domingo, 23 de mayo de 2010

Lucha armada: 30 años


Por Antonio Zapata
Esta semana se cumplen 30 años del inicio de la guerra senderista, que estremeciera al Perú como ninguna conflagración del siglo XX. El primer problema histórico es la motivación de la lucha. Como ellos mismos han explicado a la CVR, se trató de un impulso ideológico. El maoísmo llevó a la decisión de levantarse en armas, sin considerar el baño de sangre que vendría a continuación.
Pero no hubiera sido posible que este levantamiento cobrara vuelo sin un fundamento que trascienda a Sendero. Esa base eran las humillaciones sociales y el desenfrenado racismo que hacían de parte de la población peruana un grupo ofendido y listo a estallar.
Como ninguna otra ocasión de la historia peruana, esta guerra plantea el tema del asesinato como arma de la política. Fue utilizado ampliamente por Sendero para “batir” el campo y despejar terreno, implantando sus comités populares. Luego, fue igualmente empleado extensamente por las fuerzas del orden, como procedimiento para recuperar posiciones y castigar a las comunidades rebeldes. 
Las FFAA ingresaron a Ayacucho en diciembre de 1982 y buscaron arrasar con los puntos de apoyo de Sendero. Por su parte, los insurgentes maoístas organizaron represalias, venganzas y ajustes de cuentas. Mientras se elevaba tremendamente el número de víctimas civiles, la guerra se extendía a otras regiones. Los crímenes fueron seguidos por la vesania y así tuvimos muertes a pedradas, ácido en los ojos y asesinatos masivos. Al Perú le costaba caminar, cuando cotidianamente las noticias daban cuenta de interminables actos tanáticos que enlutaban a medio país.
Una cuestión decisiva es, ¿qué provocó la derrota de Sendero Luminoso? Parecía que estaban a la ofensiva y de pronto la caída del líder los desmoronó. La mayoría de estudiosos piensa que el mismo SL sobrevaloró sus fuerzas y despreció al Estado. En este sentido, la tesis del equilibrio estratégico adoptada en enero de 1990 habría facilitado la caída de Abimael Guzmán.
El trabajo policial detectó algunos contactos claves de la dirección senderista y procedió a la captura, habiendo obtenido información decisiva de un delator. Ese trabajo fino fue parte de un plan integral desplegado por el Estado a finales de los años 1980, que incluyó rondas campesinas e inteligencia policial. Aprovechando el optimismo de la dirección subversiva, el Estado derrumbó a Sendero como un castillo de naipes.
Otro punto clave es el financiamiento de la guerra y determinar si hubo alianza narcoterrorista. Aunque muchos analistas la dan por sentada, otros discrepan. Ellos argumentan que Sendero Luminoso parece haber sido pobre hasta el final; no compraron armas en el exterior y no aumentaron significativamente su poder de fuego. Por otro lado, una academia preuniversitaria habría financiado a la dirección y ese fue el hilo de la madeja que siguió la policía.
Por último, se plantea el tema de la rendición. ¿Por qué no continuaron la guerra después de la captura de Guzmán?
Aparentemente no había dirección de reemplazo en Sendero; habían caído muchos dirigentes y quienes quedaban no daban fuego como cuadros políticos. Ante sus carencias, Guzmán decidió replegarse para salvar a su organización. Pero no se ha arrepentido y piensa que las leyes de la historia conspiraron contra su proyecto. En ese momento, otros militantes de SL no aceptaron y tomaron la decisión de proseguir, origen de la facción que hasta ahora tiene presencia en el VRAE.
Treinta años después, muchos protagonistas aún están vivos y la mayor contribución que podemos hacer por la paz es recoger sus testimonios; contar los hechos y evitar que vuelvan a suceder. Tener presentes los temas de la CVR, cultivar la memoria y exorcizar, para sanar definitivamente.
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