Haya De la Torre y Einsten
Mariátegui en Vitarte(1924¿?) posando junto a la imagen de Víctor Raúl Haya De La Torre
LIMA La sociología o las ciencias sociales marxistas fueron un fiasco proponiendo soluciones y siempre enarbolaron injustas premisas con Haya de la Torre. Lo interpretaron con desdén y lo hicieron realmente añicos en todas las publicaciones y cátedras de los 70, 80 e incluso los 90. "Procapitalista", "proimperialista", "reformista", "pequeñoburgués" y "caudillo antidemocrático". Fueron pocos los que se elevaron en esos años para escribir con objetividad sobre el autor de El Antiimperialismo y el APRA.
Los argumentos de sus críticos desde la izquierda se resumen en que Haya fue auroralmente revolucionario y después olvidó su pensamiento original. Además, lo comparaban con Mariátegui y cita tras cita, arqueología de textos, lo hacían parte de una comparación sin debate crítico en la que siempre ganaba el autor de los 7 Ensayos. Era raro reconocer en Haya algo positivo. Jorge Nieto, Hugo Neira y Carlos Franco -en su etapa posVelasco- lo hicieron. Imelda Vega y Pedro Planas exploraron mucho sobre el APRA y Haya, pero evitaban conclusiones subjetivas.
Un reciente libro de Nelson Manrique, historiador de la izquierda mar xista, ha vuelto a traer el debate sobre Haya. Es un texto repleto de fuentes interpretadas con los sesgos propios y expresiones de una persona que no tiene la más mínima objetividad ni con Haya ni con el APRA. Hace dos décadas este trabajo habría sido parte de un inmenso debate universitario, escribal y oral, muy mediático. Ahora es parte de un debate de muy pocos. Y con razón, ya que estamos en un país distinto, que reclama nuevos debates y otros enfoques -incluso- sobre temas de siempre. Incluso Haya como tema debe ser analizado novedosamente.
Pero el enfoque y la subjetividad con que se le trata en el texto referido son los mismos de hace tres décadas. Se escribe sobre Haya con lupa de los 70, con aroma y añoranza marxistas; es decir, lo mismo, en otra edición, pero sin novedad.
Los protagonistas y los episodios políticos al estudiarse deben contrastarse con el mundo real, deben ser analizados por quienes entiendan la política sin subjetividad ni ideologismos y teniendo en cuenta desafíos de una sociedad moderna que reclama nuevas respuestas. Para los intelectuales marxistas, que ensayaron, escribieron y fracasaron tanto en la política, el APRA siempre será un tema de revancha y Haya un personaje siempre inexplicable (inoportuno tal vez), al que se le mira desde la sombra. Al escribir, sin embargo, ninguno de ellos reconocerá por qué después de tantos años Haya acertó en el devenir del mundo globalizado, el valor de la democracia y la revolución permanente del conocimiento.
Los argumentos de sus críticos desde la izquierda se resumen en que Haya fue auroralmente revolucionario y después olvidó su pensamiento original. Además, lo comparaban con Mariátegui y cita tras cita, arqueología de textos, lo hacían parte de una comparación sin debate crítico en la que siempre ganaba el autor de los 7 Ensayos. Era raro reconocer en Haya algo positivo. Jorge Nieto, Hugo Neira y Carlos Franco -en su etapa posVelasco- lo hicieron. Imelda Vega y Pedro Planas exploraron mucho sobre el APRA y Haya, pero evitaban conclusiones subjetivas.
Un reciente libro de Nelson Manrique, historiador de la izquierda mar xista, ha vuelto a traer el debate sobre Haya. Es un texto repleto de fuentes interpretadas con los sesgos propios y expresiones de una persona que no tiene la más mínima objetividad ni con Haya ni con el APRA. Hace dos décadas este trabajo habría sido parte de un inmenso debate universitario, escribal y oral, muy mediático. Ahora es parte de un debate de muy pocos. Y con razón, ya que estamos en un país distinto, que reclama nuevos debates y otros enfoques -incluso- sobre temas de siempre. Incluso Haya como tema debe ser analizado novedosamente.
Pero el enfoque y la subjetividad con que se le trata en el texto referido son los mismos de hace tres décadas. Se escribe sobre Haya con lupa de los 70, con aroma y añoranza marxistas; es decir, lo mismo, en otra edición, pero sin novedad.
Los protagonistas y los episodios políticos al estudiarse deben contrastarse con el mundo real, deben ser analizados por quienes entiendan la política sin subjetividad ni ideologismos y teniendo en cuenta desafíos de una sociedad moderna que reclama nuevas respuestas. Para los intelectuales marxistas, que ensayaron, escribieron y fracasaron tanto en la política, el APRA siempre será un tema de revancha y Haya un personaje siempre inexplicable (inoportuno tal vez), al que se le mira desde la sombra. Al escribir, sin embargo, ninguno de ellos reconocerá por qué después de tantos años Haya acertó en el devenir del mundo globalizado, el valor de la democracia y la revolución permanente del conocimiento.
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