Las huellas profundas que han dejado en la sociedad las reformas emprendidas hace cuatro décadas por el gobierno militar son analizadas aquí por el historiador Nelson Manrique.
Por Edmundo Cruz
¿Un retroceso o una revolución? ¿Qué fue el gobierno militar de Velasco Alvarado?
–Fue el proceso de cambios más importante de la República. De 1821 a 1865 habíamos tenido solo presidentes militares y a lo largo del siglo XX unos pocos civiles. Vivíamos en una sociedad oligárquica. El poder lo detentaba una oligarquía asentada en la tierra. Las finanzas iban asociadas a terratenientes y gamonales del interior. En América Latina se aceptaba que cualquier cambio profundo en un país de la región pasaba por una revolución antioligárquica.
–¿Esa revolución llegó tarde a Perú?
–Definitivamente. Grupos revolucionarios populistas la llevaron a cabo en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México, el MNR en Bolivia, Aguirre Cerda en Chile. En el Perú esas fuerzas fueron tempranamente derrotadas. El Partido Socialista con la muerte de Mariátegui y la corriente ultraizquierdista del Partido Comunista que lo aisló y lo marginó. El Apra fue batida en la guerra civil del 32-33 y en la clandestinidad del 30 al 56. Campeaba el militarismo cerrado a la crítica, a la disidencia, al pensamiento libre y la transformación.
–¿Cómo así ese vacío lo intentó cubrir una dictadura militar?
–El gobierno de Velasco fue una dictadura militar atípica. Se preparó en los años 40 y 50. En 1940 éramos un país eminentemente serrano e indígena. El 67 por ciento de los 7 millones de peruanos vivíamos en la sierra. En ese momento se produjo una ruptura en la relación hombre-tierra. Quiero decir que la tierra agrícola existente ya no era suficiente, no alcanzaba.
–Habla de ruptura, ¿por qué?
–Porque la falta de tierras tuvo dos grandes impactos. Millones de personas abandonaron el campo, la tierra, y emigraron a las ciudades, a la costa, invadieron terrenos y formaron barriadas. Mientras, los que se quedaron en el campo desataron el más grande movimiento de toma de tierras entre el 56 y el 64, algo que no se veía desde los tiempos de Túpac Amaru. La reforma agraria de Velasco culminó ese proceso, pero ya las movilizaciones anteriores habían herido de muerte al latifundio. Los militares pedían cambios.
–Recuerdo que había consenso sobre la necesidad de los cambios.
–Sí, fue extraordinario, con excepción de la oligarquía todo el mundo los pedía. En 1958, vino la Misión Lebret (del dominico francés Joseph Lebret) y planteó la necesidad de una reforma del agro y del Estado, y de cambios estructurales profundos. La Democracia Cristiana fundada en 1956 bajo el padrinazgo de Bustamante y Rivero demandó lo mismo. Haya de la Torre se alió con Manuel Prado y poco más tarde con Manuel Odría. El espacio del centro dejado por el Apra al correrse a la derecha y aliarse con la oligarquía fue cubierto por los nuevos partidos de clase media todos los cuales exigían cambios: Acción Popular, Democracia Cristiana, Movimiento Social Progresista. Hasta los militares, con el CAEM (Centro de Altos Estudios Militares) como laboratorio de gestión gubernamental, concluyeron que la seguridad nacional e internacional tenía como prerrequisito la integración y esta era imposible sin desarrollo.
–En 1962, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas cuestionó la permanencia de la IPC (Internacional Petroleum Company) en La Brea y Pariñas.
–No solo eso. Hicieron la reforma agraria en el valle de La Convención y Lares y crearon el Instituto Nacional de Planificación. Pasó desapercibido, pero es claro que apuntaban no a un golpe de estado clásico, sino a un gobierno institucional de la Fuerza Armada que llevara a cabo reformas estructurales.Responsabilidad del Apra
–¿Por qué los partidos fueron incapaces de hacer esas reformas democráticas?
–En eso el Apra tiene una responsabilidad grande. Julio Cotler menciona la pregunta que le hizo a Haya de la Torre: ¿Por qué usted se alió con la oligarquía en lugar de hacer la revolución? Haya le respondió: Porque tuve un error de apreciación, pensé que la oligarquía era más fuerte. Asumiendo que era muy fuerte creyó que había que ser aceptable con ella. Increíble, en 1963, el Apra llevó en sus listas a los candidatos del Movimiento Democrático Peruano, el partido del banquero Manuel Prado, y en el Parlamento se alió con la Unión Nacional Odriísta. Es conocido también el encuentro de Haya de la Torre con Juan Gonzalo Rose en un coctel. Rose había sido aprista y fue perseguido. Haya lo reconoció y le dijo: “Usted fue aprista”. Rose le contestó: “Usted también”.
–Tampoco los partidos de izquierda cumplieron su papel…
–Es que eran partidos muy pequeños. El Partido Comunista estaba desprestigiado por su alianza con la oligarquía financiera (régimen de Manuel Prado) y su actitud contemplativa con el dictador Manuel Odría. El Movimiento Social Progresista contaba con excelentes intelectuales como los hermanos Salazar Bondy y profesionales promotores del Instituto de Estudios Peruanos, pero no tenía arraigo. Las organizaciones partidarias de la revolución armada, el MIR y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), montaron guerrillas pero fueron aplastadas rápidamente en 1965.
–Se dice que esas experiencias dejaron huella en la oficialidad.
–Cierto. Poco después Velasco Alvarado reconoció en un discurso que cuando salieron a reprimir a las guerrillas aplastaron a los guerrilleros pero se dieron cuenta de que estos tenían razón en términos de que la situación del país era insostenible y que los cambios eran necesarios. También en una entrevista concedida a César Hildebrandt, Velasco respondió que en el Perú era necesario hacer una revolución desde arriba para que no estallara la revolución desde abajo.Sendero y la reforma agraria
–Pero estalló Sendero Luminoso en 1980. ¿Qué hubiera pasado si Velasco no hubiera emprendido la reforma agraria?
–Con todas sus imperfecciones y defectos, el hecho de que en 1969 Velasco emprendiera una reforma agraria radical, le quitó base social a Sendero Luminoso. Creo que Sendero habría sido prácticamente incontrolable si no se hubiese hecho esa reforma agraria. Esa reforma agraria fue un elemento fundamental para que Sendero Luminoso no avanzara más allá de donde llegó. ¿Qué hace Sendero? ¿Intenta proseguir la reforma agraria incompleta bloqueada por la burocracia estatal? No. Sendero no quiere hacer una reforma agraria campesina democrática. Sendero más bien quiere convertirla en una guerra popular.
–A la luz del tiempo, ¿como analiza la nacionalización y estatización de los recursos estratégicos?
–Hay que poner esas medidas en el contexto de su época. Vistas con los ojos de hoy fue un tremendo error la estatización de todo, pero vale recordar que esa era la receta promovida en América Latina no solo por los partidos de izquierda, sino por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina, organismo regional de la ONU). La industrialización, las nacionalizaciones, la estatizaciones de los recursos estratégicos, la acumulación desde el Estado, esa era la receta clásica. Fue un error, pero fue un error que corresponde a su época.El fantasma actual del racismo
–La reforma de la empresa mediante la creación de las comunidades laborales fue una reforma singular del velasquismo.
–Cierto, las comunidades industrial, minera, pesquera, fueron una novedad, un intento de conciliación de clases, la ilusión de dar participación a los trabajadores en la gestión y en las utilidades. Carlos Delgado decía: cuando los trabajadores lleguen al 50 por ciento del capital el capitalismo habrá desaparecido porque la empresa ya no es de los capitalistas sino de los trabajadores. No es así y el fracaso de esto tiene que ver no solo con razones económicas sino étnicas.
–¿Cómo étnicas?
–Carmen Rosa Balbi, en una excelente investigación, entrevistó a muchos empresarios y encontró que se negaban a sentarse a discutir con los trabajadores no tanto por las reivindicaciones económicas sino porque suponía el trato con los cholos. No podían tratarlos en condiciones de igualdad. Para ellos era intolerable que esta gente estuviera en los directorios de las empresas. Creo que por esto Velasco se convirtió en la bestia negra de la burguesía.
–¿No eran reformas que afectaban el capital?
–Velasco trató de crear un capitalismo nacional, los Romero, Raffo, Brescia, prosperaron y se desarrollaron. Drasinower, Moraveco eran engreídos de la junta militar de gobierno. Velasco no era antiburgués, pero, como dirían nuestras abuelitas, con Velasco la gente se olvidó cuál era su lugar. Se alzaron los cholos.
EL MITO DE QUE VELASCO ARRUINÓ EL AGRO
El argumento de que la Reforma Agraria de Velasco Alvarado arruinó el agro peruano y que éste era una maravilla al momento que se dictó la ley, es un mito. Es lo que sostiene Nelson Manrique en su libro “Usted fue aprista”, próximo a aparecer. No es un decir. El autor rescata cifras oficiales y contundentes sobre rangos económicos básicos.
EXPORTACIONES
Los detractores de la reforma agraria afirman que ésta trajo abajo las exportaciones de productos agropecuarios. Las estadísticas oficiales indican lo contrario.Entre 1955 y 1969 la exportación de productos agropecuarios bajó de 45.1 millones de dólares a 16.3 millones. Las exportaciones se habían reducido a la tercera parte antes de la reforma y no después. En ese mismo periodo las exportaciones en general crecieron, pero ese crecimiento no lo alimentó el agro, sino las exportaciones pesqueras que subieron de 4.7 a 25.6 millones de dólares, y las mineras de 45 a 55 millones de dólares.