domingo, 11 de abril de 2010

El papel de Stalin

Antonio Zapata*

En marzo de 1953 murió José Stalin, el jerarca soviético que definió el curso del comunismo internacional durante el siglo XX. Como heredero de la revolución de octubre, Stalin concibió la utopía comunista moderna. A la muerte de Lenin en 1924, accedió al poder absoluto en la URSS. Luego de duras luchas internas liquidó a sus rivales, deportó y asesinó a Trotski y fusiló a la vieja guardia bolchevique, en las purgas de Moscú de mediados de los treinta.

Detrás de Stalin emergieron las viejas fuerzas orgánicas del nacionalismo zarista. La autocracia y el despotismo se hicieron presentes, dominando al Partido Comunista de la Unión Soviética. Para ganar el poder político, Stalin manejó la tesis del “socialismo en un solo país”, derrotando a los trotskistas cuya línea era claramente internacionalista. La orientación de Stalin llevó a medidas draconianas, que no respetaban la voluntad de la población rusa, como por ejemplo la colectivización forzosa del campo. Esta iniciativa expresaba la decisión del líder máximo de sacrificar a una generación, para construir el sistema que él creía necesario.

Por su parte, el movimiento comunista internacional fue organizado como prolongación del PC ruso. Mientras que el enorme atractivo del marxismo occidental se fundaba en una propuesta de carácter universal, dirigida a todos los seres humanos, superando las fronteras gracias a valores presentes en cada sociedad, como justicia y solidaridad. Ese llamado universal fue aprisionado por el molde estalinista y, trastocado como pretexto, encubrió los intereses nacionales de Rusia, presentada como la patria del socialismo mundial.

Stalin despreció la teoría y concibió un marxismo de manual. Olvidó la sofisticación de la dialéctica y elaboró una receta que postulaba la lucha de clases como único motor de la historia. Esa doctrina de manual fue llamada “marxismo-leninismo” y sirvió para justificar a la burocracia soviética. Era una versión a su medida.

El “marxismo-leninismo” llegó al Perú al comenzar los años 1930, una vez muerto José Carlos Mariátegui y electo Eudocio Ravines como secretario general del naciente PCP. Hasta entonces, el movimiento popular había sido organizado por el anarcosindicalismo, habiendo atravesado una etapa muy creativa, donde formó una conciencia clasista y desarrolló una contracultura popular. Al declinar el anarcosindicalismo en los 1920, surgieron dos proyectos rivales: el APRA y el comunismo.

Como el comunismo quedó atrapado por el manual estalinista, el liderazgo pasó al APRA, que mantuvo mayor diálogo con el país y sus necesidades sociales. Mientras que el PC se volvió muy dogmático y continuamente orbitando alrededor de Rusia soviética.

A mediados de siglo, en forma progresiva, el radicalismo peruano fue encuadrado por el estalinismo. Así resulta más fácil de entender el origen de Sendero Luminoso. Fueron fieles a ese catecismo. El manual postula que la violencia es la partera de la historia y que la lucha de clases debe guiar al militante comunista. A ese planteamiento se aferraron los maoístas, cuando rompieron con Moscú comenzando los sesenta y reclamaron para sí el legado estalinista. Por ello, para Sendero, la fuente de inspiración se halla en Stalin, retomado por el Mao de la revolución cultural.

Fue una lástima que el movimiento popular acabara conducido por un catecismo ramplón. Tanto la impotencia de IU como la violencia desmedida de Sendero obedecen a aplicaciones distintas y opuestas del mismo manual. Por el contrario, la futura recuperación de las izquierdas ha de superar esa vieja receta, que no se apaga sola, sino que se reproduce ahí donde se forma una burocracia radical.

*Docente de la UNMSM (Perú)   facultad de Ciencias Sociales.
 Ideologicamente se autodefine como marxista.

FUENTE:http://www.larepublica.pe/sucedio/07/04/2010/el-papel-de-stalin

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