democracia en la región, gracias al cual podría el APRA llegar al poder. Hoy podemos mirar estos cambios no en términos de combate ideológico y de lo que Haya no fue, sino como una de las escuelas de quehacer político muy difícil de entender porque seguimos cargando el peso de las historias oficiales.–La estadía de Haya en la embajada de Colombia provoca un gran debate en el APRA, perseguida, con el líder inmovilizado.–Así es. La política de sobrevivencia del APRA tiene sus costos. Entre el 45 y el 48, sus defensistas le piden acción frente a Bustamante, copado por la derecha. Haya los frena, en un capítulo difícil de la historia del APRA. Estas contradicciones afloran en el golpe del 48, en el que las bases se movilizan y el partido alega no haber ordenado tal cosa. Lo que distingue la primera de la segunda clandestinidad es que en esta última no está Haya y el debate alcanza –son palabras de Townsend– un nivel de virulencia desconocido. Se discute la historia del partido sin la presencia de su máximo líder y se busca remediar algunos aspectos. Es aquí que la tradición radical resulta incómoda. El APRA rebelde es expulsada y Luis de la Puente se va hablando de traición para formar el MIR y la guerrilla de los años 60.


El discurso profetico de Haya


El choque Haya-Mariátegui marcó un divorcio definitivo.


-Así es. Ambos debates forman parte de la tarea del momento, que era politizar la tradición radical, llevarla a la práctica y abrir el camino para una acción política que fuera más allá de la ciudad letrada. En ese debate, JCM creía más en una acción de mediano plazo para entrar en el campo a través de las minas, en tanto que Haya –ausente del Perú varios años– es más jacobino y quiere pasar a la acción. El choque acelera el Partido Socialista y decide a Haya a formar un partido nacional. Con esta ruptura se frustra la posibilidad de crear una izquierda nacional unificada y Haya delimita con claridad el espacio que tiene para su organización, y lo hace con genialidad cuando se da cuenta que la crisis de 1929 no es el fin del capitalismo ni del imperialismo y que lo que viene tras la caída de Leguía no es propicio para la democracia sino un periodo de lucha política salvaje, clandestinidad y tiranía. También que el “descubrimiento de América” por la Comintern no va a ninguna parte. Es lo que se ha calificado como su célebre discurso profético de 1931.


Perfil•


Profesión: Historiador formado en la PUCP. Docente universitario en EEUU desde 1989. Profesor principal de la U. de la Ciudad de Nueva York.• Publicaciones: Intelectuales, indigenismo y descentralismo en el Perú (1897-1931) Cusco, Centro B. de las Casas, 1984; Los sueños de la sierra. Cusco en el siglo XX (CEPES, 1991); La voluntad encarcelada. Las luminosas trincheras de SL en el Perú (IEP, 2003); La batalla por Puno. Conflictos agrarios y nación en los Andes peruanos 1866-1995. (IEP, CEPES y SUR, 2004). Publicará pronto La Nación Radical. Perú 1888-1992.



sábado, 29 de agosto de 2009

Víctimas de matanza de Putis son enterradas 25 años después por sus familiares


Los deudos recorrieron casi 48 kilómetros junto a los 92 ataúdes blancos que contenían la osamenta, en muchos casos incompleta.

Putis (AP). Decenas de familiares de campesinos asesinados hace más de dos décadas por las fuerzas armadas sepultaron los restos de las víctimas en un cementerio construido para la ocasión en un remoto poblado andino del sureste de Perú donde se produjo la masacre.

El entierro se realizó en Putis, una pobre y alejada comunidad campesina de la región Ayacucho, donde culminaron las exequias iniciadas el jueves en Huamanga, la capital de la región, desde donde los deudos recorrieron casi 48 kilómetros junto a los 92 ataúdes blancos que contenían la osamenta, en muchos casos incompleta, de igual número de víctimas.

Los familiares, vestidos a la usanza tradicional, también llevaban flores.

La matanza de Putis, a unos 300 kilómetros el sureste de Lima, ocurrió en 1984, pero no se conoció sino hasta el 2001 por una investigación periodística.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) consignó el hecho en su informe del 2003 sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto contra los rebeldes de Sendero Luminoso entre 1980-2000.

Según la CVR, al menos 123 campesinos, entre ellos mujeres y niños, fueron acribillados por miembros de las fuerzas armadas quienes sospechaban que los pobladores rurales colaboraban con rebeldes de Sendero Luminoso. Luego los enterraron en una fosa que con engaños hicieron cavar a los propios campesinos.

Pablo Baraybar, jefe del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), que dirigió las exhumaciones de los cuerpos en las fosas comunes de Putis el 2008, dijo a la AP que los proyectiles encontrados tenían inscritos “la sigla FAME que significa, Fábrica de Armas y Municiones del Ejército”.

Añadió que “tras realizar pruebas de ADN a las osamentas en un laboratorio del estado de Virginia, Estados Unidos, se determinó la identificación de 28 de los restos de las 92 personas halladas en la fosa de Putis”.

“Yo perdí a casi 15 familiares en la matanza”, le dijo por teléfono a la AP el jueves, Gerardo Fernández, alcalde de Putis.

“Tenemos como dos sentimientos. Por un lado estamos con dolor por los entierros, pero por otro nos sentimos alegres porque ya los estamos enterrando”, añadió.

Según los reportes finales de los antropólogos forenses, el 45% de los 92 cuerpos hallados en la exhumación corresponden a personas que tenían desde menos de un año hasta 17 años, 39 de ellas murieron con lesiones de bala en hueso y a dos de las 92 les dispararon y acuchillaron.

Edmundo Cruz, periodista de investigación que reveló el horror de la masacre en un reportaje el 2001, le dijo a la AP que la muerte de los niños “solo tenía una explicación muy frecuente en la ideología de los militares de esa época”.

“Esa ideología era que estos niños más tarde serían iguales a sus hermanos y padres a quienes los militares consideraban terroristas”, explicó.

Hasta la fecha no ha sido formalizada ninguna denuncia penal contra ningún miembro de las fuerzas armadas en relación con los hechos.

La defensora del Pueblo, Beatriz Merino, sostuvo la tarde del viernes en un comunicado oficial que “es inadmisible que no se haya sancionado a una sola persona por estos crímenes”.

Consultado por la AP el ministro de Defensa Rafael Rey sostuvo por teléfono que “no hay forma de conseguir los nombres de esas personas”, en referencia a los militares destacados en la zona durante la matanza.
FUENTE:http://www.elcomercio.com.pe/noticia/334949/victimas-matanza-putis-son-enterradas-25-anos-despues-sus-familiares

martes, 25 de agosto de 2009

Museo de la Memoria trata de evitar matanzas



En una entrevista a la revista colombiana Semana.com, monseñor Luis Bambarén indicó que la finalidad del Museo Nacional de la Memoria es que las nuevas generaciones sepan y conozcan la realidad nefasta del terrorismo para, así, evitar que situaciones como esta nunca más se repitan en el Perú. El obispo de Chimbote detalló al portal web que el museo se llamará Yuyanapaq, que en quechua significa “para recordar”.

“Este proyecto es el fin de un largo trabajo que esperamos sirva para que esta barbarie nunca más se repita” señaló. Asimismo, explicó que en la capital peruana muchos no saben lo que ocurrió (en la época del terrorismo), porque la mayoría de las 71,307 víctimas, entre desaparecidos y asesinados, ocurrieron en la sierra.Consultado por la acción de las Farc en Colombia, grupo armado que mantiene secuestrados a cientos de personas, monseñor Bambarén se animó a aconsejarles abandonar ese camino.

“Les diría lo mismo que me dijo Abimael Guzmán o muchos de los guerrilleros: que la lucha armada fue un error, que no conduce a nada... solo a la muerte”, precisó el sacerdote, quien viajó a ese país para participar en una conferencia sobre derechos humanos.El dato PREOCUPANTE. El sacerdote añadió que las relaciones bilaterales de los países latinoamericanos es algo que le preocupa. Y por ello dijo que la paz y reconciliación son posibles.

domingo, 23 de agosto de 2009

Reprimen una marcha contra la ley de educación venezolana


La nueva ley de educación, propuesta por el gobierno de Hugo Chávez, volvió ayer a dividir a los venezolanos que marcharon a favor y en contra de la reforma educativa por las calles de Caracas. Y ambas marchas tuvieron también finales diferentes: la movilización de protesta fue disuelta con gases lacrimógenos por la Policía mientras que la manifestación a favor llegó sin inconvenientes para expresar su apoyo hasta la Asamblea Nacional.

La manifestación opositora fue contenida en la céntrica avenida Libertador, donde fue desplegado un cordón de seguridad para que los opositores chavistas no puedan llegar a la Asamblea (Congreso). La Policía utilizó gases, balas de goma y camiones con cañones de agua para dispersar la protesta, que se mantuvo firme luego de tres andanadas de bombas lacrimógenas que pretendían disolverla.

Según la Policía la represión fue la respuesta al intento de traspasar el cordón de seguridad. El diputado opositor Juan José Molina rechazó la versión oficial como una "mentira", pues "nadie intentó traspasar la barrera" y dijo que denunciarán a los jefes policiales que ordenaron reprimir. "Igual vamos a seguir protestando porque es un derecho en democracia", aseguró.Mientras la Policía arremetía contra los opositores a la ley, una colorida concentración expresaba su apoyo a la ley a pocos metros de la Asamblea Nacional sin incidentes y con la presencia de la presidenta del Poder Legislativo, Cilia Flores.

La diputada recibió un documento de apoyo que fue entregado por representantes del oficialista Partido Socialista Unidos de Venezuela con el grito de "patria, socialismo o muerte".Algunos de los polémicos puntos de la ley, aprobada el 13 de agosto por la Asamblea Nacional de mayoría oficialista, son los que establece el concepto del "Estado docente" que -según los críticos- da mayor control sobre al gobierno sobre todos los niveles de educación.

Además se critica el artículo que prohíbe "la difusión de ideas y doctrinas contrarias a la soberanía nacional y a los principios y valores consagrados en la Constitución de la República"; el que señala que la educación "se fundamenta en la doctrina de nuestro Libertador Simón Bolívar, en la doctrina de Simón Rodríguez, en el humanismo social y está abierta a todas las corrientes del pensamiento", y el que establece que los consejos comunales (órganos de organización vecinal), los pueblos y comunidades indígenas están en la "obligación de contribuir con la formación integral de los ciudadanos, (...) ejerciendo un rol pedagógico liberador para la formación de una nueva ciudadanía con responsabilidad social".

Para la oposición esta reforma intenta imponer a los chicos el modelo chavista y busca controlar a los maestros que no concuerden con el gobierno. Otra de las críticas es que la legislación -que se aplicará desde el 14 de septiembre al comenzar el ciclo lectivo- prevé sanciones a los medios que publiquen informaciones "que produzcan terror en los niños, inciten al odio, atenten contra los sanos valores del pueblo venezolano, la salud mental y física de la población". Para los opositores a Chávez este es una nueva forma del gobierno para controlar la libertad de expresión de los venezolanos.

Chungui, de Edilberto Jiménez

Por Martín Tanaka

Acaba de aparecer el libro Chungui. Violencia y trazos de memoria (Lima, IEP-COMISEDH-DED), del antropólogo ayacuchano y estupendo retablista Edilberto Jiménez. El texto reconstruye la historia de Chungui durante los años del conflicto armado interno sobre la base de testimonios recogidos e ilustrados por el autor; recorriendo sus páginas uno no puede sino emparentar a Jiménez con Guamán Poma de Ayala. Al valor etnográfico y artístico del libro se suman visiones más analíticas propuestas por el propio Jiménez, junto a las de Carlos Iván Degregori y Abilio Vergara.
Chungui es un distrito de la provincia de La Mar en Ayacucho; según la CVR, fue el distrito donde la violencia fue más intensa y atroz. Se registraron 1384 víctimas entre muertos y desaparecidos, un 17% de la población total registrada en el censo de 1981. El informe de la CVR y otras publicaciones ya han dado cuenta de lo ocurrido en Chungui, pero concuerdo con Víctor Vich cuando dice que este quizá sea el libro más contundente publicado sobre la violencia política hasta el momento.
Aproximarse a este tema es muy complicado: las cifras y análisis son fríos, las imágenes y testimonios desgarradores. Este libro permite entrar partiendo del análisis antropológico para llegar al dolor de las personas de carne y hueso, a través del arte de los dibujos de Jiménez. Su trazo limpio nos permite acercarnos a horrores que de otra manera serían intolerables.
El relato de Jiménez da cuenta del surgimiento de Sendero utilizando la escuela pública como espacio de adoctrinamiento, de cómo se impone a sangre y fuego (literalmente) en las comunidades, de lo brutal y equivocada de la respuesta estatal a la insurgencia, de cómo luego surgen las rondas y comités de autodefensa que replican la lógica brutal e impositiva del ejército y los senderistas, de cómo en medio de esto la vida se degrada, al punto que diversos actores utilizan la guerra como pretexto para el pillaje, el robo de ganado, el despojo de tierras, delitos sexuales, e incluso formas de semiesclavitud. De cómo las imposiciones del senderismo se hacen intolerables, y la población se vuelca al apoyo de las fuerzas del orden. De cómo hubo también ronderos y militares “más humanos”.
Nos habla de las terribles secuelas de la guerra, de la necesidad de atender hoy prioritariamente distritos como Chungui. Así, el libro permite, a partir de un caso emblemático, mirar todas las dimensiones de lo ocurrido. De necesaria lectura para quienes aún hoy tienen miradas simplistas y para los jóvenes que no tienen memoria de esos años.
Como dice Degregori en el prólogo, los peruanos tenemos una deuda con Chungui. Un primer paso sería atender a Daniel Juárez Huamán, su alcalde distrital; hoy que hablamos de inclusión, de aumentar el gasto público, deberíamos empezar por lugares como Chungui, como Putis.


El horror de Pucayacu


Hace 25 años La República publicó en primera plana el hallazgo de una fosa clandestina en Pucayacu –en el límite de Ayacucho y Huancavelica– con 50 víctimas enterradas allí. Las imágenes le hablaron al país del horror que se vivía en las zonas de emergencia. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, hasta ahora no hay culpables.


Por Raúl Mendoza


Fue un entierro clandestino hallado en una quebrada cuyo nombre podría parecer profético: Pucayacu, que en quechua quiere decir “agua roja”. Contenía cincuenta cuerpos desnudos, maniatados, amordazados, torturados y con un tiro en la cabeza. Un hallazgo impactante que le mostró al país los niveles brutales que podían alcanzar las ejecuciones extrajudiciales realizadas por agentes del Estado en zonas de emergencia.

Si algo se puede decir de Pucayacu, aún ahora, es que sigue siendo la viva imagen del horror.“Hallan fosa con decenas de cadáveres”, puso La República como titular principal en su portada del 23 de agosto de 1984, en la primera de varias notas sobre el caso, exigiendo la verdad y la sanción. Los días siguientes continuó publicando pruebas gráficas de lo acontecido en esos alejados páramos andinos.

“Quienes han optado por sembrar el país de cadáveres inmolados, están contrayendo con el Perú una deuda de vergüenza que el pueblo peruano no olvidará fácilmente”, editorializó. El tiempo le dio la razón.La persona que hizo posible ese descubrimiento y esa denuncia fue Carlos Valdez, corresponsal de este diario en Huanta.

Él recogió el testimonio de un testigo presencial. Alguien que pasaba por el lugar y vio el entierro de los cadáveres a manos de infantes de marina. Ese hombre no fue identificado por su seguridad, pero hoy es funcionario de una institución estatal. Hace unos años estuvo dispuesto a comparecer ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), pero al final su presencia se frustró.

“Él me buscó porque yo representaba a un diario con credibilidad, que cuestionaba la gestión del gobierno de Belaunde en el tema de derechos humanos. Yo le garanticé la confidencialidad de su testimonio”, cuenta Valdez. El testigo vio a los infantes de marina cuando arreaba ganado junto a tres peones y también fue visto por los soldados. “Nos obligaron a tirarnos al piso y después nos fuimos”, contó a La República.

La información sirvió para que la Fiscalía de la Nación formara una comisión que viajó hasta el lugar para el levantamiento de los cuerpos. Gustavo Mohme Llona, fundador de este diario, acompañó la investigación en el lugar y la respaldó después. La fosa estaba ubicada en un paraje desolado en el límite de Ayacucho y Huancavelica, a unos 30 kilómetros de Huanta. Una nube de moscas señalaba el lugar.

Las imágenes de ese día servirán siempre para una antología de la infamia. Los cincuenta cuerpos tenían, más o menos, una semana de muertos. Habían sido ultimados a balazos disparados en la nuca y de arriba hacia abajo, según los peritos. Muchos de ellos tenían los dedos cortados para evitar la identificación por sus huellas digitales. Se encontraron casquillos de bala, huellas de botas y de vehículos pesados. También se encontró una libreta militar a nombre de Cirilo Barboza.

Los culpables¿Quiénes fueron los asesinos? El Informe Final de la CVR es contundente: “(Se) ha llegado a la conclusión de que efectivos de la Marina de Guerra del Perú llevaron a cabo la detención arbitraria, torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, desaparición forzada y ejecución arbitraria de 50 personas (49 hombres y 1 mujer) cuyos cuerpos aparecieron enterrados en las Fosas de Pucayacu, distrito de Marcas, provincia de Acobamba, departamento de Huancavelica, el 22 de agosto de 1984”.

Veinticinco años después ninguno de quienes tuvieron responsabilidad fue sentenciado por el hecho. Las investigaciones acusaban a Alberto Rivero Valdeavellano, jefe militar de Huanta y La Mar; Álvaro Artaza Adrianzén (a) “Comandante Camión”, jefe de la infantería de marina de Huanta y La Mar; y Augusto García del Barco, jefe de la base contraguerrilla de Huanta.“El fuero civil les abrió proceso, pero el fuero militar interpuso contienda de competencia y la Corte Suprema –como ocurría normalmente en esos años– le entregó el caso.

Allí todos fueron absueltos por falta de pruebas y el caso se cerró”, cuenta la abogada Karim Ninaquispe, de la Asociación para el Desarrollo Humano Runamasinchiqpaq (Adehr), que patrocina varios casos de desaparición forzada en Ayacucho, entre ellos el “caso Huanta”, vinculado a Pucayacu.¿Quiénes eran las víctimas de Pucayacu? “Se cree que en esas fosas estaban los cuerpos de personas que fueron detenidas por los infantes de marina en Huanta y llevadas al estadio de la ciudad durante julio y agosto de 1984.

Entre esos detenidos también estaba Jaime Ayala Sulca, corresponsal de La República”, dice Karim Ninaquispe. Unas cincuenta y siete personas desaparecieron en Huanta los días previos a la aparición de los cuerpos en Pucayacu.

Un dato: Cirilo Barboza, cuyo documento de identidad se encontró en Pucayacu, fue detenido en Huanta. Para Gloria Cano, abogada de Aprodeh, que también patrocina a tres familias del “caso Huanta” el vínculo con Pucayacu está claro y la responsabilidad de los militares está probada incluso por autoría mediata.

“El general Adrián Huamán, jefe político-militar, negó siempre ser responsable, pero lo es porque todo era reportado a él. No tomó ninguna acción de sanción contra los culpables. Y los oficiales de marina en Huanta, como “Camión”, controlaban cada una de las patrullas que salían de la base ¿Cómo no iban a saber lo que pasó?”, precisa. “Camión” se hizo pasar por muerto –incluso con resolución en El Peruano– cuando años después el caso amenazó con reabrirse en el fuero común.Ese agosto de 1984 los cuerpos de Pucayacu fueron trasladados al cementerio de Huanta y enterrados allí, en dos fosas.

Debieron pasar 25 años para que una de ellas fuera reabierta en marzo pasado. Cuatro de los 37 cuerpos que se hallaron fueron identificados por marcas y señas antropométricas. El resto permanece como NN. Con pruebas de ADN se espera identificarlos. Quizás entonces sus familias encuentren algo de consuelo. Aunque la impunidad todavía subsista. ¿Y Jaime Ayala?Se ha especulado mucho acerca de la posibilidad de que Jaime Ayala Sulca, corresponsal de La República en Huanta –desaparecido por la marina el 2 de agosto de 1984– estuviera entre las víctimas de Pucayacu.

Para la abogada Karim Ninaquispe, que patrocina a su familia, es una posibilidad. No obstante otras versiones indican que el periodista fue asesinado y enterrado en algún lugar de la base huantina. En la última exhumación realizada en marzo de este año en el cementerio de Huanta –a donde se trasladó a las víctimas de Pucayacu– se abrió una fosa que contenía 37 cuerpos y se identificó preliminarmente a cuatro personas en base a fichas confeccionadas con ayuda de sus familiares.

Ellos son Julián Naupari, Yuri Agama, Cirilo Barboza y Nemesio Fernández. “Se realizarán las pruebas de ADN a todos los cuerpos en Lima y ahí se confirmará o no el nombre de los cuatro identificados y de los demás”, dice Ninaquispe. ¿Aparecerá entre esos restos Jaime Ayala? La ciencia dará la respuesta.


‘La izquierda peruana jugó a democracia y lucha armada’


Se cumple un nuevo aniversario de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad, sin duda el documento más trascendente para los peruanos en lo que va del siglo. Una buena ocasión para dialogar con Salomón Lerner, ex presidente de la CVR.

Por
Federico de Cárdenas


Llegamos al sexto aniversario de la entrega del Informe de la CVR. ¿Qué reacción te suscita?–Diría que sentimientos encontrados. De un lado, la confirmación íntima de que se hizo un buen trabajo y que la CVR entregó un documento de referencia para la vida del país, un texto del cual no tenemos nada de qué arrepentirnos en el sentido de haber distorsionado ni planteado tesis que favorecieran la violencia.

Pero frente a esa convicción no puedo dejar de sentir también una frustración por la respuesta de la sociedad y del Estado. Ese manto de olvido y de indiferencia que denunciamos respecto de lo que sucedía en los años de violencia en el interior del país. Se quiere dar por zanjado un periodo de nuestra historia que debe ser analizado, servir de punto de partida para una superación de nuestra vida social.

Felizmente existe una serie de instituciones y personas que no se olvidan del Informe y que dedican su vida a denostarlo. De una manera –aunque sea paradójica– lo mantienen con vida y colaboran a que tenga vigencia.

Al atacar el Informe se hacen defensores del recuerdo y hacen que la gente lo lea. Entonces se dan cuenta de que en él no se defiende terroristas y se condena de modo frontal a SL y su ideología totalitaria y demencial, identificándolo como responsable de la violencia y principal violador de los DDHH.

Al mismo tiempo se destaca la labor de las FFAA y PNP como defensores de la sociedad, aunque esto no significa que se acepte ciertos actos violatorios de los DDHH cometidos como resultado de una mala estrategia.–El Informe, por otra parte, también responsabiliza a la izquierda peruana. Con lo cual no resulta cierto que tenga una visión sesgada.–Así es.

Responsabilizamos a la izquierda por no haber tomado distancias con la lucha armada planteada por SL cuando este surge, porque jugaron a dos tableros: el de la democracia y el de la lucha armada.

Claro, luego se dan cuenta de que las primeras víctimas de esa violencia son ellos, pues SL rechazaba a la izquierda en su totalidad.–Me hablabas de sentimientos encontrados...–Sí. Es satisfacción ante el deber cumplido, por haber dejado al país un documento que retrata una época de violencia y sus antecedentes e indica caminos de salida mediante reformas y reparaciones, un camino que señala lo que se puede hacer para que exista inclusión entre peruanos.

Y también es frustración por lo que ya te dije.–La CVR disponía de un periodo determinado para realizar su trabajo. ¿Hay algo que dejaron de hacer?–Muchas cosas. Creo que debimos tomar más testimonios. Fueron cerca de 18,000, pero pudimos incrementarlos. Debimos haber hecho una mayor difusión de nuestra tarea a través de los medios, de modo que se entendiera cuáles eran las metas.

Y debimos vincularnos más a la población afectada porque –y esto se comprobó a posteriori– la gente de provincias nos comprendió mal. Creyeron que la CVR era la institución que venía a dar reparaciones. Como ellas no llegaron por la indiferencia del Estado, muchos culpabilizan a la Comisión. Pese a lo anterior, sigo pensando que una Comisión como la CVR debe tener tiempo de vida limitado.

No puede permanecer investigando años y, además, debe hacer un pronunciamiento lo más abierto posible, sin cerrarse a ningún aspecto de la realidad y rehuyendo cualquier dogmatismo.–¿En qué diferenciarías el Informe peruano de aquellos realizados por las Comisiones conformadas en Chile, Argentina, Guatemala o Sudáfrica?–Nuestro Informe contiene algunas reflexiones filosóficas.

Una de ellas es sobre la verdad. Señalamos que la verdad que buscábamos no era una teorética; tampoco una verdad estadística o científica sino una verdad moral, porque nuestra investigación tenía que ver con actos humanos y, por tanto, con responsabilidades. Como verdad moral no se situaba tanto en la perspectiva de lo cierto y lo falso. Lo tomábamos en cuenta, claro, pero no para llegar a una verdad inmutable, sino a una de diálogo, una verdad común, al servicio de la sociedad y completable por una memoria fiel y ética.

Mientras no exista esta rememoración colectiva, quedará incompleta.Reparaciones y procesos–El tema de las reparaciones, ya lo has adelantado, es un punto álgido. ¿Existe alguna diferencia entre el gobierno de Toledo y el actual en el trato dado?–Ninguna. Lo que hay de común en ambos es la promesa de las reparaciones y el incumplimiento de las mismas. Toledo, al mes y medio del Informe, pidió perdón a nombre del Estado y señaló que habría reparaciones, pero solo colectivas.

Al final no hubo nada. Debo señalarlo, aunque no es mi intención pelear con el ex presidente, que nos dejó trabajar con entera libertad y sin intervenir para nada. Con García estuve en Huanta, y también le escuché prometer reparaciones. Su gobierno confunde con habilidad reparaciones con gasto social.

–¿Y en el caso de algunos procesos sobre casos emblemáticos de abuso de los DDHH que la población recomendó?–Algunos se han judicializado y otros están en trámite. La CVR eligió solo 47 casos representativos, pues ante la magnitud de juicios que debieran realizarse nos limitamos. Puede decirse que en el terreno de lo simbólico se ha hecho justicia. Los cometidos por los terroristas fueron juzgados.

Para avanzar en los restantes, como indicamos –y no es que les tuviéramos inquina a las FFAA– es necesario identificar a sus autores, que trabajaban bajo alias y de los que se dice no pueden ser revelados porque los archivos han sido destruidos. También es cierto, de otro lado, que con el proceso y condena a Fujimori por sus violaciones a los DDHH se ha avanzado mucho en el terreno simbólico, al ser el principal responsable –desde su cargo de Jefe del Estado– de esas violaciones.

Un lugar de memoria–Pasemos a ver lo del Museo. En un comienzo una negativa rotunda del gobierno a autorizarlo y luego hubo una saludable rectificación, resultado del diálogo entre MVLL y el presidente García.–Previamente hubo un artículo muy fuerte de Mario contra el rechazo y también una carta pública que él encabezaba, reprochando al gobierno su resistencia.

–Me decías que no es exactamente la idea del Museo la que está prosperando.

–Sí, y vale la pena aclararlo, porque ya han habido malas interpretaciones y ataques infundados. No se trata propiamente de un museo, sobre todo si es que se asocia la palabra a la relación que puede entablar alguien que visita un lugar para tomar conocimiento de un pasado que ya se alejó y no le concierne.

Para nosotros –hablo de la comisión ad hoc– tiene que ser un lugar vivo, que hable a la persona que lo visite no solo del pasado sino sobre todo del presente; que lo haga pensar que esos 20 años de violencia son consecuencia de una historia; en suma, que hay un antes y un después y que queda una tarea por hacer.

Lo concebimos como un lugar al cual puedan acudir investigadores, o gente que quiera saber más de lo que ocurrió y acaso ubicar la huella de un familiar desaparecido en los años de violencia. También será un lugar donde se muestre el trabajo de artistas de mucho talento que han trabajado sobre el tema de la violencia y han logrado obras significativas en las artes plásticas, el arte popular, la música, el cine, etc.

–Están bastante alejados de la idea tradicional de lo que puede ser un museo.–Así es, por eso resulta fuera de lugar la polémica que se intenta hacer sobre museos de la memoria sembrados en todo el país –que además ya existen en Huamanga y otros lugares–. Se trataría más bien de exposiciones itinerantes.Verdad y reconciliación

–¿Que responderías a aquellos que objetan el trabajo de la CVR diciendo que insistieron en la verdad pero descuidaron la reconciliación?–Fue Toledo quien, con buena intención y escuchando una voz sabia como la de Hubert Lanssiers, agregó el término de reconciliación. Todos entendimos que no hay reconciliación sin verdad y que esta última conduce a ella. Nadie puede reconciliarse en el error.

Pero –lo decimos en el Informe– del mismo modo como no nos tocaba reparar a las víctimas ni reformar el Estado, tampoco nos tocaba la tarea de reconciliar a los peruanos, una tarea de muchos años, sino plantear los caminos que conduzcan a la reconciliación, un proceso largo y penoso que se dará cuando todos sean ciudadanos de pleno derecho y podamos procesar nuestras discrepancias con tolerancia, respeto y sin exclusiones.

–¿Estás de acuerdo con la idea de que el Informe hizo posible que se iniciara un proceso de duelo que no ha terminado?

–Sí. Es un proceso de duelo que, además, no debiera limitarse a 20 años sino abarcar una historia que tenemos que cambiar. Una historia en la que la mujer, el indio, el cholo, el negro, el pobre, el campesino han sido reunidos bajo el concepto que acuñó Gustavo Gutiérrez: los in-significantes, los que nada significan. Quiero decir que el duelo no debe manifestarse solo como pesar, sino como impulso para hacer algo con ese dolor y lograr que las cosas cambien.

Perfil•

Profesión: Filósofo y docente universitario.• Estudios: Letras, Derecho y Filosofía. Bachiller en Derecho por la PUCP. Doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina (Bélgica).• Cargos: Ex rector de la PUCP (1994-2004), de la que es rector emérito. Ex presidente de la CVR. Ex presidente de la Unión de Universidades de América Latina (UCAL). Presidente de la Sociedad Filarmónica y de la Filmoteca de de la PUCP. Docente de filosofía. Miembro electo de la Academia Peruana de la Lengua.

“Toda mi vida viví como un cautivo de Sendero Luminoso“



Exclusivo. la historia de ‘pedrito’, un joven que fue utilizado como ‘masa’ desde niño. Este es el testimonio mde un adolescenteque escapó de un campamento terrorista, ubicado en la zona de Vizcatán, después de estar 15 años secuestrado.


Rocío Maldonado


Tímido, menudo, de figura frágil y mirada esquiva, “Pedrito” (como lo llamaremos) vivió 15 de sus 17 años de vida en cautiverio bajo el terror de Sendero Luminoso en la zona del VRAE. Así fue hasta que hace un año decidió escapar en busca de su libertad. “Aproveché que me habían mandado a vigilar una zona alejada de la base y me escapé. Tenía miedo pero quería conocer otra vida.

Yo no me sentía bien allí”, señala PedroY no era para menos, “Pedrito” formaba parte de la ‘masa’, el último eslabón en la jerarquía que ha establecido Sendero Luminoso, la cual es utilizada para servir a los terroristas, militantes y la cúpula.La ‘masa’ tiene la misión de cargar las ollas, cocinas, radios, provisiones, equipos y cuanto se necesite durante el traslado de la ‘base de apoyo’, como se les llama a los campamentos temporales que establece SL en la espesura de la selva.

Asimismo, los miembros de la ‘masa’ deben transportar droga de un lugar a otro, según las indicaciones de los responsables de la base, previo acuerdo con los narcotraficantes. El inicio del horror1991. “Pedrito” tenía solo ocho meses de nacido cuando fue secuestrado junto a su familia por comandos de Sendero Luminoso que irrumpieron en una zona de la provincia de Churcampa, Huancavelica, y desde que tiene uso de razón su vida transcurrió en el monte obedeciendo órdenes.

“Mi mamá me dijo que entraron al pueblo y se llevaron a mucha gente para reclutarla a su servicio”, dijo a esta periodista.Desde aquel nefasto día, Pedro, su hermano mayor y sus padres empezaron una vida de servidumbre que solo terminó con la muerte, como es el caso de su madre y hermano, mientras que con su padre se comunicó por última vez (por radio) en el 2005.

“Mi hermano murió de anemia cuando era niño y mi mamá de pulmonía. De mi papá no sé si estará vivo o muerto”, refiere.

Pedro cuenta que su ‘servicio’ empezó cargando leña y agua, luego a los 10 años le enseñaron a disparar un arma, pero fue solo para entrenamiento pues nunca participó en un ataque terrorista. A los 13 años aprendió a leer y escribir.¿Y la doctrina maoísta? Pedro dice que los 15 niños y luego adolescentes que se criaron con él en la ‘base de apoyo’, recibían dos horas de doctrina a cargo de un profesor, pero que no se les permitía leer un libro.

Pedro señala que una de las razones principales que lo motivó a huir fue la injusticia que observó en la ‘base’, pese a que en el discurso los ‘responsables’ predicaban la igualdad entre todos y criticaban al gobierno.

“La injusticia se ve desde la comida, nuestro almuerzo casi siempre era una sopa de maíz o yuca, pese a que nosotros sabíamos que había mucho dinero porque los narcotraficantes pagaban muy bien por el transporte de la droga”, indica.“El objetivo sigue siendo el poder”Según el testimonio de ‘Pedro’, el camarada ‘José’, máximo mando en la zona del VRAE, visitaba su base una vez al año para ofrecer un discurso .

“José hablaba de la revolución, del Partido Comunista Peruano, de que la revolución llegará del campo a la ciudad y que tomarán el poder. Que vencerán al viejo Estado. Allí no se habla de Sendero Luminoso sino de PCP”.El adolescente además confirmó que la facción de SL, liderada por ‘José’, no reconoce que estén solo al servicio del narcotráfico, sino que consideran su relación con los narcos como un medio para obtener dinero, comprar provisiones, alimentos, armamento, etc.

Respecto de la facción del otro cabecilla, el camarada ‘Artemio’, Pedro refiere que “en Sendero no quieren saber nada de él porque lo consideran un traidor a la revolución porque se ha prestado a un acuerdo revisionista, mientras que para ellos su objetivo sigue siendo llegar al poder”.

’Pedro’, tras lograr su libertad, vive en una zona del VRAE y su viaje a Lima, donde lo ubicamos, se debe a que logró un contacto con la Policía, que le está brindando su apoyo para lograr reinsertarse plenamente a la sociedad: “No tengo documentos y quiero salir adelante porque lo vivido fue una etapa de secuestro y de horror”.



La barbarie dibujada

Mientras el retablista y antropólogo Edilberto Jiménez escuchaba los desgarradores testimonios de los pobladores afectados por el terrorismo en este distrito ayacuchano, hacía sus primeros trazos con lápiz y papel. Ahora que acaba de reeditar “Chungui: violencia y trazos de memoria” (IEP), un libro que humedece los ojos, es tiempo de recordar el horror vivido en esta comunidad.


Adiós pueblo de Chungui perlaschallay

A conquistar bases de apoyo perlaschallay

Por los campesinos pobres perlaschallay

(Canto subversivo adolescente, 1984).


Por Ghiovani Hinojosa


El llanto infantil no tuvo aquí nada de tierno. Nada de reclamo ni de majadería. El llanto de los niños en este enclave de la puna ayacuchana los llevó a la muerte. Los senderistas, que habían obligado a los pobladores de Chungui a seguirlos en su retirada por los montes, reprimían con crueldad el más leve sonido que saliera de boca de los menores. Patrullas del Ejército los acechaban. “Cuando venían los militares, los niños tenían que estar calladitos.

Pero a veces el hambre y la sed los hacían llorar. Por eso los senderistas ordenaron matar a todos los niños en Huertahuaycco (1985). A las mujeres les obligaron a matar a sus hijos y también ellos mismos los mataron ahorcándolos con soguillas y también con sus manos les aplastaron sus cuellitos”, es la atroz revelación de un chunguino.

Ahora que Sendero Luminoso es una fuerza marginal que sobrevive gracias al narotráfico, es posible descubrir los episodios más siniestros de la violencia que este movimiento desató en el país hace 25 años. Como el de este desborde de sangre registrado en el distrito ayacuchano de Chungui, donde, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el conflicto armado interno alcanzó sus cuotas más altas de muerte. Se estima que allí murieron 1,384 peruanos entre 1983 y 1994.

Este lugar extraviado en la periferia de la provincia de La Mar fue uno de los que derramaron más sangre (y lágrimas) en medio del silencio gélido del monte: el 17% de su población cayó abatida a manos de terroristas, ronderos, militares y policías.“Si la violencia hubiera azotado con la misma intensidad la capital, en Lima hubieran desaparecido por completo los distritos de La Molina, Miraflores, San Isidro, Surco, Surquillo, Villa María del Triunfo y Villa El Salvador”, compara el antropólogo Carlos Iván Degregori, tal vez con el afán de zamaquear las conciencias capitalinas más aletargadas.

La inefable crueldad de las matanzas, la deshumanización generalizada de sus protagonistas y el salvaje despojo de valores sociales tan sensibles como el nombre de las comunidades, hicieron de este un pequeño infierno en plena sierra peruana.

Oreja de PerroComo la región Ayacucho –vista en el mapa– tiene la forma de un can echado de costado, y como La Mar parece la parte posterior de la cabeza de este animal, Chungui naturalmente viene a ser la Oreja de Perro. Con esta singular denominación bautizaron a esta zona los miembros de las Fuerzas Armadas que llegaron desde 1983 para colaborar con los “sinchis” o policías especializados en la lucha contrasubversiva.

Ya entonces este pueblo estaba encaminado a ser parte del “nuevo Estado” senderista bajo la dirección de los camaradas “Franco” y “Eduardo”, quienes desde principios de la década se habían infiltrado a través de la frontera con Apurímac.

En esos primeros años, los partidarios de Abimael Guzmán habían captado la simpatía de algunos chunguinos, tras promover la educación escolar para sus hijos, un derecho que los hacendados les habían negado una y otra vez.

Según algunos testimonios, el colegio Túpac Amaru II, uno de los primeros en aparecer en el distrito, fue abierto por estudiantes de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, que solía recibir las visitas de Osmán Morote. Este llegaba con literatura maoísta bajo los brazos. Poco después empezó la sangría.

El siguiente paso fue revocar y asesinar a las autoridades locales, y “limpiar al Nuevo Estado de los ladrones, brujas, adúlteros, abusivos y terratenientes”, según relató un poblador el 2004.Durante este proceso, Sendero no solo mató a campesinos por no compartir sus ideas o por colaborar supuestamente con el Ejército, sino también por razones insólitas.

“En Putucunay asesinaron a Serafina Lima ‘por estar pensativa y triste’. En otros pueblos, campesinos de ambos sexos corrieron la misma suerte ‘por haber venido de Lima’, ‘por ir a cosechar papas’ y ‘por ser mujeres divertidas con los casados’”, recuerda Degregori. Lo peor de todo llegó cuando los terroristas se sintieron acorralados por los policías y por los militares, y obligaron a los chunguinos a correr con ellos a la puna.

“Éramos como venados”Las “retiradas” empezaron en el verano de 1984 –el año más crítico, ya que se cometieron 91 asesinatos y 32 masacres o matanzas simultáneas de grupos de cinco a más personas–. Los senderistas organizaron repliegues masivos a las zonas más altas del distrito. Allí se refugiaron en condiciones inhumanas e inclementes.

“Nos obligaron a vivir ocultos como animales en el monte, con hambre, sed y muertos de frío (…) Junto a nuestros hijos, cargamos lo poco que pudimos: algunas frazaditas, pellejos, ollitas y maicitos. Ante cualquier ruido quedábamos en silencio y cuando llegaban helicópteros corríamos a ocultarnos, éramos como venados; así era la vida”, narró un sobreviviente de la zona de Belén Chapi.

Sin proponérselo y en medio de confusiones, sangre y rencor, todos los habitantes de Chungui eran senderistas para las fuerzas del orden. Tal fue el temor de ser divisados por las patrullas del Ejército que los jefes senderistas no solo ordenaron la matanza de perros, gallinas y cuyes –para garantizar el silencio–, sino que actuaron con una insensibilidad aterradora frente a los niños cautivos.

La estrategia oficial para reconquistar a la población se nutrió, en la práctica, de las mismas técnicas de sometimiento, torturas, vejámenes y asesinatos ejecutados por los subversivos. Una pobladora relató que en 1984 los militares capturaron a su esposo, quien era acusado de senderista, lo colgaron de un árbol y dijeron: “No deben llorar, el que llora es un terrorista y debe morir.

A la mala hierba se le debe matar, esa es la ley, matar y matar”. Incluso, se sabe que los Comités de Autodefensa, integrados por los propios chunguinos y por elementos de la Policía y el Ejército, también actuaron muchas veces inmersos en este contexto generalizado de impiedad.¿Y la estrella?

En las elecciones de 1985, ocurrió en Chungui algo inédito en la historia del Perú contemporáneo: “el 99.5% de asistentes a las urnas dio el 100% de votos a los candidatos del APRA”, detalla el antropólogo ayacuchano Carlos Iván Degregori.

Solo siete pobladores de todo el universo electoral (1473) no fueron a votar. Si bien se conoció luego que muchos ayacuchanos fueron presionados a elegir esta opción política por los militares, también es cierto que buena de parte de ellos depositaron su confianza en el partido que hoy gobierna el país.Desgraciadamente, en este distrito persisten las condiciones que posibilitaron la violencia hace poco más de 25 años: según el Mapa de la Pobreza de Foncodes (2006), el 100% de pobladores no tiene electricidad, el 93% carece de agua potable, la desnutrición alcanza al 55% y el analfabetismo femenino afecta al 34% de la población.

Ojalá que la barbarie dibujada por Edilberto Jiménez remueva conciencias, despierte sensibilidades y, sobre todo, ponga las manos a trabajar. Arte comprometidoEdilberto Jiménez fue promotor de comunicación y cultura del Centro de Desarrollo Agropecuario en la zona de Chungui en el periodo posguerra interna.

Colaboró con la Comisión de la Verdad y Reconciliación suministrando los testimonios que recopiló y localizando algunas fosas comunes. En los últimos años ha participado en una investigación similar referida a la matanza de Lucanamarca, en 1983.


Evo Morales ¿Cómo responderle a un pobre lenguaraz?

Evo Morales sigue con su sarta de ataques contra el Perú, planteando otra vez el problema de qué hacer frente a un lenguaraz empedernido que –ahí está el detalle– preside un país vecino dentro de una complicación creciente de la geopolítica regional.Hace tres meses nos planteamos la misma pregunta en esta columna, luego de que el presidente Morales ‘amenazara’ con romper la relación diplomática con el Perú, y concluimos que lo mejor era actuar con prudencia e indiferencia frente a alguien cuya lengua es más rápida que su cerebro.
Aunque desde entonces Morales ha intensificado los ataques, hoy seguimos pensando igual. Hace tres meses le molestaban el asilo a los ex ministros bolivianos y la demanda limítrofe contra Chile, y ahora ha ampliado el repertorio.
Primero, con la afirmación de que la derecha boliviana ha contratado mercenarios peruanos para cometer atentados y desestabilizarlo, deslizando un auspicio del gobierno peruano. Segundo, con la idiotez de que una candidata peruana en un concurso internacional de belleza no puede usar el traje típico de la diablada, amenazando, incluso, con el ridículo de poner esta ‘disputa’ en la corte internacional de La Haya.
¿Por qué la obsesión de Morales con el Perú? Una posibilidad es que sus ataques tengan una motivación estratégica; por ejemplo, actuar por encargo de su patrón Hugo Chávez, o creer que enemistándose con García será recompensado por Chile.Otra explicación podría ser su necesidad de afirmarse en el frente interno de cara a la elección que viene, para lo cual busca un enemigo externo como el Perú.
Y otra es que estemos frente a un lenguaraz empedernido, uno de esos loquitos que ‘escuchan voces’ y no pueden vivir sin insultar. Mirko Lauer recordó ayer en su columna que el Perú no es el único objetivo en la mira de la metralleta verbal del presidente Morales.¿Qué hacer? Cuando este boca floja disparó hace poco contra Chile y Argentina, sus gobiernos protestaron y Morales ofreció disculpas.
Pero ‘cuadrarlo’ no va a servir en el caso peruano; al contrario, eso busca con desesperación.¿Quién no se ha topado alguna vez con esos loquitos atolondrados que buscan hacerse de un espacio en la vida a costa de insultarnos sin sentido, atacando desde las ideas hasta los kilos que uno carga? Hay enemigos que es mejor evitar porque nos pueden desprestigiar. Frente a esa pobre gente que vive con la mierda revuelta, es mejor no hacerles caso y dejar que se sigan revolviendo en ella.
Así, el Perú debe seguir respondiendo las impertinencias inagotables de Evo Morales con indiferencia, que es lo que hacen, con acierto y paciencia, el presidente García y el canciller José Antonio García Belaunde.


lunes, 17 de agosto de 2009

Tras 24 años ex militar será enjuiciado por asesinato de Accomarca


Corte Federal de Miami aprobó extradición de ex suboficial, responsable de la masacre de Accomarca, donde murieron 89 campesinos entre adultos y niños.
En unas semanas el Departamento de Estado de EE.UU. remitirá la fecha de entrega de Telmo Hurtado a las autoridades peruanas
El ex subteniente del Ejército peruano Telmo Hurtado Hurtado, uno de los principales responsables de la masacre de Accomarca, en 1985, será extraditado al Perú desde los EEUU, donde permanece detenido en una cárcel federal de Miami desde el año 2007.
Así lo informó Karim Ninaquispe, abogada de los deudos de Accomarca y representante legal de la Asociación para el Desarrollo Humano Runamasinchiqpaq (ADEHR), quien precisó que la fiscal del Departamento de Justicia de Estados Unidos Dra. Magdalena Boyton, informó a las autoridades peruanas que la Corte Federal de Miami aprobó la solicitud de extradición de Telmo Hurtado Hurtado.
Karim Ninaquispe precisó que en unas semanas el Departamento de Estado de Estados Unidos remitirá la fecha de entrega de Telmo Hurtado a las autoridades peruanas. “En ese sentido, demandamos que las autoridades peruanas realicen sus mejores esfuerzos para que se logre con éxito la entrega de Telmo Hurtado a las autoridades judiciales peruanas”, señaló Ninaquispe Gil.
La abogada de ADEHR aseveró que las autoridades peruanas deben poner el mayor celo posible para la entrega de Telmo Hurtado, para que no se frustre y retarde su llegada al Perú como pasó con el ex teniente Juan Rivera Rondón, quien dilató su llegada al Perú, luego que no quisiera abordar el avión en el que iba a ser deportado en junio de 2008.
“Esperamos que agentes de la Interpol del Perú puedan viajar hacia Estados Unidos para apoyar la entrega de Telmo Hurtado a las autoridades peruanas. No, olvidemos que se trata de uno de los principales responsables de la masacre de Accomarca y que su llegada al Perú abrirá el camino hacia la verdad de saber exactamente que paso en el operativo militar en el que perdieron la vida más de 60 personas, entre niños, niñas, mujeres y ancianos”, refirió.
Por su parte, los deudos de Accomarca recibieron con gran satisfacción esta noticia, pues sienten que luego de 24 años recién se hará justicia con sus familiares asesinados cruelmente.

A 24 AÑOS DE LA MASACRE DE ACCOMARCA (AYACUCHO)


El 14 de agosto de 1985, un atroz crimen estremeció Ayacucho. La comunidad de Accomarca, ubicada en la provincia de Vilcashuamán, fue el escenario donde la sangre de los comuneros se entremezcló con balas, incendios y granadas de los efectivos militares. La masacre dejó sesenta y nueve pobladores muertos, así como un largo camino para que la justicia alcance a sus familias.


Los hechos

Al recibir información de presencia terrorista en la comunidad de Accomarca (Vilcashuamán), el Jefe del Comando Político Militar de Ayacucho, Wilfredo Mori Orzo ordenó la elaboración de un plan cuyo propósito consistía en la captura y/o destrucción de elementos terroristas existentes en la quebrada de Huancayocc. De esta manera nace el denominado “Plan Huancayocc”

Así, el 9 de agosto de 1985, efectivos del ejército llegaron a San Sebastián de Huamanmarca, distrito de Huambalpa, donde además de asesinar a ocho personas, saquearon y quemaron sus viviendas. En Lloclla, Huancayoc, Pitecc y Ahuaccpampa siguieron sus incursiones. Así, antes de retirarse a Vilcashuamán, habrían asesinado a Seferino Baldeón Palacios, Pelayo Quispe Palacios y Cornelio Quispe Baldeón.

En los días siguientes, las patrullas del Ejército continuaron ocasionando desmanes en Quinuas, Runcua y Pitecc, donde se encontraron con otras patrullas que llegaron de Vilcashuamán y Huambalpa. Entonces enrumbaron hacia Accomarca, adonde llegaron a las cinco y treinta de la tarde.

En la mañana del 14 de agosto, las patrullas del subteniente EP Telmo Hurtado Hurtado y la del teniente EP Juan Rivera Rondón –aproximadamente 25 efectivos– bajaron a Llocllapampa, ubicado a tres kilómetros de Accomarca. Ahí, bajo el pretexto de una asamblea, los militares reunieron a 69 comuneros en la plaza de dicho poblado.

Los agruparon en tres viviendas, previa separación de hombres, mujeres y niños: a los hombres los encerraron en la casa de Cipriano Gamboa, a las mujeres en la casa de César Gamboa y a los niños los llevaron a la casa de Rufina de La Cruz. Pero, tal como indican los testigos, las mujeres fueron llevadas previamente a una acequia en donde las habrían violaron. Ello se deduce de los gritos que escucharon los comuneros mientras permanecían escondidos entre los matorrales.

Los militares acusaron a los pobladores de terroristas, ya que tenían referencias de que en Llocllapampa funcionaban dos escuelas populares y un centro de abastecimiento senderista, con municiones, alimentos y frazadas. Luego empezaron los disparos y tras ello, la desesperación. Las mujeres gritaban aterrorizadas, los ancianos pedían auxilio, los niños lloraban. Sin embargo los efectivos no cesaban en su accionar, por el contrario, procedieron a incendiar las viviendas y finalmente les lanzaron granadas.

A las cuatro de la tarde, los efectivos se retiraron. Los pobladores que habían logrado escapar regresaron al lugar y observaron la horrible escena: 39 adultos y 23 niños ejecutados.

Pero la masacre aún no había terminado. En las semanas siguientes fueron asesinados varios testigos del múltiple crimen con el evidente propósito de ocultarlo y sustraer a los responsables de la acción de la justicia.

Así, el 8 de setiembre, efectivos militares mataron a Brígida Pérez Chávez y a su hijo Alejandro Baldeón, testigos de la matanza de Accomarca. Al día siguiente, efectivos el ejército del cuartel de Vilcashuamán detuvieron a Martín Baldeón Ayala, de 66 años de edad y lo llevaron a la base de Vilcashuamán. Diariamente, su esposa Paulina Pulido Palacios acudía al cuartel para entregarle alimentos. Pero el 16 de setiembre fue detenida. Nunca más se supo del paradero de ambos.


La investigación

El 11 de setiembre de 1985, el Senado nombró una comisión investigadora presidida por Javier Valle Riestra que tenía como propósito, investigar las matanzas de Pucayacu y Accomarca.

Dos días después de nombrada la comisión, el entonces diputado Fernando Olivera encontró ocultos los cuerpos de cinco personas –sin rigor mortis, sangrantes, asesinadas a balazos– en nichos del cementerio de Accomarca. Según el testimonio de Viviana Baldeón Pulido, horas antes del arribo de la comisión investigadora, militares habrían llegado a la zona y eliminado a los testigos.

Como parte de sus indagaciones la comisión senatorial entrevistó al subteniente Telmo Hurtado en el cuartel “Los Cabitos” (Ayacucho). Hurtado no mostró arrepentimiento alguno por lo ocurrido e incluso llegó a justificar el asesinato de niños aduciendo que los comunistas iniciaban el adoctrinamiento de sus seguidores desde muy temprana edad.

El 12 de octubre, la comisión investigadora emitió su informe final. Concluyó que en el caso Accomarca-Llocllapampa, se perpetró un delito común y no castrense, que es probable que la cifra de víctimas fuera de aproximadamente 69 y que no se demostró si hubo violación sexual. Asimismo, indicó que era necesario estudiar si los autores materiales actuaron en virtud de órdenes verbales o si sus acciones respondieron a la formación recibida.


Acciones Judiciales

El 17 de setiembre, el fuero militar abrió instrucción contra el Sub Teniente Telmo Hurtado y otros militares por abuso de autoridad y homicidio en agravio de 69 civiles fallecidos en Accomarca. Simultáneamente, el juez instructor ad hoc abrió instrucción por homicidio calificado.

Pese a que la responsabilidad de los altos mandos y mandos intermedios estaba clara en la matanza de Accomarca –en tanto era producto de la política dirigida desde el Estado a través del Presidente de la República y los altos mandos del Ejército y Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas– el caso fue ventilado en la justicia militar por decisión de la Corte Suprema, en marzo de 1986. En ese fuero, Telmo Hurtado fue absuelto de los delitos de homicidio, negligencia y desobediencia, y sólo fue condenado –por abuso de autoridad– a seis años de prisión y al pago de 500 soles por concepto de reparación civil a los deudos de las víctimas. El resto de efectivos militares fue absuelto.

Siete años más tarde, el Consejo Supremo de Justicia Militar, confirmó la sentencia y la reparación otorgada. Para entonces Telmo Hurtado ya ostentaba el grado de capitán. Posteriormente, en mayo de 1999, la prensa informó que Hurtado laboraba normalmente en la Sexta Región Militar del Ejército y que incluso ya había ascendido a mayor.

Todas las reacciones y acciones de las Fuerzas Armadas y del propio presidente Alan García –quien ofreció modificar la política subversiva pero los posteriores atropellos y violaciones a los derechos humanos comprueban que no lo hizo– se dirigieron a encubrir los hechos y a encontrar un chivo expiatorio –Telmo Hurtado– quien pese a su responsabilidad en el caso no es el único implicado. Los altos mandos y mandos intermedios, así como todos los que participaron en la planificación, coordinación, ejecución y encubrimiento de este crimen de lesa humanidad tienen una deuda pendiente con la justicia y con la nación.


La denuncia

El 2 de febrero pasado, la fiscal especializada en derechos humanos Cristina Olazábal, presentó la denuncia contra el ex presidente Alan García, por delito de omisión impropia, y otros altos mandos militares (entre ellos, César Enrico Praeli, ex presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas; Jorge Flores Torres, ex ministro de Guerra; Sinesio Jarama Dávila, jefe de la Segunda Región Militar; Wilfredo Mori Orzo, jefe político militar de Ayacucho; Nelson Gonzáles Feria, ex jefe del Estado Mayor; César Martínez Uribe, ex comandante del Estado Mayor; José Williams Zapata, ex jefe de la compañía Lince; entre otros) por el asesinato y genocidio de 69 pobladores de la comunidad de Accomarca.

Desde entonces, la fiscal Olazábal fue objeto de duras críticas por parte de sectores vinculados al partido aprista, así como de continuos hostigamientos y amenazas. Asimismo, en abril pasado, la Fiscalía Suprema de Control Interno solicitó su destitución, pero el pedido no prosperó. Pese a ello, la magistrada ha recibido el respaldo de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, así como de los propios afectados por la violencia quienes destacaron su labor.

El 1º de abril pasado, el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, emitió la Resolución Administrativa No 075-2005 en la que señalaba que “los Juzgados Penales Supraprovinciales que funcionan en el distrito judicial de Lima tienen competencia para conocer delitos contra la humanidad (...), así como los delitos conexos a los mismos, acontecidos en cualquier lugar del territorio nacional”. Con ello, el caso Accomarca y otros en los que hubiera tres o más agraviados, fueron trasladados a Lima.

El 1º de junio, el titular del Tercer Juzgado Supraprovincial, Walter Castillo, abrió proceso con diversos mandatos de detención a más de 20 militares, presuntamente responsables de la matanza de Accomarca pero decidió archivar, en primera instancia, la denuncia penal que emitió la fiscal Cristina Olazábal contra Alan García, tras determinar que no se han presentado las pruebas suficientes para abrir un proceso penal al líder aprista. Tampoco abrió instrucción contra el ex ministro de Guerra, Jorge Flores Torres; el ex presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, César Enrico Praeli; ni contra el ex jefe de la Segunda Región Militar, Sinesio Jarama Dávila.

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FUENTE:http://www.aprodeh.org.pe/sem_verdad/memoria/accomarca01.htm

sábado, 8 de agosto de 2009

Estalla la ira ante el cierre de 34 emisoras en Venezuela



Los principales líderes de la oposición han alertado ante el golpe de gracia a la libertad de expresión y el cambio de la ley electoral calificándolos de golpe dictatorial.

La oposición venezolana en bloque rechazó el cierre de 34 emisoras de radio por una decisión administrativa de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel).

Consideran la decisión como una acción política destinada a "acallar las voces disidentes y las críticas al presidente Hugo Chávez". Esta decisión de Conatel se produjo inmediatamente después de la visita del ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y de sus elogios, como destacó El Semanal Digital, al "nivel satisfactorio de libertad de expresión".

Para el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, lo ocurrido revela que Chávez "tiene miedo a la libertad de expresión" y reiteró que los venezolanos "deben estar conscientes de que están llamados a defender la democracia".

El secretario general del partido opositor Primero Justicia, Tomás Guanipa, dijo que la medida "afecta a todos los venezolanos", mientras que el dirigente de la Causa R, Andrés Velásquez, calificó la medida como un "acto de fascismo". También se pronunció la directiva del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) con un comunicado en el que calificó de "despótica" la decisión de Conatel.

La patronal venezolana se sumó a las críticas y señaló que "estas medidas dan cuenta de la intención que se tiene de silenciar no sólo a los medios de comunicación social, sino a todos los venezolanos". "Observamos también que desde el Ejecutivo se insiste en acabar con las empresas privadas, la propiedad y los medios de producción", añadió la Federación de Cámaras Empresariales (Fedecámaras).

Es especialmente relevante lo dicho en un vídeo por Ismael García, secretario general del partido Podemos, una escisión del chavismo que ahora se engloba en la oposición y defiende posturas socialdemócratas.

Define el régimen de Chávez como "una revolución que sólo ha servido para que unos cuantos corruptos hoy sean la nueva burguesía de este país".Además, advierte que "lo que está en discusión no es el cierre de las emisoras, lo que está en cuestión es que nos van a quitar el país, nos van a quitar la patria", por lo que no se trata de "un problema de los medios de comunicación o de un gremio concreto o de los dueños de las emisoras es que nos van a quitar nuestros hijos y nos están quitando nuestros sueños".

Todo esto lleva a García a afirma que ha llegado "la hora de la patria, la hora de movilizarnos, de tomar las calles", un llamamiento que hace al país, porque "van a ir por todos o todos vamos por la patria". Al final del vídeo el dirigente de Podemos se dirige expresamente a los que todavía creen en Chaves y se cita a sí mismo como ejemplo de persona que estuvo con el mandatario venezolano "por principios", unos principios que ahora le llevan a estar con la oposición "con la mayoría de este país".

viernes, 7 de agosto de 2009

Hace 30 años falleció Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador del Apra


Fue perseguido, encarcelado y exiliado en varias ocasiones. Incluso se le impidió asumir la presidencia del país en 1962.
Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador y líder histórico de Apra, nació en Trujillo el 22 de febrero de 1895. Procedente de una familia acomodada, se educó en las universidades de Trujillo, Lima y Londres. Ya como estudiante inició actividades políticas, centradas en la idea de extender la educación a las clases trabajadoras.
Fue elegido presidente de la Federación de estudiantes del Perú en 1919. Su oposición a la dictadura de Leguía le llevó a la cárcel, de donde salió tras una huelga de hambre para exiliarse en México (1923-30). Allí fundó en 1924 el Apra (Alianza Popular Revolucionaria), un partido populista de ideología nacionalista, antiimperialista y anticapitalista.
Regresó al Perú tras el derrocamiento de Leguía, participando en las elecciones de 1931; pero la victoria le fue arrebatada por Sánchez Cerro, que lanzó la persecución del Apra, encarcelando a su líder (en 1933 Sánchez Cerro sería asesinado por un exaltado aprista).
Recuperó su libertad en agosto de 1933, durante la gestión presidencial de Óscar R. Benavides. En 1936 tuvo que exiliarse de nuevo al ser anuladas las elecciones en las que había triunfado el candidato apoyado por el Apra.
Regresó a la actividad política en 1943, si embargo el golpe de Estado de 1948 le obligó a refugiarse en la embajada de Colombia en Lima, de donde no pudo salir hasta que en 1954 se le permitió exiliarse en México
Volvió al Perú en 1957 y triunfó en las elecciones presidenciales de 1962, pero un nuevo golpe militar le impidió tomar posesión del cargo. Sus obras fueron compiladas y editadas en 1977 por Andrés Townsend. Las más destacadas son: “ Por la emancipación de América Latina” (1927), “El antimperialismo y el Apra” (1936, 1970 y 1986) y “Espacio-tiempo-histórico” (1948).
Víctor Raúl Haya de la Torre murió en Lima el 2 de agosto de 1979, declarándose duelo nacional, y fue enterrado en Trujillo, su tierra natal.


Fuente: Archivo El Comercio

sábado, 1 de agosto de 2009

ETA: medio siglo desvariando

Por Ramiro Escobar(Internacionalista)

Acertijo explosivo: Palma de Mallorca acaba de ser sacudida –el jueves 30– por un brutal atentado que ha matado a dos miembros de la Guardia Civil española. Un día antes, un coche-bomba estalló frente al cuartel de este cuerpo en Burgos, causando varios heridos. ¿Qué se ‘celebra’?

Los historiadores quizás adivinaron: ETA cumple 50 años.Aunque parezca increíble, la violencia del grupo armado vasco parece estar llegando a tal desvarío que, al cumplir su medio siglo, vuelve a escena con una cadena de atentados que son la cruel metáfora de su modo de entender una efeméride. Lo de Burgos, incluso, pudo ser una matanza ya que, a diferencia de otras veces, no hubo el ‘gentil’ aviso previo.

Uno mira España, toda Europa, y se pregunta, descabellado, ¿cómo es que aún subsiste, en medio de tanta modernidad, un movimiento de ideas y prácticas tan díscolas? Ya no existe ni el IRA irlandés, penúltimo espasmo de un modo feroz de resolver diferencias, que a pesar de un reciente rebrote se muestra más desplomado que el Muro de Berlín.

Pero Euskadi Ata Askatasuna (ETA, Patria Vasca y Libertad) continúa, friega, mata. Anuncia treguas incluso (la última comenzó en marzo del 2006 y terminó en diciembre del mismo año, con un coche bomba en el aeropuerto de Barajas) y luego se desdice.

La única explicación, al parecer, es que su persistencia está atada a un relato.Un relato que habla de la marginación del pueblo vasco a través de la historia, algo que tiene mucho de real y que en los tiempos de Franco alcanzó niveles de abuso notables (el ‘generalísimo’ suspendió el Estatuto de Autonomía Vasco).

Una narrativa, además, que trae el presente tradiciones antiquísimas y una lengua extraña, que no es de origen latín.Todo eso, siendo cierto, fue hiperbolizado a partir de 1959, cuando nace ETA en las aulas universitarias, y aún antes por vascos empeñados en afianzar su peculiaridad. Uno de ellos fue Sabino Arana (1865-1903), quien fue un ardoroso defensor del idioma y de la presunta superioridad de los vascos sobre los españoles (¿¿existe tal cosa??).

ETA es la depositaria armada de esas ideas, que circulan en formas felizmente más sublimadas por otros partidos políticos del País Vasco Y en su medio siglo de existencia ha matado –con crímenes selectivos o masivos, ni siquiera en combate– a más de 800 personas. ¿Ese es el precio que debe tener una porfiada cruzada por la identidad?

Lo peor de todo es que dicha obsesión independentista ha convertido a uno de los territorios más prósperos de Europa y del mundo (tercero en Índice de Desarrollo Humano, detrás de Islandia y Noruega), de deliciosas comidas y nobles gentes, en un foco del terror. Sitios tan hermosos como San Sebastián o Bilbao cargan con esa sombra.

Esta impronta ocurre, por último, cuando, tras décadas, hay un gobierno no nacionalista en Euskadi. Puede pensarse entonces que ETA se encuentra en un momento de debilidad y, por eso, alienta esta ola de atentados que la pone en vitrina, en coincidencia con su medio siglo de vida (y muerte). Qué infeliz cumpleaños, realmente.

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