Por: Martín Santiváñez Vivanco
En el Perú nos hemos acostumbrado al poder absoluto de una nefasta argolla intelectual que promociona indiscriminadamente panfletos doctrinarios, libelos subalternos y una ruma de papel marrón destinada a los anaqueles del más perfecto olvido. Me viene a la mente, por ejemplo, la estéril disputa seudoacadémica que desató el folletín del señor Nelson Manrique sobre el liderazgo de Haya de la Torre. Un escrito basado en la hermenéutica sesgada y tosca de un viejo rival político difícilmente es defendible desde el punto de vista científico. Sin embargo, el vómito negro de su hipótesis fue ampliamente reseñado por la parvada de mediocres que dominan la vida cultural peruana, lacayos peligrosos que imprimen sus miserias y transforman la carencia mental de doxa en episteme.
Sucede todo lo contrario con el libro que hoy tengo entre manos, una de esas pequeñas joyas que bregan contra la corriente de lo políticamente correcto. Se trata de un compendio de ensayos correctamente redactados en torno al pensamiento de Bartolomé Herrera, una de las mentes más lúcidas que ha dado este país. Lo indignante es que Bartolomé Herrera y su tiempo, obra liderada por Fernán Altuve-Febres Lores, factótum del tradicionalismo peruano, no ha desatado entre nuestros comisarios del pensamiento la histeria colectiva que provocaron, hace unos meses, las sosas invectivas de Manrique a la transformación programática y el olfato político del fundador del aprismo.
¿Qué pasa con el Perú? ¿Por qué somos tan rácanos con el que no piensa como nosotros? Urge quebrar el gran muro del favoritismo y retornar a una discusión veraz y humilde sobre los grandes problemas del país, los pactos que precisa nuestro Estado, las políticas que tenemos que aplicar sin que medie la ideología.
De lo contrario, reforzaremos la falacia de creer que todo lo bueno, puro y santo ha de recibir, siempre, el imprimátur del Santo Oficio izquierdista. La mafia que se apoderó de la Universidad Católica, el cártel que pontifica desde el púlpito profano de los medios de comunicación y esos falsos Prometeos que pululan en el agostado panorama cultural peruano, tarde o temprano, rendirán el fortín. Contemplaremos su caída. Y ella será la obra magna de una nueva generación formada en el espíritu crítico del Real Convictorio de San Carlos, en la peruanidad del claustro sanmarquino novecentista, y en el ejemplo solidario de las Universidades Populares.
Entonces, sólo entonces, la soberanía de la inteligencia se impondrá a la dictadura de la mediocridad. Hay pensamiento en la orilla opuesta. Hay pensamiento y brillan las ideas. Un resplandor de este nuevo amanecer estalla en este libro, injustamente postergado. Un libro que habla de Patria, Dios, orgullo y autoridad. Un libro que refleja, por fin, la grandeza del Perú.
Sucede todo lo contrario con el libro que hoy tengo entre manos, una de esas pequeñas joyas que bregan contra la corriente de lo políticamente correcto. Se trata de un compendio de ensayos correctamente redactados en torno al pensamiento de Bartolomé Herrera, una de las mentes más lúcidas que ha dado este país. Lo indignante es que Bartolomé Herrera y su tiempo, obra liderada por Fernán Altuve-Febres Lores, factótum del tradicionalismo peruano, no ha desatado entre nuestros comisarios del pensamiento la histeria colectiva que provocaron, hace unos meses, las sosas invectivas de Manrique a la transformación programática y el olfato político del fundador del aprismo.
¿Qué pasa con el Perú? ¿Por qué somos tan rácanos con el que no piensa como nosotros? Urge quebrar el gran muro del favoritismo y retornar a una discusión veraz y humilde sobre los grandes problemas del país, los pactos que precisa nuestro Estado, las políticas que tenemos que aplicar sin que medie la ideología.
De lo contrario, reforzaremos la falacia de creer que todo lo bueno, puro y santo ha de recibir, siempre, el imprimátur del Santo Oficio izquierdista. La mafia que se apoderó de la Universidad Católica, el cártel que pontifica desde el púlpito profano de los medios de comunicación y esos falsos Prometeos que pululan en el agostado panorama cultural peruano, tarde o temprano, rendirán el fortín. Contemplaremos su caída. Y ella será la obra magna de una nueva generación formada en el espíritu crítico del Real Convictorio de San Carlos, en la peruanidad del claustro sanmarquino novecentista, y en el ejemplo solidario de las Universidades Populares.
Entonces, sólo entonces, la soberanía de la inteligencia se impondrá a la dictadura de la mediocridad. Hay pensamiento en la orilla opuesta. Hay pensamiento y brillan las ideas. Un resplandor de este nuevo amanecer estalla en este libro, injustamente postergado. Un libro que habla de Patria, Dios, orgullo y autoridad. Un libro que refleja, por fin, la grandeza del Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario