David Brooks Corresponsal Periódico La Jornada Domingo 11 de abril de 2010, p. 23 | ||||||
Nueva York, 10 de abril. Cinco días después de que el entonces secretario de Estado Henry Kissinger rescindió una orden diplomática que expresaba la oposición estadunidense al complot de asesinatos internacionales de la Operación Cóndor se cometió el peor atentado terrorista en Washington (sólo superado por el del 11 de septiembre de 2001), cuando estalló una bomba en el automóvil del ex canciller chileno Orlando Letelier en 1976. | ||||||
La Operación Cóndor fue una iniciativa coordinada por los servicios secretos de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y otros países de Sudamérica, cuyo propósito era rastrear y eliminar a los opositores a los regímenes militares.Según un documento oficial estadunidense, obtenido y revelado hoy por vez primera por la organización pro transparencia gubernamental National Security Archive (NSA), Kissinger ordenó anular instrucciones giradas por él a los embajadores estadunidenses en el Cono Sur para que advirtieran a los jefes de las juntas militares que Washington se oponía a planes para llevar a cabo “asesinatos internacionales”. El cable diplomático, fechado 16 de septiembre de 1976 y enviado por Kissinger a su secretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos Harry Shlaudeman, declaraba que el secretario “ha instruido que no se proceda con más acción sobre ese asunto”. Esa orden suspendía una iniciativa de altos diplomáticos estadunidenses, aprobada por Kissinger sólo tres semanas antes, para comunicar a los gobiernos militares de Chile, Argentina y Uruguay que Estados Unidos estaba “profundamente preocupado” por “planes para asesinar subversivos, políticos y figuras prominentes dentro de las fronteras nacionales de ciertos países del Cono Sur y en el extranjero”. Este cable del 16 de septiembre respondía a un comunicado secreto del 30 de agosto de 1976 de Shlaudeman titulado Operación Cóndor, el cual avisaba a Kissinger: “lo que estamos intentando evitar son asesinatos internacionales que podrían dañar seriamente la imagen y reputación mundial de los países involucrados”. Pero con la orden de Kissinger, de suspender ese esfuerzo, el 20 de septiembre su subordinado Shlaudeman giró instrucciones a los embajadores estadunidenses del Cono Sur de “no tomar más acción”. Al día siguiente estalló una bomba en un automóvil en Washington, matando a Letelier y a su asistente estadunidense Ronni Karpen Moffitt, en lo que sería el atentado más conocido de la Operación Cóndor. Peter Kornbluh, analista sobre Chile del NSA, comentó que ese cable “es la pieza perdida del rompecabezas histórico sobre el papel de Kissinger en la acción e inacción del gobierno estadunidense después de enterarse de los complots de asesinatos de Cóndor. Ahora sabemos qué ocurrió”. Subraya que, sin explicación, Kissinger detuvo una acción diplomática del Departamento de Estado, cuyo objetivo era tratar de detener la implementación del complot. “La cancelación por Kissinger de esa advertencia a las naciones del Cóndor anuló la entrega de una protesta diplomática que, es concebible, podría haber disuadido un acto de terrorismo en Washington DC”. La Operación Cóndor fue una iniciativa coordinada por los servicios secretos de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y otros países de Sudamérica, cuyo propósito era rastrear y eliminar a los opositores a los regímenes militares. En documentos oficiales estadunidenses obtenidos y difundidos por NSA, se revelan los argumentos de los encargados de la política hacia América Latina en el Departamento de Estado sobre la iniciativa de asesinatos de Cóndor. En un cable diplomático secreto firmado por Kissinger y enviado el 23 de agosto de 1976, se instruye a los embajadores en las naciones participantes en la Operación Cóndor a reconocer la utilidad de la coordinación de “información de seguridad e inteligencia” ante fuerzas “subversivas”, pero a la vez expresa alarma sobre “asesinatos planeados y dirigidos por los gobiernos” de Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay, y que ello podría tener “implicaciones serias”. Por tanto, se sugiere que se exprese a los más altos niveles de dichos gobiernos que aunque Estados Unidos considera “útil” esa coordinación ante “actividades subversivas en la región”, perpetrar asesinatos “crearía un problema moral y político muy serio” que intensificaría “la crítica pública mundial de los gobiernos involucrados”. Más aún: las instrucciones iniciales eran que los embajadores estadunidenses expresaran que Estados Unidos no tenía la intención de aconsejar a esos gobiernos cómo controlar sus problemas de seguridad, pues cometer los homicidios provocaría críticas, dañaría la imagen internacional de esas naciones y dificultaría el apoyo estadunidense ante la opinión pública. De hecho, en el caso de Argentina el diplomático debía expresar que Washington estaba preparado para “realizar intercambios periódicos de información sobre el nivel general y los modos de actividades comunistas y otros terroristas en el hemisferio y otras partes”. Pero lo anterior mientras se expresaba la preocupación estadunidense ante el complot de asesinatos dentro y fuera de estos países bajo Cóndor. Fueron éstas las instrucciones que finalmente fueron anuladas por Kissinger cuando decidió, aún no se sabe por qué, no comunicar la preocupación de Washington a los países de la Operación Cóndor. El cable de Kissinger del 16 de septiembre de 1976, más otros documentos oficiales estadunidenses relacionados con esa coyuntura en torno a Cóndor y Estados Unidos, se pueden revisar en www.gwu.edu/~nsarchiv/index.html |
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lunes, 26 de abril de 2010
Kissinger anuló orden contra atentados internacionales de la Operación Cóndor El atentado que costó la vida al ex canciller chileno Letelier se cometió cinco días después
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