lunes, 30 de noviembre de 2009

Gobierno de Perú pide disculpas históricas a los afroperuanos



"Perú admite que persiste agravios hacia afrodescendientes


LIMA (de Associated Press) - El gobierno de Perú pidió por primera vez "perdón histórico al pueblo afroperuano por los abusos, exclusión y discriminación cometidos en su agravio" en una resolución suprema publicada en el diario oficial.

El texto publicado el sábado en El Peruano, el diario oficial, precisa que los "agravios" contra los afroperuanos se han cometido desde el siglo XVI "hasta la actualidad" y que representan "una barrera para el desarrollo social, económico, laboral y educativo".
Perú también reconoce que "el pueblo afroperuano ha sido víctima de ese tipo de abusos y más, sin haberse reparado antes en su condición de seres humanos".
El canciller José García Belaunde dijo a la AP que consideraba que el "perdón histórico" asumido el sábado por Perú "era absolutamente pertinente, pero que debió haberse tomado hace muchos años".
La ministra de la Mujer y Desarrollo Social de Perú, Nidia Vílchez, le dijo por teléfono a The Associated Press que "el perdón histórico del gobierno peruano busca la verdadera integración con toda la población peruana que es pluricultural".
Wilfredo Ardito, catedrático de la Universidad Católica de Perú experto en temas de racismo, comentó a la AP que la resolución "es un gesto político importante porque de forma oficial Perú siempre negó las prácticas de discriminación a la población afroperuana".
Pero debe "complementarse con otras medidas para que la población afrodescendiente no sea discriminada en el acceso al empleo, en el acceso a lugares públicos y tampoco en la publicidad que se transmite inclusive en medios del estado", añadió.
Carlos Aguirre, profesor de Historia en la Universidad de Oregon y autor del libro "Breve historia de la esclavitud en el Perú", comentó a la AP que "le parece sorprendente que la palabra 'esclavitud' -condición de la cual se quiere redimir al pueblo afroperuano- no se mencione jamás en el decreto supremo".
"Hasta ahora observo que solo es un gesto vacío, retórico y carente de compromiso para generar políticas de estado que contribuyan a redimir a las poblaciones afroperuanas", añadió.
En la actualidad "las personas de extracción afroperuana nacen ya con un déficit porque por lo general van a vivir en un medio donde sus posibilidades para desarrollarse como seres humanos son más limitadas que las existentes para otros sectores", señaló.
El aporte de los afroperuanos --en las artes, gastronomía y cultura popular, así como en acontecimientos históricos que permitieron la independencia de Perú en el siglo XIX-- ha sido fundamental para la formación de la nación peruana.
Los primeros negros llegaron a Perú en el siglo XVI como esclavos de los españoles.
El presidente militar Ramón Castilla abolió la esclavitud el 3 de diciembre de 1854.
No existen datos oficiales del número de afroperuanos en el país, pero expertos sostienen que son cerca del 10% de los 28 millones de peruanos. "
Ver video aquí sobre los dereechos de la población afroperuana:

http://www.youtube.com/watch?v=UpBxM_He_64&feature=player_embedded

¿Inconsecuencia o aprendizaje democrático?



Por Martín Tanaka

El martes pasado Nelson Manrique tuvo la generosidad de responder a mi última columna, dedicada a su importante libro, ¡Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA, que será presentado en la Feria del Libro mañana lunes a las 7 pm. Un libro como el de Manrique, así como su respuesta última plantea muchos temas de debate y conversación, imposibles de abordar aquí. Sí comento algunos asuntos que me parecen centrales y de interés para los lectores.

La respuesta de Manrique resalta, entre otras cosas, la tensión que enfrentó Haya al tener de un lado “bases radicales... que creían que el partido iba a hacer la revolución”, y del otro “una estrategia política basada en el juego electoral como el camino para llegar al poder, algo que se planteó tan tempranamente como en 1928...”. Esta apuesta por lo electoral, dice Manrique, se dio sistemáticamente, en 1945, 1956, 1962 y 1963. Haya trató de llegar al poder, y para ello creyó necesario pactar con la oligarquía.

Esta estrategia, que dejó de lado los postulados previos a 1928, son vistos negativamente por Manrique, de allí que concluya haciendo un símil entre la relación de Haya con la oligarquía y la “sumisión” de García a la Constitución de 1993, “repudiando” la de 1979.

Estoy de acuerdo con Manrique cuando dice que lo interesante es tratar de entender las tensiones que enfrentó Haya y cómo las resolvió; la cuestión es, nuevamente, desde qué ángulo evaluamos las cosas. Manrique parece querer resaltar los problemas resultantes del abandono de los ideales revolucionarios originales y la opción por un camino electoral. Me pregunto qué pasaría si pensamos lo mismo como un complejo, difícil y trunco proceso de desarrollo de una comunidad política democrática.

Vistas las cosas así, a pesar de que Haya desde 1945 sostuvo que no quería “quitarle la riqueza al que la tiene sino crearla para el que no la tiene”, no logró superar el veto de la oligarquía y los militares. Cuando finalmente se logró tener una arena política sin exclusiones en 1962 y 1963, ya el APRA había perdido posiciones en su flanco izquierdo; y cuando Haya pudo ser presidente en 1969, nuevamente una intervención militar lo impidió, aunque esta vez una dictadura de izquierda.

Si miramos la conducta de Haya no desde la inconsecuencia revolucionaria, sino a la luz de los procesos truncos de aparición de una comunidad democrática, la estrategia del APRA, de abandono de estrategias insurreccionales por vías electorales y búsqueda de acuerdos políticos c
on sus adversarios, no resulta negativa. Es más, la derechización del APRA permitió la aparición de otros partidos, como Acción Popular y las izquierdas. Los problemas aparecen en otras partes: en la apuesta autoritaria de la oligarquía, en la ausencia de partidos democráticos conservadores de masas, en la tradición militar golpista, en la falta de compromiso democrático en nuestras elites.

¡Usted fue populista!

Por Nelson Manrique

En una reseña de mi libro (“¡Usted fue aprista!, LR, 22/11/09) Martín Tanaka plantea algunas observaciones polémicas. No tenemos tradición de debate académico y por eso agradezco especialmente sus comentarios. Martín considera que no he sido fiel a mi propósito declarado de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite– dentro del cual podían actuar”. Considera que le reprocho a Haya, “desde el título”, su derechización, sin intentar entender su lógica, que resultaría validada por la supervivencia del APRA y su conversión en el partido más importante del país. Siempre siguiendo a Martín, el “camaleonismo” aprista (el adjetivo es suyo), explicaría su vitalidad y vigencia, algo esperable, porque acomodarse a los vientos es un rasgo típico del populismo latinoamericano.

Martín propone un enfoque comparativo como una mejor entrada para analizar el comportamiento político del Apra: “El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo ... Comparativamente, las que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo”.

Un primer problema deriva de lo problemático que es el término “populismo”. Como Ernesto Laclau (La razón populista. México: FCE, 2005) ha subrayado, el término ha sido utilizado tanto y de tan diversas maneras que resulta muy difícil ponerse de acuerdo acerca de qué estamos hablando. Que Leguía, Haya, Bustamante y Rivero, Belaunde y Velasco –para sólo referirnos a nuestra propia historia política– puedan ser caracterizados como “populistas” es expresivo de esta dificultad.

En segundo lugar, en un tema como este el recurso a la historia comparada es útil como herramienta auxiliar, pero no como la opción principal. Si se trata de entender las decisiones de una persona, o una organización social, o política, primariamente las razones hay que buscarlas en procesos y fuerzas internos y sólo secundariamente en los externos. El método comparativo permite construir categorías útiles para el análisis a través de un razonamiento inductivo: si este conjunto de partidos tienen en común comportamientos que “aparecen como indefiniciones y traiciones”, puedo agruparlos bajo una misma categoría: populismo, por ejemplo. Pero no puedo realizar el camino inverso: asumiendo que el Apra es efectivamente “populista” deducir de aquí que éste va a realizar virajes que “aparecen como indefiniciones y traiciones”.

El objetivo de mi texto no es, por cierto, reprochar a Haya su derechización; no dedicaría tanta energía a un objetivo tan minúsculo. Mi propósito es otro: tratar de entender las tensiones que tuvo que encarar a lo largo de su vida política y la manera cómo lo hizo. Por ejemplo, cómo concilió las demandas de las bases radicales apristas, provenientes de la tradición anarquista, que creían que el partido iba a hacer la revolución, con una estrategia política basada en el juego electoral como el camino para llegar al poder, algo que se planteó tan tempranamente como en 1928, cuando Haya trataba de ser candidato presidencial mientras que las bases partidarias esperaban que el partido asaltara el poder.

La valoración del éxito o fracaso de un personaje como Haya debiera hacerse partiendo de los objetivos que se propuso. Los grandes virajes del Apra no se realizaron para “asegurar la supervivencia del partido”, en momentos de crisis, sino en coyunturas de claro ascenso popular. Sucedió en mayo de 1945, cuando el Apra estaba a punto de incorporarse al sistema político legal y Haya envió el mensaje a la oligarquía de que no quería “quitarle la riqueza al que la tiene sino crearla para el que no la tiene”.

Volvió a suceder en 1956, 1962 y 1963, cuando se concretó la alianza con la oligarquía. Se trataba pues no de “salvar al partido” sino de llegar al poder. Y el poder le fue esquivo a Haya hasta el final. Lo que fue de su legado político a su muerte queda ilustrado por la sumisión del Apra de García a la Constitución fujimorista de 1993, repudiando la de 1979, que Haya elaboró, y que caracterizó como “una Constitución para el siglo XXI”.

FUENTE: http://www.larepublica.pe/node/234378

¡Usted fue aprista! de Nelson Manrique


Por Martín Tanaka

Apareció el libro ¡Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA (Fondo Editorial PUCP-CLACSO, 2009) de Nelson Manrique. Se trata de un libro sólido, de lectura imprescindible, y sin duda será una referencia obligada para cualquier interesado en el APRA y en la historia del siglo XX peruano.

¿Cómo abordar una historia del APRA evitando caer en la hagiografía o la diatriba?, se pregunta el autor, quien se propone tener “una actitud reflexiva, alejada de las descalificaciones fáciles. Siempre la mejor opción es tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite– dentro del cual podían actuar” (p. 7-8).

Según Manrique, esa “trama de relaciones” estaría compuesta por un entrecruzamiento de elementos oligárquicos, imperialistas y capitalistas frente a los cuales Haya insurgió legítimamente en los años 20. Sin embargo, desde tan temprano como 1931 el fundador del APRA habría iniciado un proceso de “derechización” que alejaría al partido de la representación de los sectores populares, impidiendo la modernización del país y generando una creciente brecha entre sociedad y Estado que padeceríamos hasta nuestros días.

Desde el título, Manrique parece reprocharle a Haya esa derechización, sin intentar entender su lógica. La sola sobrevivencia del APRA como el partido más importante del país, ¿no plantea que hubo cierta racionalidad en esas decisiones? No me parece que la línea de lectura del autor sea fiel al criterio de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales ... dentro de (las cuales) podían actuar”.

¿Existe un mejor ángulo para evaluar el desempeño de Haya y del APRA? Pienso que el mejor es un enfoque comparado. El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo. Manrique se refiere en diversos momentos al peronismo, al MNR boliviano, al varguismo en Brasil, pero no explora comparaciones.

Comparativamente, las que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo: como señalara recientemente Marcos Novaro refiriéndose al peronismo, “se presenta como una barrera contra el comunismo y la radicalización gremial frente a las clases medias y el empresariado, y como el mejor canal para satisfacer los intereses del pueblo y de los trabajadores frente a sus bases populares... asediado por quienes le reclaman orden tanto como por los que le reclaman cambios más auténticos”.

Al mismo tiempo, este “camaleonismo” es lo que explica la vitalidad y vigencia del populismo. Puede asumir una forma radical revolucionaria, como neoliberal y conservadora, según las circunstancias. En medio de esas transformaciones algunos se mantienen vigentes, como el APRA, el justicialismo o el PRI en México, y otros declinan, como el MNR o AD en Venezuela. Explicar esa diferencia es la clave.
FUENTE: http://www.larepublica.pe/virtu-e-fortuna/22/11/2009/usted-fue-aprista-de-nelson-manrique
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