martes, 17 de noviembre de 2009

Los mapuches (Chile) en pie de guerra


Conflicto indígena en Chile. Exigen la misma autonomía de Vascos y Catalanes. Los líderes mapuches siguen “con la bota militar en el cuello, perseguidos y castigados por las mismas leyes que en la dictadura de Pinochet”.

Manuel Fuentes. Concepción. EFE.

“Queremos la misma autonomía que tienen los vascos y los catalanes en España”, dijo Héctor Llaitul Carillanca, el líder de la organización rebelde mapuche Coordinadora Arauco Malleco (CAM), en prisión preventiva desde hace cuatro meses en la cárcel de Concepción, sur de Chile.

“No somos tan soberbios como para decir que vamos a conseguir la autonomía de un solo paso, pero tenemos que ir poco a poco sentando las bases de la liberación” de la nación mapuche, declaró Llaitul.

Acompañado de otros siete comuneros presos, el líder de la CAM –acusado de asociación ilícita terrorista, homicidio frustrado, robo con intimidación y atentado a la autoridad– mantuvo un encuentro con corresponsales extranjeros en la cárcel de “El Manzano”, a 520 kilómetros al sur de Santiago.

Llaitul, de 41 años y con estudios en las universidades de Valparaíso y Concepción, afirma que los mapuches siguen “con la bota militar en el cuello, perseguidos y castigados por las mismas leyes que en la dictadura de Pinochet”.

Sometido a la ley antiterrorista de 1983, este dirigente indígena sostiene que “hay un intento de criminalizar la causa mapuche por parte del Gobierno, presionado por la derecha económica”.

Aunque dos empresas, las forestales Mininco y Malleco, son dueñas de 2,5 millones de hectáreas (cuatro veces más que lo que poseen todas las comunidades) Llaitul puntualiza que el objetivo no es sólo recuperar la tierra. “Queremos reconstruir la nación mapuche”, enfatiza.

Llaitul denuncia que los mapuches viven en un “Estado militarizado” y por eso “cuando una comunidad es allanada por la policía, tiene derecho a la autodefensa”, denunció.

“Lamentablemente, para recuperar nuestra tierra tiene que correr sangre, sudor y lágrimas”, reconoce el dirigente mapuche.
El líder de la CAM critica la decisión de la Alianza Territorial Mapuche y otras organizaciones indígenas de sentarse a dialogar con el Gobierno, porque, según él, de esa forma están validando la usurpación de las tierras.

La radicalización de las protestas mapuches comenzó a finales de los noventa, cuando “se vio que era necesario superar la organización mapuche tradicional, porque los viejos estaban colonizados ideológicamente”.

Fue entonces cuando la Coordinadora Arauco Malleco empezó a hablar de “liberación nacional”, explica Llanquileo, quien asegura con orgullo que en la mayoría de los lugares donde se han recuperado tierras, detrás han estado los weichafes (guerreros) de la CAM”.

Duras críticas contra Bachelet

Los mapuches, la etnia indígena más numerosa de Chile, suman más de 600.000 miembros, en una población total de 16 millones de chilenos, y exigen el reconocimiento constitucional de su identidad, sus derechos y su cultura. De las 2.200 comunidades, unas 200 mantienen un conflicto con el Gobierno y las empresas forestales y agrícolas, en demanda de las tierras de sus ancestros.

Llaitul opina que Michelle Bachelet no ha mostrado intención real de resolver el conflicto, pero teme una “mayor represión” si Sebastián Piñera, el candidato derechista, gana las elecciones presidenciales de diciembre.

Llaitul confiesa que no entiende la cerrazón que muestran la presidenta, Michelle Bachelet, y la ministra portavoz Carolina Tohá, siendo hijas de asesinados en la dictadura y habiendo padecido ellas mismas la represión.

FUENTE: http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20091115/21/node/232596/total/10/pagina

Nacionalismos e izquierda


Por Ollanta Humala

Una de las notas singulares de nuestra vida pública es que ninguna fuerza política significativa se atreve a denominarse de derecha. Todas son de centro, de centroizquierda y algunas, pocas, se denominan abiertamente socialdemócratas. Lo paradójico es que todas, o casi todas, están firmemente comprometidas con el modelo neoliberal, ampliamente subordinadas al capital extranjero y para nada defensoras de los intereses mayoritarios de la población y de la Nación.

García es en esto ejemplar: un político que se define de izquierda y cuyo partido es miembro de la Internacional Socialista se ha convertido en el representante y administrador general de los grupos de poder económico y en el continuador del régimen de poder fujimorista. Pocas veces un político en este país ha mostrado tanta sumisión a los poderosos, tanto desapego a los intereses nacionales y tal desprecio a unas mayorías sociales que siguen viviendo en la postración, en la pobreza y la carencia de futuro.

El PNP ha venido insistiendo en que la contraposición izquierda-derecha, en nuestro país, no tiene la centralidad que tenía en el pasado. No es que no cuente o que sea irrelevante, sino que no explica nuevas contradicciones y no da sentido a aspectos muy significativos de nuestra realidad política y social. Las razones tienen que ver, en primer lugar, como antes se dijo, porque las fuerzas que explícitamente se autoproclaman socialdemócratas (como el APRA), cuando gobiernan hacen política de derecha y contraria a los intereses de las mayorías sociales. En segundo lugar, porque la caída del Muro y el neoliberalismo han desdibujado y puesto en crisis valores y proyectos que, de una u otra manera, la vieja izquierda había venido defendiendo hasta el presente.

En tercer lugar, porque aparecen nuevos fenómenos, nuevas realidades sociales, que no responden a los planteamientos de la izquierda tradicional; nos referimos a las cuestiones que tienen que ver con el género, la etnia o el medio ambiente. Y en cuarto lugar, desde la realidad del Perú, la izquierda ha mostrado tal capacidad de autodestrucción que la ha desprestigiado ante la población. A esto hay que añadirle lo que SL ha significado de descrédito de culturas y valores, directa o indirectamente asociados a tradiciones de izquierda.

Es por esto que el PNP, ante la crisis de nuestra Nación y la progresiva destrucción de nuestro Estado, se fijó el objetivo de crear un nuevo espacio político que diera cuenta, con claridad, que la contraposición real es hoy, como antes, la que opone a los de arriba frente a los de abajo y que el viejo alineamiento izquierda-derecha, que sigue existiendo, queda integrado en esa división básica. Es decir, entre una maciza y vetusta oligarquía que articula a grupos de poder económico y mediático y a una parte sustancial de la clase política frente a las aspiraciones y demandas de un amplio conjunto del pueblo, donde se incorporan empresarios nacionales, trabajadores, intelectuales, comunidades y sectores significativos de lo que fue la izquierda social y política. El PNP, organizativa, electoral y programáticamente ya refleja esta realidad.

Nuestro país lleva muchos años viviendo en una suerte de estado de excepción histórico, de degradación de su vida pública y de involución social. Su soberanía económica, política y cultural se encuentra en peligro y necesita una profunda regeneración moral y un proyecto de reconstrucción social y nacional.

No exageramos si afirmamos que el Perú como Pueblo, Estado y Nación está en una encrucijada histórica y hay que hay que optar entre el modelo neoliberal que lentamente nos está destruyendo o una alternativa nacional y democrática. El próximo periodo es de definición. De todos dependerá que la esperanza convertida en proyecto de liberación nacional, gane al miedo. El objetivo es unir al pueblo en una gran convergencia social, política y cultural. Cumpliremos con nuestro deber y haremos lo posible y lo imposible para conseguir la gran transformación del Perú. Esto es lo central, lo demás es secundario.

FUENTE: http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20091115/16/pagina/15
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CREEMOS EN LA DEMOCRACIA, LOS DERECHOS HUMANOS, LA JUSTICIA SOCIAL, LA LIBERTAD, LA VIDA Y LA PAZ. QUE NUNCA MÁS NADIE TENGA QUE SUFRIR PERSECUCIÓN, DESTIERRO, PRISIÓN O MUERTE POR SUS IDEAS.