Ejecuciones durante la Revolucion Cultural China
Por Alfredo Barnechea
AREQUIPA Esos 60 años se dividen en dos grandes etapas: la primera, dominada por Mao, va de 1949 a 1978; la segunda, inspirada por Deng, de 1978 a la actualidad.Visto a la luz de la larga historia china, más que parte de la historia del marxismo, Mao forma parte de la historia del "Despotismo Hidráulico". Parece hecho en el molde de los emperadores que comenzaban, luego de períodos de caos, nuevas dinastías.
Su médico, Li Zhi-Sui, escribió "La vida privada del Presidente Mao", donde cuenta cómo le sembraban grandes campos de trigo por donde pasaba su tren -igual que Potemkin le sembraba aldeas a Catalina la Grande. Probablemente este libro, un devastador retrato de Mao, el rey-filósofo, o más bien el emperador-poeta, sea una de las obras capitales jamás escritas para entender la realidad espectral de los grandes dictadores. Ya muerto Mao, y después de la barbarie de la "revolución cultural" (celebrada en el mundo por gente tan brillante como Sartre), Deng logró variar el rumbo chino.
La estrategia inicial parece haber sido sorprendentemente simple: por un lado, crear "zonas económicas especiales" volcadas a la exportación y, por otro, sin privatizar de veras el campo, reducir lo que las comunas tenían que entregar al Estado (que siguió recibiendo sin embargo producción, con lo que pudo seguir subsidiando los precios urbanos y evitar levantamientos), y permitirles vender el resto a precios de mercado.Entre 1960 y 2007, China creció 6,2 por ciento por año. Sólo Bostwana, que creció 6,5 por ciento, supera a China.
Creció incluso más que los cuatro "dragones" (Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong), que crecieron 5 por ciento. La consecuencia de ese crecimiento es que China tenía el 2007 un producto nacional 17 veces más grande que el que tenía en 1960. 60 años son poco, casi nada, en una historia de al menos cinco milenios. China fue la primera civilización en crear un Estado. A comienzos del primer milenio de nuestra era, ya había inventado casi todo lo que, siglos más tarde, le permitió a Europa crear la Edad Moderna.
Sin embargo, China no creó esa edad, ahogada por el peso burocrático del sistema imperial.Ahora, con ese crecimiento, China está volviendo al lugar primogénito que tenía en el mundo antes de la Revolución Industrial. Ya supera a Alemania como la primera nación exportadora del planeta. La gigantesca deuda americana erosiona el poderío del único país capaz de disputar a largo plazo la hegemonía mundial.
Las proyecciones son que esa deuda era el año pasado 5,8 trillones (en el sentido americano del término), o 40,8 por ciento del producto, y sería el 2019 14,3 trillones, o 67,8 por ciento del producto. Ese año, Estados Unidos cruzaría el umbral crítico para un país que, de acuerdo al Fondo Monetario, es cuando se presta para pagar sólo los intereses de su deuda. ¿Mantendrá China el ritmo? 9 de 10 de sus habitantes es étnicamente Hun.
Tiene una homogeneidad cultural que le faltó, por ejemplo, a la desaparecida Unión Soviética. Sin embargo, a diferencia de su gran rival asiático, la India, no tiene empresas de calidad mundial. Ni, por supuesto, democracia, un sistema abierto y descentralizado, indispensable para operar en el mundo de Internet.Pero los chinos han demostrado enorme pragmatismo, serenidad milenaria para planificar los escenarios del futuro. Pocos países ilustran mejor lo que predijo en 1960 Daniel Bell en su libro "El fin de la ideología". Todo iba a reducirse, dijo, a "procedimientos de gestión".
Sintomáticamente, todos los miembros del Politburó son ingenieros.Muertas las "ideologías", en el sentido de "utopías", de explicaciones globales, "sistemáticas", del mundo, han desaparecido, ¿qué las ha reemplazado por doquier?En un lado, la búsqueda, el propósito de la "modernidad", léase el crecimiento. En el lado opuesto, una amalgama amorfa, necesariamente "a-sistemática", de "derechos humanos" y "ecología".Los países que se encaraman a la cima económica del mundo, los BRICs por ejemplo, China o Brasil, pueden dar por ahora la espalda a las exigencias del segundo de los lados. ¿Por cuánto tiempo?El Perú es también campo de batalla para esa confrontación.
Si no encontramos una solución inteligente a todos los proyectos donde se cruzan recursos naturales, intereses locales, presiones ambientales, disputas sobre la distribución de la "renta natural", la segunda de las nuevas "ideologías" podría paralizar el crecimiento. De cómo respondamos a esta encrucijada, que se repite en todo el mundo, dependerá si somos capaces de consolidar esta "ventana de oportunidad" que nos ha abierto el crecimiento de casi una década.Sendero quiso inspirarse en Mao y, como la revolución cultural, sólo trajo barbarie. Ahora los ingenieros que manejan China ofrecen un ejemplo diferente.
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