domingo, 20 de noviembre de 2011

Soras (Ayacucho): El Expreso de la Muerte I



Recuerdo que cuando vi Collateral su trama me pareció de lo más inverosímil. No me resultaba creíble que el asesino a sueldo que encarna Tom Cruise fuese recorriendo en taxi las calles de Los Angeles y haciendo escalas para asesinar a los individuos de su lista negra. Así que cuando escuché la historia del Expreso Cabanino no podía creer que algo así hubiera podido suceder fuera de una película.
Viajo a Soras con un equipo de antropólogos forenses de Comisedh (Comisión de Derechos Humanos). Van a recabar más información antes de seguir exhumando las fosas comunes que aún quedan por abrir en este pueblo de Sucre. El viaje es largo. 11 horas zigzagueando por caminos de tierra y piedra donde en un descuido te precipitas al abismo. Recorremos un paisaje familiar hasta Cangallo. Y desde allí, pasando por Querobamba, atravesamos el inhóspito escenario de la puna hasta llegar a Soras.
Soras es un pequeño pueblo enclavado en un valle, de casas de adobe y con una iglesia colonial que se cae a trozos en su plaza. Es un lugar donde dan ganas de pasar una temporada. Solo. Descansando. Conversando con sus pobladores. Y perdiéndose por las montañas que lo rodean. Aunque, en cuanto uno conoce su historia se da cuenta de que se trata de otro pueblo de pasado sangriento, habitado por fantasmas que gritan pidiendo justicia desde debajo de la tierra. Conversando con algunos de sus habitantes, me llama la atención su mirada. Parecen compartir un rasgo en común. Un rastro de tristeza. Como si sus ojos mirasen hacia dentro. Y siguieran buceando en un pasado aún demasiado doloroso para ser olvidado.
A lo largo de la historia, Soras ha ofrecido siempre una feroz resistencia al invasor. Así sucedió con los incas y más tarde con los españoles. No es de extrañar por lo tanto que se opusieran también al nuevo orden promovido por Sendero. Desde aquí, sus pobladores llegaron a organizar a muchos de los distritos de los alrededores para enfrentarse a los senderistas. Y pagarían el precio por ello.
Todo empieza la noche del 26 de noviembre del 83. Un grupo de senderistas incursiona en Soras. Sacan en plena noche a tres de las autoridades. Y los ajustician en la plaza. Delante de todos. Esperaban que el ejemplo fuera suficiente para someter a la población. Pero no fue así. Los pobladores de Soras siguieron resistiendo.
La noche del 16 de julio del 84, el Expreso Cabanino llega a Soras proveniente de Lima a su hora acostumbrada. Los pobladores tienen organizados puestos de vigía por si llegan los senderistas. Pero lo que no pueden sospechar es que van a llegar a bordo de un autobús. Y menos aún que lo van a hacer disfrazados de militares. Antes de llegar a Soras, ya han pasado por varios poblados. Y han arrasado a su paso. Se calcula que a lo largo de ese siniestro viaje, Sendero asesinó a más de cien personas.
Iban comandados por el Camarada José. El mismo que hoy día sigue levantado en armas en el VRAE tras oponerse al acuerdo de paz alcanzado por Guzmán con el gobierno de Fujimori. El grupo que lidera se hace llamar el Partido Comunista del Perú. Y no Sendero Luminoso. Reconocen a Guzmán como el camarada que inició la lucha armada. Pero no como el Presidente Gonzalo. Para ellos, Guzmán es un traidor.
La población de Soras pasó así de ser un pueblo próspero a un pueblo olvidado por todos. El conflicto armado truncó su progreso. Muchos de sus habitantes abandonaron una fértil producción agrícola y ganadera para entregarse al alcohol y a la desidia. Ahora los soreños esperan a que exhumen los cadáveres de las últimas fosas y que se construya un mausoleo donde sus muertos puedan yacer finalmente en paz. Con suerte, cuando eso suceda, Soras podrá pasar esta trágica página de su historia y empezar a vivir de nuevo.
A lo largo de esta semana que voy a pasar aquí espero ir encajando las piezas de esta sangrienta historia.
Publicado por Luis Cintora

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