Todo nace porque el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales
(Movadef), organización senderista, presentó ante el Jurado Nacional de
Elecciones 300 mil firmas (¿auténticas?) para inscribirse como partido
político.
Prensa y televisión han presentado un reducido grupo de
estudiantes como si fueran signo de una generación que se adhiere a
Sendero porque no conoce el pasado. Las cámaras de televisión han
mostrado, sin embargo, que los alumnos de San Marcos y los jóvenes de la calle rechazan al senderismo y lo identifican como terrorista.
Por lo visto, los estudiantes que condenan a Sendero Luminoso y al MRTA saben más sobre éstos que los adeptos del senderismo.
Soy profesor de tres cursos en San Marcos y puedo asegurar que en ese centro de estudios la abrumadora mayoría es ajena y contraria al senderismo.
No
creo que la organización de Abimael Guzmán constituya un peligro. En
las elecciones recientes se demostró que carece de arrastre. Walter
Humala, uno de sus líderes, no logró siquiera ser candidato en Ayacucho
Caretas
menciona el caso de Grimaldo Ordinola, cuadro del Movadef, quien el
2010 aspiró a la alcaldía de San Juan de Lurigancho y solo obtuvo el
0.22 por ciento de los votos.
Algunos de sus dirigentes
provinciales tentaron suerte, y no alcanzaron puesto alguno. Hay por ahí
un cuadro regional que logró su asiento con otras banderas.
Los
senderistas tienen una deuda de sangre con el pueblo peruano. La
izquierda peruana padece una larga lista de dirigentes sindicales,
campesinos, profesionales, victimados por el senderismo.
Igual que los asesinos del Grupo Colina,
para quienes también piden amnistía, los senderistas no vacilaban en
matar niños. Lo hicieron en Lucanamarca, por orden directa de Guzmán.
“Fue la propia Dirección Central la que planificó la acción”, declaró
“el presidente Gonzalo” en la llamada entrevista del siglo.
En la
aldea de Chungui, los senderistas mataron niños porque a veces el
hambre y la sed los hacían llorar y eso podía atraer a los represores.
Entre
mis recuerdos más hondos figura el asesinato de Luis Aguilar Romaní,
joven educador, filósofo y sociólogo, con estudios brillantes en Moscú.
Profesor de la Universidad Nacional del Centro. Había organizado en Huancayo
el Pueblo Joven Justicia, Paz y Vida. Los seguidores de Guzmán lo
mataron de nueve balazos en la cabeza, en la oficina del Decano de
Ciencias Sociales. Por revisionista. Sendero llamó a no asistir al
entierro. Acudió una multitud.
Ninguna autocrítica va a borrar esos crímenes. Pero sería bueno que los seguidores de “la cuarta espada de la revolución mundial” confesaran la verdad.
FUENTE: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director/el-cuco-de-sendero_103760.html