Mujer firma en el libro de condolencias de Zapata en la Habana
Madrid - Humberto Montero
La dictadura de los Castro hostiga a la familia del disidente cubano para silenciar las honras fúnebres / Rodeados de agentes del régimen, familiares y disidentes enterraron ayer al último héroe por la libertad en Cuba.
Con sólo 11 meses de vida, Yeikol Reyes ya conoce la brutalidad del régimen cubano. Yeikol se convirtió ayer, aunque fuera por unas horas, en el preso político más joven del mundo. Entre sollozos, encerrado en la comisaría de la Policía Nacional Revolucionaria de Banes, descubrió junto a sus padres, Ramón e Inima, que ha nacido esclavo de los hermanos Castro. No fue el único. Yoandri, de dos años, y Bianka, de tres, compartieron con él su encierro bajo los lúgrubres muros de las dependencias policiales. Su delito: acompañar a sus padres, Yoandri y Gertrudis, al entierro de Orlando Zapata Tamayo, el humilde mártir cubano muerto tras una agónica huelga de hambre de 85 días. Vecinos de Banes, todos ellos trataban de acercarse al domicilio de Reina Luisa Tamayo, madre de Orlando, para acompañar al cortejo fúnebre. Nunca lograron llegar.
Acorralados por los agentes del castrismo, que rodeaban aún ayer la vivienda de Reina Luisa, fueron detenidos y trasladados a comisaría. Los niños fueron arrebatados a sus padres sin explicación alguna y encerrados en las dependencias de 7:30 de la mañana a 5 de la tarde. Casi diez horas bajo el arresto de una de las dictaduras más brutales que perduran en pleno siglo XXI. Yeikol (casi un bebé), Yoandri y Bianka, traumatizados por una experiencia que quizá jamás olviden, sueñan ya con una Cuba en libertad, con el final de la satrapía de los hermanos Castro.
Marta Díaz Rondón, amiga de todos y de Reina Luisa, vecina también de Banes, narró ayer a LA RAZÓN todos los acontecimientos que sacudieron esta plácida localidad de 90.000 habitantes, tomada por las fuerzas represoras. Convertida en involuntaria reportera de este diario, Marta veló durante toda la madrugada el cadáver de Orlando Zapata junto a otros treinta familiares y amigos, entre ellos los disidentes Marta Beatriz Roque, Laura Poyán y Vladimiro Roca, cuya valentía es comparable a la del nuevo héroe de la auténtica revolución que temen los Castro: la de la libertad por Cuba.
Desde primeras horas de la noche, cuando los teléfonos dejaron de sonar, este pequeño grupo de patriotas –como ellos mismos se definen– comenzó a entonar una cadena de oración que sólo interrumpieron a las 7:15 de la mañana. Después de entonar el himno de Cuba y contemplar el rostro orgulloso de Zapata, sin un atisbo de aflicción tras los siete años de torturas en la prisión Kilo 8 de Camagüey y los 85 días de ayuno, los treinta valientes de Banes, provincia oriental de Holguín, cerraron el ataúd y enfilaron la calle hacia el cementerio Sur.
Pese a que el camposanto queda a poco más de un kilómetro del domicilio familiar de Orlando Zapata, la Policía castrista forzó a los disidentes a trasladar en coche el féretro, imposición a la que el cortejo accedió al comprobar que la intensa lluvia caída durante la noche había enfangado por completo las calles de Banes.
Armados con dos gladiolos [símbolo de las Damas de Blanco, las mujeres de los 75 presos de la «Primavera Negra» de 2003] e imágenes de Orlando, el grupo desafió el hostigamiento de los agentes y emprendió una marcha a la que se fueron uniendo decenas de vecinos entre salvas a este albañil de piel cobriza que luchó toda su vida contra el odio.
«¡Vivan los derechos humanos!», «¡Abajo la dictadura!», «¡Zapata vive en nuestros corazones!», «¡Libertad!» o «Allá están los asesinos», señalando a las fuerzas de la dictadura, fueron los gritos que casi dos centenares de personas, la mayoría jóvenes vecinos, entonaron en el silencio sepulcral que envolvía la lluviosa mañana.
Junto a la madre, tres de los cuatro hermanos –uno de ellos se quedó destrozado en La Habana, roto por el dolor de no tener valor para enterrar al mayor de todos ellos– su padrastro, José Ortiz Molina, varias decenas de autoridades del Estado y cuatro altos oficiales militares llegados de Holguín para tomar buena nota de todos los presentes durante el cortejo. Y de los otros 50 disidentes que esperaban dentro del cementerio. Hubieran sido muchos más si la tiranía castrista no hubiera desatado otra de sus oleadas de detenciones para evitar el multitudinario homenaje que merecía Orlando Zapata.
A las 8:00 de la mañana, el féretro se deslizó suavemente hacia la tumba. Cubierto siempre por la bandera de Cuba.
De los blogueros a la prensa oficial del régimen
Si la represión contra los blogueros, que ejercen un periodismo alternativo en la isla, era común en el régimen castrista, la muerte de Orlando Zapata la ha incrementado considerablemente. La autora del blog más conocido (Generación Y), Yoani Sánchez, aseguró a Efe que el miércoles fue detenida temporalmente cuando iba camino a la sede de las Damas de Blanco, para firmar el libro de condolencias por la muerte de Zapata. Además de ella, al menos 50 disidentes han sido detenidos en los últimos días o forzados a quedarse en sus casas para evitar que fueran al velatorio y el entierro en Banes, lugar de residencia de la familia. En la página web del órgano oficial del régimen, el diario «Granma», no se ha dedicado ni una línea a la muerte del albañil. Es más, incluso obvia la declaración que hizo el miércoles el general Raúl Castro cuando lamentó el fallecimiento de Orlando.
Con sólo 11 meses de vida, Yeikol Reyes ya conoce la brutalidad del régimen cubano. Yeikol se convirtió ayer, aunque fuera por unas horas, en el preso político más joven del mundo. Entre sollozos, encerrado en la comisaría de la Policía Nacional Revolucionaria de Banes, descubrió junto a sus padres, Ramón e Inima, que ha nacido esclavo de los hermanos Castro. No fue el único. Yoandri, de dos años, y Bianka, de tres, compartieron con él su encierro bajo los lúgrubres muros de las dependencias policiales. Su delito: acompañar a sus padres, Yoandri y Gertrudis, al entierro de Orlando Zapata Tamayo, el humilde mártir cubano muerto tras una agónica huelga de hambre de 85 días. Vecinos de Banes, todos ellos trataban de acercarse al domicilio de Reina Luisa Tamayo, madre de Orlando, para acompañar al cortejo fúnebre. Nunca lograron llegar.
Acorralados por los agentes del castrismo, que rodeaban aún ayer la vivienda de Reina Luisa, fueron detenidos y trasladados a comisaría. Los niños fueron arrebatados a sus padres sin explicación alguna y encerrados en las dependencias de 7:30 de la mañana a 5 de la tarde. Casi diez horas bajo el arresto de una de las dictaduras más brutales que perduran en pleno siglo XXI. Yeikol (casi un bebé), Yoandri y Bianka, traumatizados por una experiencia que quizá jamás olviden, sueñan ya con una Cuba en libertad, con el final de la satrapía de los hermanos Castro.
Marta Díaz Rondón, amiga de todos y de Reina Luisa, vecina también de Banes, narró ayer a LA RAZÓN todos los acontecimientos que sacudieron esta plácida localidad de 90.000 habitantes, tomada por las fuerzas represoras. Convertida en involuntaria reportera de este diario, Marta veló durante toda la madrugada el cadáver de Orlando Zapata junto a otros treinta familiares y amigos, entre ellos los disidentes Marta Beatriz Roque, Laura Poyán y Vladimiro Roca, cuya valentía es comparable a la del nuevo héroe de la auténtica revolución que temen los Castro: la de la libertad por Cuba.
Desde primeras horas de la noche, cuando los teléfonos dejaron de sonar, este pequeño grupo de patriotas –como ellos mismos se definen– comenzó a entonar una cadena de oración que sólo interrumpieron a las 7:15 de la mañana. Después de entonar el himno de Cuba y contemplar el rostro orgulloso de Zapata, sin un atisbo de aflicción tras los siete años de torturas en la prisión Kilo 8 de Camagüey y los 85 días de ayuno, los treinta valientes de Banes, provincia oriental de Holguín, cerraron el ataúd y enfilaron la calle hacia el cementerio Sur.
Pese a que el camposanto queda a poco más de un kilómetro del domicilio familiar de Orlando Zapata, la Policía castrista forzó a los disidentes a trasladar en coche el féretro, imposición a la que el cortejo accedió al comprobar que la intensa lluvia caída durante la noche había enfangado por completo las calles de Banes.
Armados con dos gladiolos [símbolo de las Damas de Blanco, las mujeres de los 75 presos de la «Primavera Negra» de 2003] e imágenes de Orlando, el grupo desafió el hostigamiento de los agentes y emprendió una marcha a la que se fueron uniendo decenas de vecinos entre salvas a este albañil de piel cobriza que luchó toda su vida contra el odio.
«¡Vivan los derechos humanos!», «¡Abajo la dictadura!», «¡Zapata vive en nuestros corazones!», «¡Libertad!» o «Allá están los asesinos», señalando a las fuerzas de la dictadura, fueron los gritos que casi dos centenares de personas, la mayoría jóvenes vecinos, entonaron en el silencio sepulcral que envolvía la lluviosa mañana.
Junto a la madre, tres de los cuatro hermanos –uno de ellos se quedó destrozado en La Habana, roto por el dolor de no tener valor para enterrar al mayor de todos ellos– su padrastro, José Ortiz Molina, varias decenas de autoridades del Estado y cuatro altos oficiales militares llegados de Holguín para tomar buena nota de todos los presentes durante el cortejo. Y de los otros 50 disidentes que esperaban dentro del cementerio. Hubieran sido muchos más si la tiranía castrista no hubiera desatado otra de sus oleadas de detenciones para evitar el multitudinario homenaje que merecía Orlando Zapata.
A las 8:00 de la mañana, el féretro se deslizó suavemente hacia la tumba. Cubierto siempre por la bandera de Cuba.
De los blogueros a la prensa oficial del régimen
Si la represión contra los blogueros, que ejercen un periodismo alternativo en la isla, era común en el régimen castrista, la muerte de Orlando Zapata la ha incrementado considerablemente. La autora del blog más conocido (Generación Y), Yoani Sánchez, aseguró a Efe que el miércoles fue detenida temporalmente cuando iba camino a la sede de las Damas de Blanco, para firmar el libro de condolencias por la muerte de Zapata. Además de ella, al menos 50 disidentes han sido detenidos en los últimos días o forzados a quedarse en sus casas para evitar que fueran al velatorio y el entierro en Banes, lugar de residencia de la familia. En la página web del órgano oficial del régimen, el diario «Granma», no se ha dedicado ni una línea a la muerte del albañil. Es más, incluso obvia la declaración que hizo el miércoles el general Raúl Castro cuando lamentó el fallecimiento de Orlando.
Hubo un tiempo en que las escasas frases fueron recogidas por la web oficial «cubadebate.cu», portal del régimen en el que Fidel Castro publica regularmente sus «reflexiones». Sin embargo, según informó ayer «El Nuevo Herald» de Miami, esta información desapareció poco después de la página de internet y de hecho la información no se divulgó a continuación en la televisión y la radio pública. En esa web oficial se publicó ayer un artículo de opinión en el que se leía que «Zapata fue asesinado por la contrarrevolución».
FUENTE:
http://www.larazon.es/noticia/3568-zapata-recibe-sepultura-bajo-un-verdadero-estado-de-sitio
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