Autor: Dr. José Luis Sánchez Fernández, España
Fuente: https://alberkrip.wordpress.com/2010/02/02/angel-sanz-briz/
La emisora Antena 3 Televisión, de España, emitió un completísimo documental de investigación periodística sobre la figura del diplomático español Angel Sanz Briz.
El documental -impecablemente realizado por el periodista Fernando González Gonzo-” profundiza en la figura y en la labor heroica de este hombre, llamado “el Oskar Schindler español””, el cual, como hicieron diplomáticos de otros países, destinados en distintos lugares de la Europa ocupada por los nazis, hizo todo lo que estuvo en su mano para rescatar del horror de la Shoá a cuantas personas pudo (recordemos, entre otros, al sueco Raúl Wallenberg, al suizo Karl Lutz o al japonés Senpo Sugihara).
A través del testimonio de personas salvadas por Sanz Briz entrevistadas en España, Hungría e Israel, el periodista Fernando González reconstruye el corto período de tiempo del año 1944 en que el diplomático español, con la inestimable ayuda del italiano Giorgio Perlasca, logró arrebatar a la maquinaria nazi de la muerte, instalada en Hungría y dirigida por alguien tan eficaz” como Adolf Eichmann, a 5.200 personas que, aún hoy, no olvidan a su salvador.
Casi desconocido en España, a Angel Sanz Briz se le considera un héroe en Hungría y es un Justo entre las Naciones” en Yad Vashem de Israel.
Angel Sanz Briz nació en Zaragoza el día 28 de septiembre de 1910, hijo de Felipe Sanz y de Pilar Briz. La familia paterna era conocida por una larga tradición de dedicación al comercio en la región de Aragón, y la familia materna era de honda raigambre militar.
Nuestro personaje tuvo cuatro hermanos: Felipe, Mariano, que también fue diplomático, Alfonso y Pilar. Pese a la tradición familiar, decidió estudiar Derecho, finalizando su licenciatura en 1932, y al año siguiente ingresó en la Escuela Diplomática de Madrid, donde finalizó sus estudios en junio del año 1936, un mes antes de que se iniciara la Guerra Civil española.
Durante la contienda, tomó partido por los sublevados y se alistó voluntario en las tropas franquistas como conductor de camiones en el Cuerpo de Ejército marroquí. En ese mismo conflicto armado y en el mismo bando combatió el que, años más tarde sería su colaborador en Budapest, el italiano Giorgio Perlasca, que formaba parte del Cuerpo de Tropas Voluntarias” enviado por el dictador Benito Mussolini para ayudar al general Francisco Franco.
Finalizada la Guerra Civil, Angel Sanz Briz recibió su primer destino como diplomático, siendo nombrado, en el año 1939, encargado de Negocios en El Cairo, la capital egipcia.
En este destino permaneció hasta 1943, en que fue nombrado secretario de la Embajada Española en Budapest, bajo las órdenes del diplomático Miguel Ángel de Muguiro. Éste, al igual que hicieron otros diplomáticos españoles repartidos por la Europa ocupada, como José Ruiz Santaella y Federico Oliván en Berlín, Juan Palencia en Sofia, Bernardo Rotllán de Miota en Vichy, Sebastián Romero Radigales en Atenas y José de Rojas en Bucarest, no pararon de enviar al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid, detallados informes que explicaban las acciones de los nazis contra la población judía en los diferentes puntos de Europa en los que estaban destinados, informando, también, en forma detallada, de los transportes forzados con destino a algunos puntos de Polonia” de donde no volvían.
Ante el silencio -administrativo-” recibido como respuesta desde Madrid, estos diplomáticos españoles utilizaron la ley del año 1924, aprobada durante el Gobierno dictatorial del general Miguel Primo de Rivera, que concedía, automáticamente, la nacionalidad española a todo aquel judío sefardí que lo solicitara, para intentar salvar a judíos sefaradim en los países en donde estaban.
Así, Santaella y Oliván consiguieron rescatar del campo de concentración de Bergen-Belsen a 625 sefaradim. Rotllán de Miota transfirió al Marruecos español a 2.000 judíos que vivían en la Francia dependiente del Gobierno títere de Vichy, presidido por el mariscal Petáin. Romero Radigales envió a Turquía, que era un país neutral, a 500 sefaradim griegos, y para ello, no dudó en enfrentarse con el todopoderoso embajador alemán en Atenas.
Por último, y en una acción típica del quijotismo español, el diplomático José de Rojas hizo colocar en las casas de los sefaradim residentes en Bucarest un cartel con una inscripción que era casi un reto para los alemanes y para las autoridades rumanas que decía: “Aquí vive un español””.
Lo que los nazis no sabían y, al parecer, en Madrid habían olvidado, es que la Ley sobre los sefaradim de 1924, había quedado invalidada en 1931, con el advenimiento de la Segunda República Española y el fin de la Monarquía del rey Alfonso XIII y de su dictador Primo de Rivera.
Lo que diferencia a Angel Sanz Briz de los otros diplomáticos mencionados, es que extendió la protección diplomática española a cualquier judío, independientemente de que fuera sefardí o askenazí.
En la primavera de 1944, el poderoso ejército alemán ocupó militarmente el territorio de Hungría anulando, de hecho, la autoridad del Gobierno filonazi del almirante Horthy, que gobernaba desde la década de 1920.
Adolf Eichmann en persona se desplazó a Budapest para hacerse cargo de “la Solución Final”” del medio millón de judíos húngaros, que hasta ese momento habían vivido más o menos tranquilos.
Las autoridades alemanas forzaron tanto al viejo dictador que éste, tras entrevistarse con Hitler, acabó suicidándose. Eichmann, convertido en el amo de Hungría, nombró un Gobierno títere dirigido por Ferenc Szalasy, líder del Partido Nazi Húngaro llamado de la “Cruz Flechada” que consiguió, finalmente, el poder absoluto en el país tras un golpe de Estado, apoyado por Alemania, naturalmente, que tuvo lugar el 15 de octubre de 1944.
Antes de esa fecha, el 22 de mayo de 1944, el alto comisionado español en Marruecos recibió una solicitud de las comunidades judías de Tánger y Tetuán, en donde muchos judíos húngaros habían hallado refugio, para que España autorizara el traslado de 500 niños, desde Budapest hasta Tánger, acompañados por 70 adultos. Miguel Ángel de Muguiro puso tanto empeño en ello, logrando que los niños llegaran a Suiza, que el Gobierno húngaro lo declaró “persona non grata””.
Por otra parte, el curso de la guerra hizo que el Gobierno español lo repatriara, y convirtiera la Embajada en Budapest en una simple Legación Diplomática, que puso bajo el mando del secretario, convertido en encargado de Negocios, Angel Sanz Briz.
Nuestro hombre, con 32 años, tuvo que enfrentarse al período mas horrible del terror nazi en Hungría, que coincidió con la llegada de los “cruzflechados”” al poder, pero, a diferencia de su antecesor, decidió que su labor no llamara tanto la atención, realizándola de forma más discreta y mejor planificada. Su primera actividad fue la concesión automática del pasaporte español a los escasamente 200 sefaradim residentes en Hungría.
Consciente de que las autoridades alemanas y húngaras conocían que, oficialmente, sólo podía dar protección a esas 200 personas, Angel Sanz Briz se las ingenió para emitir documentos españoles a todo judío que lo solicitó.
El truco estaba en que ninguno de los documentos emitidos tenía un número de serie mayor del 200 pero, al mismo tiempo, ningún documento era repetido. Para ello, creó sucesivas series de documentos que siempre finalizaban en el número 200 de forma que, por ejemplo, el documento con número de serie 168, menor de 200, existía en forma de A-1/168, A-2/168, A-3/168, y así sucesivamente.
De esta forma, y ante el silencio cómplice del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid, pudo emitir 5.200 documentos diplomáticos que protegían a familias enteras.
Para evitar que dos documentos de protección del mismo número y de distinta serie fueran detectados por los nazis, alquiló varios edificios en Budapest en donde alojar a los titulares de dichos documentos encargándose, a veces a cargo de su propio bolsillo, de darles cobijo, alimentación y cuidados médicos, y enviando, siempre que podía, a pequeños grupos hacia España a través de Suiza.
Para mantener a los nazis lejos de los edificios en donde estaban acogidos los judíos, Sanz Briz ordenó colocar en la puerta de cada uno de ellos la bandera española y una placa, escrita en alemán y húngaro, que decía: “Anexo a la Legación de España. Edificio Extraterritorial””.
Las pocas veces que los nazis húngaros intentaron penetrar en alguno de los edificios protegidos, fueron detenidos por una protesta diplomática formal ante el Ministerio húngaro de Negocios Extranjeros, por intento de violación del territorio español.
La labor de Angel Sanz Briz hubiera sido mucho más difícil sin la insustituible colaboración del italiano Giorgio Perlasca.
Este se presentó a Sanz Briz esgrimiendo un documento firmado por el capitán general de la región de Cataluña, certificando su heroica participación en la Guerra Civil española y garantizando la protección a su persona del Gobierno español.
Dado que Italia había pasado al bando de los aliados en 1943, tras la destitución y arresto de Mussolini, la situación de Giorgio Perlasca en el Budapest controlado por los alemanes era, cuanto menos, delicada. Por ese motivo acudió a la Legación española en busca de protección.
Angel Sanz Briz le concedió un pasaporte español y, transformado en don Jorge Perlasca, se convirtió en las manos de Sanz Briz, -dado que éste debía mantener las formas diplomáticas-” para no acabar como su antecesor en el cargo.
Giorgio Perlasca, con un desparpajo y una sangre fría increíbles, y en nombre del Gobierno de España, se paseó por cárceles y estaciones de tren y, documento de protección diplomática española en mano, llamaba por su nombre a aquellos que, -oficialmente convertidos en españoles-”, iban a ser acogidos en las casas de protección de Sanz Briz.
Su valor llegó hasta tal extremo, que consiguió hacer bajar de un tren destinado a Auschwitz a varias personas, llamándolas desde un vehículo que enarbolaba una bandera española.
En diciembre de 1944, ante el curso de la guerra, la Cancillería española decidió cerrar su Legación Diplomática en Budapest y repatriar a Angel Sanz Briz.
Giorgio Perlasca, en otro alarde de valor casi suicida, consiguió que las autoridades alemanas y húngaras no llegaran a enterarse del cierre de la Legación Española, suplantando al encargado de Negocios en sus funciones y manteniendo operativas todas las casas de acogida. Autoproclamándose embajador de España en Hungría, mantuvo el statu quo” hasta el 16 de enero de 1945, fecha en que las primeras unidades del Ejército soviético penetraron en la capital húngara.
En esa misma fecha, Perlasca desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. Desconozco de qué forma pudo volver a Italia, en donde se hallaba cuando finalizó la guerra en Europa, el 8 de mayo de 1945.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Angel Sanz Briz, a diferencia de su homólogo japonés, Senpo Sugihara, pudo proseguir con su labor profesional como diplomático de carrera, en lugares tan dispares como San Francisco, Washington, Lima, Berna, Guatemala, La Haya y Bruselas.
En el año 1973, cuando España estableció relaciones diplomáticas con la República Popular de China, el cargo de primer embajador fue encomendado a nuestro hombre, entonces un diplomático de dilatada experiencia.
En 1976 fue nombrado embajador de España ante la Santa Sede y allí, en Roma, le sorprendió la muerte el 11 de junio de 1980.
En 1991, el Gobierno de Israel reconoció su labor, otorgándole la dignidad y el título de “Justo entre las Naciones””, inscribiendo asimismo su nombre en el muro del Bosque de los Justos de Jerusalén.
Más tarde, el 16 de octubre de 1994, se descubrió una placa conmemorativa en uno de los edificios, situado frente al Parque de San Esteban de Budapest, en donde acogió a judíos, bajo la protección española. En la misma fecha se le concedió, a título póstumo, la Medalla de la Orden del Mérito de la República de Hungría. En España, donde es muy poco conocido, se emitió un sello de Correos con su efigie, en una serie dedicada a los derechos humanos.
Su ciudad natal, Zaragoza, lo proclamó “Hijo Predilecto” en el año 1977, puso su nombre y su busto de bronce en una pequeña plaza, y en el barrio zaragozano de Casetas, el Instituto de Enseñanza Secundaria lleva su nombre.
Como se ve, es muy poco para recordar al hombre que consiguió salvar del monstruo nazi a 5.200 personas, pero quizás sea indiferente, puesto que “quién salva a un hombre, salva al mundo entero””.
Para aquellos lectores que deseen aproximarse al horror de aquellos cuatro meses finales de 1944, les recomiendo ver las películas siguientes:
-“La caja de música”” (1989) del director Constantin Costa Gavras, protagonizada por Jessica Lange y Armin Mueller Stahl, en dónde se describe la brutalidad de las milicias de la “Cruz Flechada” húngara.
- “El cónsul Perlasca”” (2002) del director Alberto Negrín, protagonizada por Luca Zingaretti, que narra las actividades de don Jorge Perlasca antes y después de la marcha de Budapest de Angel Sanz Briz.
Ángel Sanz Briz, el angel de Budapest
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