El Día Internacional de los Trabajadores o fiesta del 1 de mayo es un símbolo de la lucha social y sindicalista que emergió hace dos siglos, pero que este año no será celebrada por los miles de despedidos en el mundo, que han perdido sus puestos de labores por efecto de la crisis económica mundial.Estamos tan acostumbrados a hablar de la jornada laboral de ocho horas que con frecuencia olvidamos que no siempre se gozó de ese privilegio. En un pasado no tan lejano, los trabajadores consiguieron ser reivindicados como tales, al lograr la conquista laboral de las ocho horas de trabajo diarias, adoptada por casi todos los países.
Fue a fines del siglo XIX que en Estados Unidos se inició la cruzada más importante en la historia sindicalista. Trabajadores ferroviarios y obreros mal remunerados, cansados de su situación laboral, se enfrentaron al "statu quo" con la organización de huelgas y manifestaciones, que dieron como resultado la muerte y detención de sus principales líderes. El principal reclamo era reducir las jornadas laborales, que en ese entonces podían prolongarse en algunos casos hasta 18 horas seguidas, con el lema: "Ocho horas para el trabajo, ocho horas para la casa, ocho horas para el sueño", equilibrio perfecto que todavía hoy en día parece difícil de obtener.
Hacia 1874, la idea de llevar a cabo acciones para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas comenzó a extenderse desde distintos lugares y sectores de Estados Unidos. Los pioneros fueron los obreros ferroviarios, quienes llevaron a cabo una huelga que por semanas involucró a 17 Estados. Al poco tiempo se fueron sumando otras organizaciones, creándose en 1881 la Federación Americana del Trabajo (American Federation of Labor, AFL), heredera de la anterior Federación de Gremios y Sindicatos.
En noviembre de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor, en el que se propuso que a partir del 1 de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de ocho horas; caso contrario, se iría a la huelga. Fue en 1886 que el entonces presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas diarias. Como esta norma no se cumplió, las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se organizaron para paralizar la producción del país con una huelga de proporciones inimaginables.
Así, el 1 de mayo de 1886, cerca de 200 mil trabajadores iniciaron la huelga, mientras otros tantos obtuvieron su demanda al amenazar con un paro. Pero en Chicago la situación era diferente. En aquel tiempo, era la segunda ciudad de Estados Unidos, a donde cada año llegaban miles de ganaderos desocupados y se acogía a emigrantes llegados de diferentes partes del mundo. En consecuencia, las condiciones de los trabajadores en Chicago eran mucho peores que en otras ciudades de ese país, por lo que las movilizaciones continuaron los días 2 y 3 de mayo. REVUELTA DE HAYMARKET.
El punto más álgido de esta lucha tuvo lugar en Haymarket Square (plaza de Chicago) el 4 de mayo de 1886, durante una manifestación que congregó a unos 20 mil asistentes. Allí, una persona que nunca fue identificada lanzó un objeto contra el grupo de 180 policías presentes, produciéndose un gran estallido que dejó un oficial muerto y otros heridos. La respuesta policial no se hizo esperar: los efectivos abrieron fuego contra la multitud, matando a decenas de obreros y dejando más de un centenar de heridos. Las autoridades declararon el estado de sitio y bajo toque de queda se detuvo a cientos de dirigentes y trabajadores, los que fueron golpeados y torturados."MÁRTIRES DE CHICAGO".
El 21 de junio de 1886 se inició el proceso contra 31 supuestos responsables, que luego se redujeron a ocho; paradójicamente, el número de horas de trabajo que el movimiento obrero reclamaba como justas. Violando todas las normas procesales imaginables, los llamados "Mártires de Chicago" fueron declarados culpables, siendo tres de ellos condenados a prisión y el resto a la horca. Uno de ellos se suicidó en su propia celda para no ser ejecutado. A finales de mayo de 1886, varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de ocho horas. Luego, por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, realizado en París en 1889, se decidió celebrar cada 1 de mayo el Día del Trabajador, en homenaje al valor de los "Mártires de Chicago".
Fuente: Diario Correo (Lima) 01/05/2009
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