Por Ramiro Escobar(Internacionalista)
Acertijo explosivo: Palma de Mallorca acaba de ser sacudida –el jueves 30– por un brutal atentado que ha matado a dos miembros de la Guardia Civil española. Un día antes, un coche-bomba estalló frente al cuartel de este cuerpo en Burgos, causando varios heridos. ¿Qué se ‘celebra’?
Los historiadores quizás adivinaron: ETA cumple 50 años.Aunque parezca increíble, la violencia del grupo armado vasco parece estar llegando a tal desvarío que, al cumplir su medio siglo, vuelve a escena con una cadena de atentados que son la cruel metáfora de su modo de entender una efeméride. Lo de Burgos, incluso, pudo ser una matanza ya que, a diferencia de otras veces, no hubo el ‘gentil’ aviso previo.
Uno mira España, toda Europa, y se pregunta, descabellado, ¿cómo es que aún subsiste, en medio de tanta modernidad, un movimiento de ideas y prácticas tan díscolas? Ya no existe ni el IRA irlandés, penúltimo espasmo de un modo feroz de resolver diferencias, que a pesar de un reciente rebrote se muestra más desplomado que el Muro de Berlín.
Pero Euskadi Ata Askatasuna (ETA, Patria Vasca y Libertad) continúa, friega, mata. Anuncia treguas incluso (la última comenzó en marzo del 2006 y terminó en diciembre del mismo año, con un coche bomba en el aeropuerto de Barajas) y luego se desdice.
La única explicación, al parecer, es que su persistencia está atada a un relato.Un relato que habla de la marginación del pueblo vasco a través de la historia, algo que tiene mucho de real y que en los tiempos de Franco alcanzó niveles de abuso notables (el ‘generalísimo’ suspendió el Estatuto de Autonomía Vasco).
Una narrativa, además, que trae el presente tradiciones antiquísimas y una lengua extraña, que no es de origen latín.Todo eso, siendo cierto, fue hiperbolizado a partir de 1959, cuando nace ETA en las aulas universitarias, y aún antes por vascos empeñados en afianzar su peculiaridad. Uno de ellos fue Sabino Arana (1865-1903), quien fue un ardoroso defensor del idioma y de la presunta superioridad de los vascos sobre los españoles (¿¿existe tal cosa??).
ETA es la depositaria armada de esas ideas, que circulan en formas felizmente más sublimadas por otros partidos políticos del País Vasco Y en su medio siglo de existencia ha matado –con crímenes selectivos o masivos, ni siquiera en combate– a más de 800 personas. ¿Ese es el precio que debe tener una porfiada cruzada por la identidad?
Lo peor de todo es que dicha obsesión independentista ha convertido a uno de los territorios más prósperos de Europa y del mundo (tercero en Índice de Desarrollo Humano, detrás de Islandia y Noruega), de deliciosas comidas y nobles gentes, en un foco del terror. Sitios tan hermosos como San Sebastián o Bilbao cargan con esa sombra.
Esta impronta ocurre, por último, cuando, tras décadas, hay un gobierno no nacionalista en Euskadi. Puede pensarse entonces que ETA se encuentra en un momento de debilidad y, por eso, alienta esta ola de atentados que la pone en vitrina, en coincidencia con su medio siglo de vida (y muerte). Qué infeliz cumpleaños, realmente.