viernes, 1 de mayo de 2009

MARIA ELENA MOYANO Y LA DERROTA DE SENDERO LUMINOSO


"En Villa yo nací en Villa me crié, en Villa tuve mis hijos, en Villa me enamoré, el diá que yo me muera y me lleven a enterrar, saldré de mi sepultura y por mi Villa he de luchar".

Si hicieramos la pregunta sobre el momento clave para la derrota de Sendero Luminoso, la mayor parte de personas responderían que dicho hito se produjo el 12 de septiembre de 1992, cuando cayó Abimael Guzmán y la mayor parte de la cúpula de la organización que quiso hacer estallar el país en pedazos. La mayor parte del tiempo coincido con esta afirmación. Luego de leer ayer la historia de Maria Elena Moyano, tal vez mi próxima respuesta a dicha interrogante varíe.
Y por ello es importante redescubrir lo que fueron esos años y lo importante que fue Moyano para la derrota de Sendero Luminoso. Para graficar mejor lo que representa Villa El Salvador, veamos cuales fueron algunas de las razones que llevaron a esta comunidad a ganar el Premio Príncipe de Asturias:Su "organización vecinal", en la que se mantiene siempre un alto grado de participación democrática, consiste en un modelo autogestionario basado en la tradición andina. Miles y miles de vecinos se convierten anualmente en dirigentes.
Cada manzana de casa elige cinco dirigentes, que ocupan las diversas secretarías: Salud, Educación, Comercialización, Producción y Servicios. Cada barrio elige a su vez otros ocho representantes y, finalmente, se nombran diez personas que conforman el Consejo Ejecutivo Comunal, donde está representado el conjunto de la población.En 1973, se celebró la primera Convención de Pobladores y se fundó la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador, CUAVES.
A partir de ella, fueron surgiendo otras organizaciones vecinales, como la Federación Popular de Mujeres, la Asociación de Pequeños Industriales y Artesanos o la Central de Cooperativas de Mercados que convirtieron a Villa El Salvador en un modelo de comunidad autogestionaria digno de ser estudiado.Durante finales de los años ochenta, el modelo autogestionario tuvo que hacer frente a dos graves problemas.
Por un lado, la crisis econòmica hacía más importante la labor de los clubes de madres, los comedores populares y las organizaciones de mujeres. De otro lado, Sendero arreciaba en las zonas urbanas y tenía un objetivo central: controlar las organizaciones populares para llevarlas hacia su proyecto autoritario y violento.
Sendero primero trataba de captar a los dirigentes, por la ideología o por la fuerza. Si no podía, utilizaba dos métodos: el desprestigio a través de acusaciones de corrupción o el asesinato. María Elena tuvo que pasar por esas etapas. A la vez que era Presidenta de la Federación de Mujeres, también era parte de Izquierda Unida y teniente alcaldesa de Villa El Salvador.
Aunque cuidó mucho que su labor como dirigente vecinal y representante política corrieran por "cuerdas separadas", lo cierto es que ello se hizo imposible cuando Sendero y la izquierda legal se enfrentaron abiertamente. Un proyecto de cambios llevado a cabo en paz y democracia contra una revolución armada y autoritaria. Eso se hizo más evidente con el paso de los años y la izquierda, en medio de su división interna, comenzó a entenderlo.
Por ello es que a Moyano pretendieron primero captarla y luego acusarla de malos manejos en la Federación de Mujeres. No pudieron hacerle daño, salvo en aquellos que quisieron creer patrañas, en medio de una situación compleja para una comunidad amenazada por el terror y la crisis. La situación llevo a María Elena a ser clara y contudente frente a Sendero y a decir frases como estas, en 1991:La revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva; es ética nueva. La revolución no es muerte ni imposición ni sometimiento ni fanatismo.
La revolución es vida nueva, es convencer y luchar por una sociedad justa, digna, solidaria al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo, respetando su democracia interna y gestando los nuevos gérmenes de poder del nuevo Perú.Hace varias décadas, Alejandro Romualdo escribía un poema sobre Túpac Amaru que quienes tenemos de 35 años para abajo debemos haber escuchado en el colegio. Y recuerdo el primer párrafo de aquel poema, análogo a lo que fue el final de la vida de María Elena Moyano y el inicio de la derrota de Sendero:Lo harán volar con dinamita. En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.A golpes le llenarán de pólvora la boca. Lo volarán: ¡Y no podrán matarlo! Sendero no solo es derrotado por un trabajo de inteligencia policial decidido, claro y que respetó los derechos humanos. Tampoco lo es únicamente por la valentía de los miembros de las Fuerzas Armadas, Policiales y de las rondas que cumplieron con su deber sobre la base de la Constitución.
Fundamentalmente, hay que decirlo, a Sendero lo derrotamos todos, porque rechazamos ese proyecto violento, de destrucción de lo que pretendíamos crear como democracia, de muerte de inocentes, de derramamientos de sangre. Porque la violencia no soluciona los problemas, sino que los acentúa. Por ello es que lo que hizo María Elena Moyano es encomiable: enfrentar con la fuerza de las ideas y de la acción a quien pretendía hacer de su comunidad un páramo del terror. Y por ello es tan chocante ver a su hermana avalar otro tipo de autoritarismo que tanto daño ha hecho a nuestra patria. En medio del arenal, surgió una comunidad. En medio del arenal, se derrotó al terror. MAS SOBRE EL TEMA:Comisión de la Verdad y Reconciliación: Los asesinatos de María Elena Moyano y Pascuala RosadoCarlos Tapia: El ejemplo de María Elena Moyano
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DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO: Una fecha para recordar


El Día Internacional de los Trabajadores o fiesta del 1 de mayo es un símbolo de la lucha social y sindicalista que emergió hace dos siglos, pero que este año no será celebrada por los miles de despedidos en el mundo, que han perdido sus puestos de labores por efecto de la crisis económica mundial.Estamos tan acostumbrados a hablar de la jornada laboral de ocho horas que con frecuencia olvidamos que no siempre se gozó de ese privilegio. En un pasado no tan lejano, los trabajadores consiguieron ser reivindicados como tales, al lograr la conquista laboral de las ocho horas de trabajo diarias, adoptada por casi todos los países.
Fue a fines del siglo XIX que en Estados Unidos se inició la cruzada más importante en la historia sindicalista. Trabajadores ferroviarios y obreros mal remunerados, cansados de su situación laboral, se enfrentaron al "statu quo" con la organización de huelgas y manifestaciones, que dieron como resultado la muerte y detención de sus principales líderes. El principal reclamo era reducir las jornadas laborales, que en ese entonces podían prolongarse en algunos casos hasta 18 horas seguidas, con el lema: "Ocho horas para el trabajo, ocho horas para la casa, ocho horas para el sueño", equilibrio perfecto que todavía hoy en día parece difícil de obtener.
Hacia 1874, la idea de llevar a cabo acciones para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas comenzó a extenderse desde distintos lugares y sectores de Estados Unidos. Los pioneros fueron los obreros ferroviarios, quienes llevaron a cabo una huelga que por semanas involucró a 17 Estados. Al poco tiempo se fueron sumando otras organizaciones, creándose en 1881 la Federación Americana del Trabajo (American Federation of Labor, AFL), heredera de la anterior Federación de Gremios y Sindicatos.
En noviembre de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor, en el que se propuso que a partir del 1 de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de ocho horas; caso contrario, se iría a la huelga. Fue en 1886 que el entonces presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas diarias. Como esta norma no se cumplió, las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se organizaron para paralizar la producción del país con una huelga de proporciones inimaginables.
Así, el 1 de mayo de 1886, cerca de 200 mil trabajadores iniciaron la huelga, mientras otros tantos obtuvieron su demanda al amenazar con un paro. Pero en Chicago la situación era diferente. En aquel tiempo, era la segunda ciudad de Estados Unidos, a donde cada año llegaban miles de ganaderos desocupados y se acogía a emigrantes llegados de diferentes partes del mundo. En consecuencia, las condiciones de los trabajadores en Chicago eran mucho peores que en otras ciudades de ese país, por lo que las movilizaciones continuaron los días 2 y 3 de mayo. REVUELTA DE HAYMARKET.
El punto más álgido de esta lucha tuvo lugar en Haymarket Square (plaza de Chicago) el 4 de mayo de 1886, durante una manifestación que congregó a unos 20 mil asistentes. Allí, una persona que nunca fue identificada lanzó un objeto contra el grupo de 180 policías presentes, produciéndose un gran estallido que dejó un oficial muerto y otros heridos. La respuesta policial no se hizo esperar: los efectivos abrieron fuego contra la multitud, matando a decenas de obreros y dejando más de un centenar de heridos. Las autoridades declararon el estado de sitio y bajo toque de queda se detuvo a cientos de dirigentes y trabajadores, los que fueron golpeados y torturados."MÁRTIRES DE CHICAGO".
El 21 de junio de 1886 se inició el proceso contra 31 supuestos responsables, que luego se redujeron a ocho; paradójicamente, el número de horas de trabajo que el movimiento obrero reclamaba como justas. Violando todas las normas procesales imaginables, los llamados "Mártires de Chicago" fueron declarados culpables, siendo tres de ellos condenados a prisión y el resto a la horca. Uno de ellos se suicidó en su propia celda para no ser ejecutado. A finales de mayo de 1886, varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de ocho horas. Luego, por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, realizado en París en 1889, se decidió celebrar cada 1 de mayo el Día del Trabajador, en homenaje al valor de los "Mártires de Chicago".
Fuente: Diario Correo (Lima) 01/05/2009
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