sábado, 7 de noviembre de 2009

Caída del muro de Berlín: El triunfo de la libertad









VIDEO DOCUMENTAL SOBRE LA HISTORIA EL MURO DE BERLÍN
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VIDEO DE LA CANCIÓN VIENTOS DE CAMBIO 1989 (WIND OF CHANGE -SCORPIONS)

http://www.youtube.com/watch?v=vy24I8HNwKI&feature=related

Por Angela Melero

Acaecía el año 1989, cuando se anunciaba con gran júbilo en los diversos medios de comunicación que el Muro de Berlín, el Telón de Acero, el Muro de la Vergüenza, la Barrera de Contención Antifascista o la Cortina de Hierro, estaba desapareciendo.
Finalizada la II Guerra Mundial, el mundo vivió en un falso periodo de estabilidad. Las buenas intenciones plasmadas en la celebración de diversas conferencias, se vieron ensombrecidas con el surgimiento de dos grandes potencias antagónicas: EEUU y la URSS, que comienzan a disputarse Europa. Después de la contienda bélica, se hace necesario dar un escarmiento y desmantelar la gran Alemania, castigarla.
Así, en la Conferencia de Londres, el 12 de septiembre de 1944, se estableció la presencia de Gran Bretaña, Francia, Rusia y EEUU, en Berlín. Posteriormente, con la Conferencia de Potsdam, finalizada el 2 de agosto de 1945, Berlín, capital del III Reich, anteriormente de Prusia y de Brandemburgo, quedaba dividida en cuatro zonas de ocupación controladas por las cuatro potencias ganadoras de la II Guerra Mundial, y antes mencionadas. Será Berlín el microuniverso de la Guerra Fría, iniciada en 1947; fue el ejemplo y la constatación de la división del mundo en dos bloques opuestos, que evidenciará que la humanidad no había aprendido nada, nada de nada, a pesar de desear en un primer momento, realizar una política de paz.
La repartición de Berlín se tradujo en la división de la misma en cuatro sectores: Francia dominaría el Suroeste, Gran Bretaña el Noroeste, EEUU el Sur y, Rusia el Este. La zona de ocupación rusa, Berlín Este, quedaba protegida por los países satélites del ámbito comunista, regentados por regímenes al servicio de la URSS: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Yugoslavia, Albania, y Bulgaria. Se parapetaba y delimitaba la zona de influencia de la URSS, encabezada por la gran Rusia.
La construcción del Muro de Berlín, se produjo apresuradamente del 12 al 13 de agosto de 1961. No provocó una respuesta rápida de los países occidentales; se permitió porque la URSS estaba legitimada y actuó dentro de la legalidad; podía hacer y deshacer a su antojo en su ámbito de influencia, y proteger las zonas de sus dominios, sobre todo de las fronteras, excusándose en la necesidad de cerrar sus puertas a la entrada de espías y boicoteadores que deseaban poner fin al perfecto sistema de Berlín Este.
Si bien es verdad, que la razón esgrimida por la URSS no carecía de fundamento, también es cierto que Alemania del Este perdió aproximadamente, desde 1945, unos tres millones de personas que huyeron de la zona oriental; se constataba una fuga de talentos y trabajadores a los que la URSS no quería dar tregua; sólo volvieron quinientas mil personas que no encontraron sus sueños en la zona de ocupación capitalista.
La medida más drástica fue el levantamiento del Muro. Sin embargo, ya desde 1946 se comenzaban a tomar medidas en cuanto a la vigilancia de las fronteras. El 30 de junio de ese mismo año, los soviéticos colocan una línea de demarcación entre Berlín Este y Oeste, y se exigía, a los que pretendían cruzar, un pase. El 8 de mayo de 1949 se crea la República Federal Alemana, con la unión de los sectores de Francia, Gran Bretaña y EEUU. La replica de la URSS no se hizo esperar; el 7 de octubre de 1949, se establece la República Federal de Alemania, con capital en Berlín Este. El 27 de mayo de 1952 se interrumpen las comunicaciones telefónicas entre ambas zonas, y no será restablecida hasta el 31 de enero de 1971. La división no sólo alcanzaba el ámbito político, económico y territorial, sino que separaba familias y amistades, es decir, la separación también era social.
A medida que la Guerra Fría avanzaba, Berlín incrementaba su capacidad fronteriza, hasta que finalmente por medio de la “Operación Rosa”, gestada por Walter Ulbricht y Enrich Honecker, se comienza la construcción del Muro de Contención Antifascista, por medio de los vopos o policía popular, y los planos diseñados por Hagen Koch, un soldado reclutado por Honecker, que declararía que en esos momentos, estaba convencido de que pertenecía al bando de los buenos y que se trataba de velar por la paz.
Tenía 21 años y sería considerado como uno de los murólogos más cotizados.A partir del 12 de agosto de 1961, la coexistencia pacífica que se daba en las cuatro zonas de ocupación se esfumó. Anteriormente a esta fecha los berlineses de la zona británica, podían trabajar en la zona rusa, visitar a sus familiares de la zona francesa, y comprar en la zona estadounidense.
La frontera dejó de ser una línea imaginaria, para vestirla de alambres, cemento y hormigón. Se incrementó la vigilancia, y los medios de persuasión para pasar al otro lado; se ataron perros con una holgura de cuerda suficiente para el ataque y metralletas automáticas, dirigidas hacia un hipotético pectoral humano, accionadas por medio de los pasos de los que intentaban cruzar la frontera. Se había creado dentro del Muro, la franja de la muerte, únicamente franqueada por torres de vigilancia.
En los primeros años, el Muro constaba de zonas muertas, por los que los Ossis (alemanes del Este) lograban cruzar al otro lado, el lado de la abundancia, beneficiado de todo tipo de ayudas de las potencias de occidente, mientras que los del Este se veían ahogados para pagar las indemnizaciones de guerra a la URSS.
Se llegaron incluso a demoler los edificios contiguos y con vistas al muro y a la zona occidental, para evitar la visión de los Wessis (alemanes del Oeste), y obstruir todo punto de fuga. La primera víctima no tardó en llegar. El 24 de agosto de 1961, moría Günter Litfin, al intentar cruzar a nado el canal, de un tiro en la nuca, a pesar de levantar sus brazos en señal de rendición; contaba con 24 años y era sastre de profesión.
En 1962, y ante la vista de todos, moría Peter Fechter desangrado en Check Point Charlie, sin que ningún lado hiciera amago de rescatarlo de la tierra de nadie; el mundo se paralizó ante la imagen. La última víctima, Chris Gueffroy no pudo esperar los nueve meses que le separaban de la libertad y de ver con sus propios ojos la demolición del Muro; el 5 de febrero de 1989, con 20 años, decidió buscar una vida mejor en el otro lado.
En 1985, Gorbachov asciende al poder implantando la Perestroika y la Glasnost; en agosto de 1989, Hungría, negociaba con Austria las restricciones fronterizas y permite el paso de alemanes hacia el Oeste. Es un periodo de apertura y de relajación en las relaciones internacionales. Llegan nuevos vientos de libertad, que se plasmaran, sobre todo, en las concesiones que el nuevo presidente ruso realizará.
El 20 de agosto de 1989 ante el asombro de occidente, se celebra el primer festival de rock de Moscú: Moscow Music Peace Festival, en el Estadio Lenin. Entre los asistentes se encontraba Klaus Meine, vocalista y compositor de Scorpions, primer grupo musical en actuar en la URSS. En dicho festival, Meine se inspiraría creando la canción: Wind of Change, que pondría música a la demolición y destrucción total de uno de los últimos vestigios de la Guerra Fría y de las consecuencias de la II Guerra Mundial. La canción no sólo representará el fin del comunismo, la admiración por la Perestroika, y el fin de la Guerra Fría, sino que era la nueva melodía de la confraternidad y de la nueva paz.
En 1991, el grupo alemán de Hannover, sería invitado por Gorbachov a cantarla en la Plaza del Kremlin.El mundo quedaba asombrado del rápido rumbo de los acontecimientos, cuando el 9 de noviembre de 1989, ante la mirada atónita de la humanidad, se produce la demolición del monstruo inerte. Vigilado por la Puerta de Brandemburgo, testigo mudo y, paradójicamente, construida como símbolo de la paz en 1791 por el arquitecto Carl Gotthard Langhans, el pueblo alemán acababa con uno de los símbolos del siglo XX. Nadie parecía dar crédito a las noticias que se estaban retransmitiendo.
Miles de berlineses, sin especificar su procedencia, se reunían sin miedo en el Muro, y comenzaban su destrucción, sin que nadie se lo impidiera. La reunificación alemana (la primera acaeció en 1871 con Bismarck) venía de la mano de la apertura; con la firma del Tratado Dos más Cuatro (12 septiembre 1990), en el que los cuatro países vencedores de la II Guerra Mundial: Rusia, EEUU, Francia, y Gran Bretaña, suscribieron un acuerdo con los dos estados alemanes, RFA y RDA, que abrió el camino hacia la reunificación, y se le permitía a Alemania tomar las riendas de su destino, sin tutela.
La unificación pudo completarse, el 3 de octubre de 1990. Sólo faltaba derribar el muro psicológico de años de separación; el tiempo pasaba factura. Nacidos de un mismo tronco y separados físicamente, la vida no les había deparado los mismos matices. Ya no eran los mismos; el objetivo del muro, aunque parcialmente, se había cumplido.
De los 155 km que formaron el Muro, actualmente sólo se conservan 1,3 km, en lo que se denomina la East Side Gallery (Galería del Lado Este), declarada Monumento Histórico Nacional en 1991. Si por el lado Oeste la gente podía acercarse al muro, por el Este, estaba prohibido aproximarse en 3 km. Por ello, el lado de la RFA se llenó de graffitis al poco de levantarse, el lado Este, sólo tras la caída del régimen comunista, pudo ser decorado.
A él se dirigieron artistas de todo el mundo para plasmar, e intentar que visualmente que la gente no se olvidara de lo que allí ocurrió. Entre los momentos más señalados está el Beso Fraternal o Bruderkuss entre Leónidas Breznev y Erich Honecker, cuando Alemania del Este premiaba al líder ruso, en 1979, con la medalla de Karl Marx reconociéndole como Héroe de la RDA. Diez años más tarde, en distintas circunstancias, Gorbachov besaba aviesamente a Erich Honecker; le quedaba poco de vida al régimen germano por él dirigido.
También conocida es la pintura del famoso coche de la Alemania oriental, el Trabant, rompiendo el muro un 9 de noviembre en 1989. Igualmente se pueden leer frases reivindicativas como “Las flores del campo no quieren maceta”. Se recuperaba la ideología hippie del amor con la destrucción de un muro que abría paso a una nueva etapa, que no debía olvidar lo que fue una vergüenza durante 28 años.
Con la caída del Muro y la reunificación de Alemania llegaron las responsabilidades. Hocnecker, hombre satélite de la URSS durante 20 años, fue llamado a responder por los crímenes del Muro; nunca fue condenado y murió en Chile en 1994.Más que el III Reich, fue el pueblo alemán el castigado al finalizar la II Guerra Mundial. El temor al surgimiento de un nuevo sistema fascista y la imperiosa necesidad de los vencedores de cobrarse los daños emanados de la guerra, provocaron la ridícula necesidad de repartirse Alemania.
Tal fue el ambiente creado durante la Guerra Fría, que en la construcción del muro, durante la división de Berlín, el monumento al soldado soviético, realizado con el mármol proveniente de la Cancillería de Hitler, quedó en el lado británico, debiendo desfilar marcialmente a través de los otros sectores los soldados soviéticos, para realizar el cambio de guardia. Tan ridículo como patético definiría, a mi entender, tanto el levantamiento del muro, evidentemente visto con la mirada de nuestros tiempos. Elucubrar sobre la posibilidad de su no existencia no llegaría a ningún lugar.
El muro existió; ese es el hecho y produjo una serie de consecuencias, que no deben ser olvidadas. Demagógico, aunque sincero, sería meditar sobre los muros que hoy en día se levantan y no son tan evidentes para dejar constancia en la historia. No lo voy a hacer; pero estudiando hechos como la construcción del Muro o la II Guerra Mundial, personalmente, llego a la conclusión, de que la tan traída Memoria Histórica, se vuelve amnésica.
Por Ángela Melero
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