martes, 31 de julio de 2012

La eterna deshonestidad intelectual de la izquierda



Por Dante Bobadilla Ramírez

Si hay algo que distingue al intelectualismo de izquierda es esa tendencia natural a enmascarar la verdad con una nube de justificaciones maniqueas, apelando a una típica verborragia chapucera y a sus inconfundibles piezas de retórica efectista, donde se ensalzan los valores de la moral y la justicia por encima de cualquier hecho y razón. Gracias a esta jerigonza dialéctica tergiversan la realidad a tal punto que el culpable resulta inocente y la víctima, condenable. ¿Les suena conocido?

Lo vemos siempre frente a los disturbios callejeros. Y ahora defienden el vandalismo de los jóvenes en la reciente marcha de la CGTP, pintarrajeando a su antojo la estatua del Libertador San Martín en el acto final de su "gesta revolucionaria", transcurrida también pintando lemas en las paredes a lo extenso de su recorrido. No me sorprende en lo absoluto encontrar artículos de intelectuales de izquierda que, frente al salvajismo colectivo y a las muestras de censura, terminan condenando la condena, relativizando la moral de los reporteros, burlándose de la indignación general, y desacreditando los íconos culturales que han sido agredidos. Hacen defensa tenaz de los vándalos y justifican la barbarie llamándola "derecho de protesta", "rebelión legítima", "fundamental aprendizaje juvenil de transgresión a las normas impuestas por un sistema que rechazan", entre otras estupideces de igual calibre, sin un mínimo de autocrítica.

Estamos frente a una muestra más de la clásica hipocresía y doble moral de izquierda. No solo debemos enfrentarnos a masas histéricas, terroristas reinsertados, agitadores mesiánicos, vándalos pintores, sino que al final de toda esa lacra apocalíptica vienen los intelectuales de izquierda escribiendo laudatorios a las marchas y movilizaciones, con sus consabidas monsergas sobre "derechos del pueblo", "justicia social", "defensa de la vida", etc. Cómo no recordar en estos momentos el informe final de la CVR, aquel mamarracho perpetrado por intelectuales de izquierda elegidos desde el parasitismo socioanalítico oenegiento, una brillante selección de miembros de la argolla caviar PUCP encargada de desdibujar la responsabilidad de Sendero Luminoso y culpar del "conflicto armado interno" a la pobreza, la miseria, el abandono, la exclusión y dejar a los terroristas como soñadores que apenas erraron el camino de la justicia social.

Gracias a la magia discursiva de estos intelectuales, el informe de la CVR no solo le lava las manos a Sendero Luminoso relativizando su responsabilidad, sino que exculpa por completo a la izquierda peruana, como si estos no se hubiesen pasado tres décadas predicando la lucha armada, anunciando la guerra popular y asumiendo el empleo de la violencia como método político válido. Sin embargo, al final, ellos mismos se autoexculpan como si nunca hubiesen tenido nada que ver. Sería largo enumerar las diversas expresiones de hipocresía y deshonestidad exhibidas por los intelectuales de la izquierda peruana. Ojalá alguien se anime a hacer un estudio riguroso y presentar una tesis sobre este denigrante aspecto de nuestra realidad sociopolítica, tal como se ha hecho en otros contextos. Quizá el mayor de todos los esfuerzos por desmitificar a los farsantes de izquierda sea el magistral libro de Karl Popper "La sociedad abierta y sus enemigos", sazonado incluso con calificativos de grueso calibre que, a mi juicio y gusto, están no solo justificados sino merecidamente bien puestos.

Realmente hacemos poco para contrarrestar la verborragia de los intelectuales de izquierda. En medio de la ignorancia muchos de estos son absurdamente elogiados y tenidos como sabios, y permitimos que tengan éxito en su retórica y doble moral. Peor aún, sus textos son usados por la academia, tal como ya se está enseñando el informe de la CVR. Incluso gran parte de la historia que se enseña en las escuelas es una absurda tergiversación idealista de la historia perpetrada por intelectuales de izquierda, como por ejemplo la exaltación vaporosa de la Revolución Francesa, un acto de masas completamente irracional que se caracterizó por la violencia descontrolada a cargo de muchedumbres histéricas que asaltaban todo lo que hallaban a su paso, asesinando autoridades para luego decapitar su cadáver y pasear su cabeza clavada sobre una picota en medio de júbilo histérico.

El salvajismo criminal de las masas se extendió como una epidemia de enfermedad mental por todo Francia. Al cabo de quince días de masacres que tiñeron de sangre el Sena, la Asamblea aprobó ciertas reformas por temor a esas muchedumbres exaltadas, mejor dicho, se anuló todo lo vigente, incluyendo el calendario. Luego de la barbarie del populacho, producto de la pérdida de racionalidad con efervescencia emocional colectiva, aparecieron los clásicos intelectuales de izquierda para transformar la carnicería salvaje en heroica gesta del pueblo en busca de libertad, igualdad y solidaridad. Más tarde, esa muestra de insanía colectiva fue señalada como el inicio de una nueva Era en la humanidad: La Edad Contemporánea. Desde entonces los intelectuales de izquierda quedaron embelesados con las masas. Nunca cesaron de elogiar a las masas hasta la idolatría, procurando hallar fórmulas para aprovechar su fuerza brutal.

Por supuesto, existen versiones más realistas que muestran que en esa famosa "revolución francesa" hubo de todo menos inteligencia y humanismo, y que nunca hubo grandes ideales en ejecución. Pero se vende más la versión romántica. Eso es lo que le gusta a la gente. Los historiadores novelistas que transforman la barbarie en gestas románticas son los que han tenido mayor éxito. Y esa escuela sigue vigente. Lo leemos a diario en las columnas de la prensa. Son los que tienen más seguidores en el botón "me gusta". Esa es precisamente la especialidad de los intelectuales de izquierda: cambiar la verdad de los hechos apelando al sentimiento y a una aparente moral superior que todo lo justifica. Son expertos en engatuzar a la gente evitándoles la difícil tarea de razonar para hechizarlos con la simple mención de palabrítas mágicas como justicia, solidaridad, dignidad, soberanía, derechos...

A pesar de todo, no es nada difícil comprobar que la realidad y la razón contradice el discurso de izquierda. Siempre ha sido así. Allí están las pilas de cadáveres que desde la revolución francesa se han ido acumulando a lo largo de la "Edad Contemporánea" en países como Rusia, China, Camboya, Cuba y... lamentablemente también en el Perú, entre otras naciones fracasadas que siguieron las mismas recetas socialistas. Todo ello es muestra evidente de la profunda estupidez que conllevan las ideas de izquierda. Pero a pesar de las manifiestas pruebas de la falsedad del discurso de izquierda, estas siguen cautivando a las masas ignorantes y desprevenidas. 
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Los “subversivos” de Sendero Luminoso


Los “subversivos” de Sendero Luminoso

Eufemismos. Un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable que sustituye a otra palabra de mal gusto. Se usan para suavizar una realidad desagradable, para no ofender a una persona o grupo, pero también para desorientarnos. Algunos lo utilizan con buena intención, otros no.
Si decimos película para adultos en vez de decir película pornográfica, es un eufemismo. Si alguien dice mejor quedemos como amigos, ese es el eufemismo de quiero terminar contigo. Y así hay muchísimos ejemplos. ¿Quedamos como amigos? O mejor, ¿nos damos un tiempo? OK, ese no es el tema.
Y por qué hablo de eufemismos, porque en este país se usan mucho. ¿Por qué? ¿con qué objetivo? ¿para evitar ofender? ¿o para desorientar? Hablo de un tema en particular, hablo de lo peor que le pasó al Perú desde el inicio de su historia republicana. ¿Qué fue? La agresión de un grupo de desquiciados que se hicieron llamar guerrilleros, los cuales llevaron a cabo un ataque terrorífico en contra de la población al que llamaron guerra popular. Eso era para ellos. Sendero.
El líder de ese grupo fanático y cruel fue un abogado y profesor universitario al  cual algunos llaman doctor, otros lo llaman luchador social, ¿será posible? Yo lo llamo simplemente un individuo psicópata, autor intelectual de decenas de miles de muertes. Pero él no actuó solo, tuvo sus camaradas, maestros como él, comunistas como él. Estos seres malvados, en vez de dedicarse a la enseñanza, por lo cual recibían un sueldo, se dedicaron a fanatizar y envenenar las mentes de estudiantes adolescentes y sin experiencia. Luminoso.
¿Cuántos murieron asesinados por estos individuos sanguinarios? Dicen que entre 24,000 y 36,000, aunque es imposible saberlo. Pero sí se sabe de su crueldad al efectuar sus matanzas: usaron machetes, cuchillos, agua hirviendo, destrozaron cráneos, abrieron vientres. Asesinaron a todo tipo de personas: campesinos, dirigentes, sacerdotes. Aparte de ello se dedicaron a dañar la infraestructura del país ocasionando pérdidas multimillonarias. Lo más común era la voladura de torres de alta tensión, con lo que dejaban a la población sin energía eléctrica.
Por ese motivo en esos años prácticamente nadie quería visitar el Perú. ¿Alguien en su sano juicio iría a un lugar donde puede encontrar la muerte? Sendero Luminoso contribuyó grandemente a que la década del 80 fuera desastrosa para este país. Y fue un período de gobiernos democráticos, elegidos por la población. Es más, fue el 17 de mayo de 1980, año en que la democracia retornaba al país, que estos individuos iniciaron su lucha armada.
El hombre que causó tanto daño al país fue capturado el 12 de setiembre de 1992, y fue en ese momento que su agrupación sufrió un golpe mortal. Está en la cárcel para siempre pero, hay algo que no está bien: el presidente que terminó con el flagelo del terrorismo tambien está preso. Y no sólo eso, los seguidores del asesino hacen creer a jovencitos inexpertos que el verdadero terrorista fue el presidente en prisión. Todo esto con la complicidad de los grupos de izquierda que en los tiempos del terror nunca deslindaron abiertamente con Sendero Luminoso.
Hay mucho que hablar sobre este tema. Y lo seguiré haciendo. Ah, y no usaré eufemismos. No diré que hubo un conflicto armado interno, no. Lo que hubo fue una ataque terrorista. Y esos no fueron subversivos, no. Fueron terroristas. O mejor, psicópatas. O mucho mejor, mal nacidos, degenerados, seres putrefactos y…. creo que nada es suficiente.

La izquierda del Perú: Cero


La izquierda del Perú: Cero

A principios de los 80, empezando yo la secundaria, el discurso de la izquierda era el mismo de hoy. Recuerdo a un profesor diciendo que el gobierno debía cambiar la política económica. Nada ha variado, siguen quejándose del “modelo neo-liberal”, de la derecha, de los empresarios. Siempre la misma canción: los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres.
Siguen hablando de su lucha contra los “opresores del pueblo”, de la derecha reaccionaria. Siempre con el deseo de tirarse abajo el sistema, el gobierno hambreador. Y su palabra preferida: pueblo. La usan en todo momento, sólo ellos son el pueblo, sólo los que piensan como ellos aunque tengan mucho dinero. Los que pensamos diferente, aunque seamos de pocos recursos económicos, no somos parte del pueblo.
Escuchar a un izquierdista es aburrido. Aburre escuchar sobre el imperialismo yanqui, las trasnacionales, la lucha de clases y la igualdad que debe existir entre todos. Es otra de sus palabras favoritas: igualdad. No toleran que otros seres se hagan ricos debido a su talento y su trabajo. Tengo la impresión que todo nace de la envidia, ese pecado capital.
Los izquierdistas admiran a Fidel Castro, dicen que Cuba es una democracia. Entre sus héroes están Marx, Lenin, Stalin y Mao Tsé Tung. Recuerdan con horror las dictaduras de Franco y Pinochet, pero callan respetuosamente sobre las masacres en la ex-Unión Soviética o en la Camboya de Pol Pot. Un ídolo muy popular que tienen es el famoso Che Guevara, su héroe romántico. Condenan a los policías que resguardan el orden y los llaman genocidas. Los terroristas de Sendero Luminoso son condenados con suavidad o defendidos abiertamente.
A medida que pasan los años veo con más claridad que los izquierdistas no han hecho nada por el Perú. Más bien son un obstáculo para el desarrollo. Y son repetitivos, pesimistas, totalmente predecibles. Por décadas han satanizado a la derecha y se creen los únicos seres decentes y preocupados por los pobres. Se han acostumbrado a que los vean así. Tristemente, muchos comunistas trabajan en el sector Educación, y es ahí, en los colegios y universidades donde aprovechan para predicar sus ideas progresistas y su amor y admiración por Cuba.
No sólo son peligrosos los comunistas radicales que llegan a tomar las armas. También los aparentemente inofensivos lo son, pues ellos enseñan y forman las mentes de los niños y jóvenes. Mientras tanto,  muchos padres de familia viven tranquilos sin saber que sus hijos corren peligro en manos de algún profesor marxista-leninista.
No he profundizado en el tema, nunca lo hago. Pero creo que ya es hora de decirles a los jóvenes que los ideales comunistas son una farsa, que el Che Guevara no fue ningún héroe, que sus adorados líderes soviéticos causaron millones de muertes y que el comunismo ha fracasado totalmente, sólo ha causado pobreza, ha anulado la cultura del trabajo, ha quitado la libertad a los ciudadanos.
¿No será que los que añoran un gobierno comunista son aquellos que no quieren trabajar? ¿los que ven al trabajo como un castigo? Me parece que no han encontrado su vocación, no disfrutan de ninguna actividad así que miran con envidia a los que ganan buen dinero gracias a su inteligencia y perseverancia en la vida.
Bien, olvidaré el discurso repetitivo y aburrido de los comunistas e iré a dormir. Pero antes debo decir que la izquierda en el Perú es un cero a la izquierda. No sirve, así de simple.

¿CUÁL ES EL COLOR QUE LE CAERÍA BIEN A LA IZQUIERDA PERUANA?


¿CUÁL ES EL COLOR QUE LE CAERÍA BIEN A LA IZQUIERDA PERUANA?

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Dice Alberto Adrianzén en “Apogeo y crisis de la Izquierda peruana” (diciembre 2011): “En la década de los ochenta, es decir hace treinta años, la izquierda peruana era, acaso, la más grande de América del Sur. Ello era expresión de décadas de trabajo político tanto en el campo como en la ciudad, pero sobre todo de una suerte de simbiosis con el pueblo peruano.” Falso. La presencia realmente significativa de la Izquierda en el Perú no se debió a las “décadas de trabajo político” en el campo y la ciudad. Eso es como decir (porque se dijo realmente) que Susana Villarán ganó las elecciones municipales porque la izquierda “ha ganado espacios en los sectores populares”. Falacia. Susana ganó por el impactó que generó su sonrisa, tierna en el momento oportuno, y sus gestos medio maternales, frente a lo acartonado de Lourdes Flores. No hubo un componente ideológico que estimulara la simpatía electoral. Lo que pasó con la Izquierda a principios de los años 80 si tuvo una carga política; pero no por esfuerzo propio. Se debió a esto: el gobierno de Velazco irrumpió con discursos y actos de corte “revolucionario” que prestigiaron en alguna forma todo aquello que tuviera que ver con reivindicaciones populares y cambios en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales. Empleando una palabra muy grata a Paulo Freire, diría que la “revolución” se había introyectado en los peruanos. El cambio de rumbo que le dio Morales Bermúdez a las cosas dieron lugar a una suerte de indignación que alimentó el “antisistema”. Por ello es que la Asamblea Constituyente se pobló de gente progresista y, digamos, radical, que apostaba por el cambio. Hugo Blanco y su perorata violentista pegó fuerte (recuerdo más o menos lo que dijo frente a las cámaras de TV: “Fuimos un país orgulloso por su harina de pescado; la harina se iba a alimentar a los galgos de Londres, y nosotros nos quedamos con el orgullo”). La izquierda tuvo una presencia notable: alcanzó aproximadamente un nada despreciable 30% de la simpatía nacional. No puede negarse que Alfonso Barrantes también puso su cuota a favor: la consecuencia y la decencia. La intensificación de los actos criminales de Sendero Luminoso fue la estocada que lentamente iba destruyendo (así como destruyó miles y miles de vidas sobre todo de gente humilde) la primavera, el esplendor, de la llamada izquierda democrática. Muchos (claro, por la satanización que comenzó a generalizarse) empezaron a confundir las cosas: “izquierda es violencia, izquierda es destrucción”, pensaban. Pudo haber tenido algún efecto la división de enero de 1989, pero el golpe mayor -de con secuencias irreversibles- se produjo en diciembre de ese año, cuando cayó el muro de Berlín tras cuatro años de trabajo continuo que ejerció Mihail Gorbachov minando las bases del socialismo. La Izquierda peruana, por grande que hubiera sido el esfuerzo de algunos de sus líderes y a pesar de las enseñanzas de Mariátegui (“ni calco ni copia”), ha sido siempre un remedo sin imaginación de lo que pasaba fuera de nuestras fronteras, más allá de nuestro territorio. Nació y creció (digo, es un decir) y así también se esfumó. Ahora solo es un nombre y unos cuantos adjetivos y algunos gestos de altisonancia y rabia. Procuró ser un proyecto o un sueño, ahora es solo una pesadilla. Ahora, en medio de desconcierto, extravío y desvarío, quisieran, tal vez, despigmentarse la piel por la moda de la ecología. Hay personajes respetables, honrosos, consecuentes y decentes; pero son la excepción. Repito lo que dije antes: la Izquierda nuestra ya no es revolucionaria, ahora es conservadora. Pero, claro, lo último que debe perderse es la esperanza que, como sabemos, es verde.

Madeleine Truel, la heroína peruana de la Segunda Guerra Mundial


Madeleine Truel, la heroína peruana de la Segunda Guerra Mundial

Su nombre es Madeleine Truel, una heroína que quizás nosotros hemos percibido como discreta (nunca oímos su nombre en los libros de historia) pero cuyo aporte sirvió para salvaguardar la integridad de cientos y acaso miles de judíos en la Segunda Guerra Mundial.
Hija de inmigrantes franceses pero nacida en el Perú, se enroló en  la Resistencia Francesa como falsificadora de documentos. Esta labor permitió que muchos judíos pudieran escapar de los campos de exterminio y que soldados aliados pudieran infiltrarse en la zona francesa ocupada por los nazis.
El documental, basado en el libro ‘Estación final’ de Hugo Coya y es llevado a la pantalla grande luego de haber sido exhibido este miércoles 27 de junio en Roma. Diario La República publicó el trailer del mediometraje que dura aproximadamente 31 minutos.

APOGEO Y CRISIS DE LA IZQUIERDA PERUANA (Alberto Adrianzén)

FUENTE de la imagen: https://www.facebook.com/events/365761973452128/
Ver el libro :http://www.idea.int/publications/climax_crisis_peruvian_left/index.cfm
VER en PDF: http://www.idea.int/publications/climax_crisis_peruvian_left/upload/APOGEO-Y-CRISIS_p3.pdf
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