viernes, 8 de mayo de 2009

La tragedia de Lucanamarca


Celestino Ccente, víctima de la violencia en Ayacucho, fotografiado por Oscar Medrano, (Foto cortesía Caretas)

El 3 de abril de 1983 el "Presidente Gonzalo" ordenó a sus huestes dar un escarmiento al pueblo ayacuchano de Santiago de Lucanamarca. Ese día los terroristas asesinaron a hachazos a sesenta y nueve personas, entre los que se encontraban veinte niños. La Comisión de la Verdad ha exhumado los cuerpos con el objetivo de señalar judicialmente a los culpables y entregarlos a sus deudos.

EscribePaola Ugaz /agenciaperu.com

Santiago de Lucanamarca ingresó a la historia del Perú de la manera mas violenta. Ubicado a diez horas y tres mil quinientos metros de la ciudad ayacuchana de Huamanga, este pueblo nunca hizo noticia.

Hasta octubre de 1982, su población vivía apaciblemente. Pero en aquella fecha, una columna de Sendero Luminoso tomó la localidad, impuso sus reglas y, utilizando la escuela, consiguió el apoyo de los campesinos más jóvenes.

El sociólogo Carlos Iván Degregori conoce la trágica historia detrás de este pueblo: "Lucanamarca es uno de los tres distritos de lo que ahora comprenden la provincia de Huancasantos. Es una zona ganadera y es una zona donde Sendero Luminoso había venido haciendo trabajo ya desde fines de los años 70".

"Hay un momento", continúa Degregori, "un primer momento en el cual sectores importantes de la población aceptan la presencia de Sendero Luminoso. Esto, a fines del 82, coincide con una estrategia de Sendero, que era batir el campo le llamaban".

Sin embargo, muy pronto los pobladores se desencantaron de la intolerancia y el autoritarismo de los senderistas, y organizaron una rebelión en contra del opresor.

LA REBELIÓN

Muchos testimonios de pobladores sobrevivientes a esa tragedia señalan que en aquella época el pueblo se transformó, las marchas y las vivas a Abimael Guzmán ("Presidente Gonzalo") era lo usual, y las fiestas propias de la localidad prácticamente desaparecieron, y las pocas que existían eran asambleas para hablar sobre la 'guerra popular'.

"Es bien interesante que el punto de quiebre se da alrededor de la fiesta de carnaval", señala Degregori. "Llega a haber un núcleo de comuneros en contra de Sendero Luminoso, lo suficientemente importante y numeroso como para que puedan enfrentar a un poder que en ese momento aparecía victorioso también en la zona".

"Comienza a hacer los que habla hecho Sendero Luminoso en los años anteriores, o sea comienza a reunirse clandestinamente en la noche, en lugares apartados, de manera totalmente secreta para ver como se deshacían de los senderistas. Y entonces comienzan a organizar la recuperación del pueblo. Para ello toman como pretexto la fiesta de carnaval, entonces piden al Comité Popular que permita la fiesta", afirma.

"Entonces la estrategia de este sector de la población que encabeza la rebelión es que los cuadros que los mandos senderistas participan en las fiestas y se embriaguen. Es esa la estrategia que usan y, efectivamente, llega un momento en que los cuadros senderistas embriagados se duermen en la noche. Es una acción de los campesinos contra los cuadros senderistas, matan a algunos y toman presos a otros, paralelamente, mientras ellos se revelan va una comisión de campesinos a la base de Huancapi", señala el investigador.

LA MATANZA

Pobladores de Lucanamarca observan los cuerpos de sus familiares en una exhumación realizada por la Comisión de la Verdad (Foto cortesía CVR).

El 3 de abril de 1983, Abimael Guzmán y su Comité Central dieron la orden para la venganza. Una columna de Sendero Luminoso, formada por noventa terroristas, incursionó en Lucanamarca, y en las comunidades aledañas de Muylacruz, Llacchua, Ataccara y Yanaccollpa, donde asesinaron sin piedad, con hachas y machetes, a sesenta y nueve campesinos. Entre ellos se encontraban hombres, mujeres y veinte niños

Reina Quichua es una de las pocas sobrevivientes de la masacre. A los catorce años perdió a sus padres, tíos, abuelos y a todos sus hermanos. Ahora, vive del recuerdo de todos ellos,

"Yo estaba con mi papá con mi mamá, juntos estábamos viviendo en una estancia. De milagro han llevado a mi mamá a mi papá, a todos mis hermanitos, a mi hermana, y yo no más lo que me he escapado de allá, corriendo me he ido", rememora Reina.

"Después casi de media hora había regresado para que me lleve a mí, o para que me maten. Cuando yo me he dado cuenta ahí mismo me he escapado lejos ya... Después llegaron los senderistas, a las 7 de la mañana, diciendo que vamos a hablar con nosotros. A mi papá a mi mamá han anotado su nombre, vamos a conversar con nosotros diciendo y de allí pues se llevar a toditos a mi tía y a mi mamá. Yo estaba junto con mi mamá. Esos vinieron pues del este, Vilcancho, por la Puna. Entonces empezaron a matar de Anajulpa, justo hablan empezado con mis familias y de allí habían pasado para Lucanamarca, matando por aquí por allí, pura hacha no más habían matado", asegura.

"Ahí he perdido como ocho familias, aparte de mi papá, mi mamá, su hermano de mi papá, su hermana de mi mamá, y mis primitos también, mi prima hermana también. En realidad yo he perdido como doce familias ahí", señala la sobreviviente.

En 1988, el propio Abimael Guzmán, en una entrevista en El Diario, reivindicó la masacre de Lucanamarca y sostuvo que esta debería servir de escarmiento para todos los demás.

Para Carlos Iván Degregori, "lo que hizo Sendero fue un ajusticiamiento, un asesinato masivo, porque la gente estaba indefensa. Es decir, no fue un combate".

"Pero esa Asamblea es en realidad un matadero, porque separan hombres y mujeres a los hombres los tiran boca a bajo los amarran, les tapan el rostro con sus propios ponchos y comienza la masacre. O sea es una masacre planificada. Y ahí, lo terrible es que no llega ayuda", relata.

Sin embargo, Degregori señala que algo hizo que la tragedia sea aún mayor: "de repente, un niño, desde la torre del campanario de la Iglesia del pueblo, grita: 'compañeros sálvense, que vienen los militares'. La columna senderista no quiere ser sorprendida y se repliega del pueblo, y eso es lo que evita que las victimas sean más".

Oscar Medrano, fotógrafo de Caretas desde hace veintitrés años, llego a Lucanamarca veinticuatro horas después del genocidio, y recuerda lo que vio: "yo estaba prácticamente todas las semanas allá, iba generalmente los lunes o martes y regresabas los viernes o sábados. En ese entonces cuando ocurrir lo de Lucanamarca fue para nosotros algo especial, porque no eran las muertes de costumbre, sino muerte por machetazos, hachazos".

El fotógrafo encontró a "niños y ancianos que habían escapado de morir... algunos se salvaron con hachazos en el cráneo, otros estaban en el hospital, algunos fueron trasladados en helicóptero al hospital de Ayacucho".

La desolación, el dolor y el abandono marcaron desde entonces a los sobrevivientes de santiago de Lucanamarca.

LA EXHUMACIÓN

El martes 7, el presidente Toledo rindió un homenaje a las víctimas de Sendero Luminoso en Lucanamarca (Foto cortesía CVR).

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) ha logrado exhumar los cuerpos de las victimas, y llevar a sus deudos un poco de paz. Diecinueve años después, fueron destapadas cinco fosas y tres cementerios que albergaban los cuerpos de sesenta y nueve fallecidos. Las fosas estaban ubicadas en ocho lugares diferentes por encima de los cuatro mil metros de altura.

Sofía Macher, miembro de la CVR, señala que el proceso de exhumación de los restos fue "algo muy duro para las personas que estamos espectando es como revivir, escarbar el pasado; pero mucho más duro es para los familiares que están reviviendo lo que pasó hace 18 años.

"Ha habido momentos bien especiales en el proceso de exhumación, porque en alguna de las zonas, que son altas, los cuerpos se han conservado enteros, y varias veces el equipo se quebró cuando estaba haciendo la exhumación porque, por ejemplo en una de ellas se encontró a una mujer abrazada de sus dos hijitos. Una trata de imaginar cómo se puede haber llegado a esos niveles de salvajismo, o sea, dentro e los sesenta y nueve muertos en un solo día hay mas de veinte niños muertos a hachazos", recuerda.

Los cadáveres fueron enterrados por una patrulla militar. La situación había desbordado a los oficiales de la zona. Ahora después de casi 20 años, los deudos pueden enterrar a sus familiares.

El día de ayer, el presidente de la República, Alejandro Toledo, llegó a Lucanamarca acompañado por la comisionada Sofía Macher para ofrecer un homenaje póstumo a las víctimas de esta matanza. Con este acto, el pueblo dio inicio oficial al proceso de duelo que la comunidad llevará en los próximos días en reconocimiento a las víctimas de la violencia.

Además, este viernes 10 de enero se realizará la ceremonia de entierro de las víctimas. Esta sangrienta masacre demostró el grado demencial al que llegaron las huestes de Abimael Guzmán. Sin embargo, aunque todavía falta identificar a los autores de la masacre.

Fuente: http://www.agenciaperu.com/reportes/2003/ene/lucanamarca.htm
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