Por Antonio Zapata
No pensaba participar del debate por la reciente publicación del libro de Nelson Manrique sobre el APRA. Mi experiencia indica que las relaciones suelen resentirse; como personalmente valoro excepcionalmente a Manrique había pensado no arriesgar ese vínculo. Pero, me ha sorprendido el tono excepcionalmente correcto y bien educado como se desarrolla la discusión con Martín Tanaka y entonces he decidido exponer mi parecer.
Pienso que es un libro importante, que ha de ser fundamental en los futuros estudios de historia política peruana. Pero, por otra parte, encuentro dificultades para aceptar el argumento que ata todo el texto. Me explico.
Una de las cualidades principales del libro de Manrique es la fina dialéctica entre el partido y su líder carismático. Pocos libros pretenden estudiar la historia completa del principal partido político peruano. Menos lo hacen en relación a la biografía de Haya. Manrique realiza conexiones imprescindibles, que son poco conocidas y nos ofrece un razonamiento contundente. Por otro lado, está muy bien escrito y la redacción es amena. El lector que lo emprende llega a su término sin haberse fatigado.
Sin embargo, como decía, encuentro que el argumento no es del todo convincente. Pienso que Manrique opone el libro fundamental de Haya, El antiimperialismo y el APRA, a la historia concreta del partido. En suma, el sujeto histórico que nos retrata Manrique aparece como la contradicción entre un mensaje inicial y una práctica posterior plagada de desviaciones.
Ante este argumento sólo caben dos posibilidades. La primera es que el autor esté férreamente de acuerdo con el libro inicial. Es decir, en este caso, que Manrique se mueva en el horizonte intelectual y político abierto por el libro del antiimperialismo de Haya y que esa sea la razón para su rechazo al movimiento práctico posterior. Esa ha sido la opinión de Javier Valle Riestra, quien ha sostenido que Manrique es aprista, puesto que participaría de la comunidad política fundada en el libro de Haya.
Pero, no me parece cierto. Lo conozco personalmente y sé que Manrique nunca ha sido aprista. Mi apreciación es más simple. En este caso, pienso que Manrique conocía la conclusión antes de comenzar el texto. Su sujeto de estudio no lo ha sorprendido ni tampoco le guarda la mínima empatía. Por ello, Manrique ya sabía que la historia concreta del APRA estaba plagada de virajes sin fin.
En su vida política, el autor ha enfrentado al tipo de movimiento que estaba estudiando. Al igual que yo, Manrique ha sido siempre militante de izquierda y su experiencia es la lucha y oposición contra el APRA derechizada de los 50 y 60. Es más, el epígrafe inicial resalta que su mismo padre fue uno de los fieles apristas desengañados.
De este modo, al conocer la historia concreta e interpretarla como un conjunto de traiciones, el ejercicio intelectual consiste en manejar el antiimperialismo como exégesis, que opone sus conceptos a la vida real del partido y su líder. La trayectoria vital del Haya de Manrique es una traición contra su libro juvenil. Como constructo intelectual, Manrique ha empleado el antiimperialismo como los protestantes usan la Biblia, contrastando sus enseñanzas morales con el comportamiento disoluto de la grey.
Por ello, el argumento es militante y combativo, permitiendo reforzar las convicciones izquierdistas. Pero, sólo se enfoca en los defectos del APRA; sin ofrecer una explicación de sus virtudes políticas. No las presenta y algunas habrá de tener, digo yo. Si no fuera así, ¿por qué se mantiene por 80 años como un partido de masas bien organizado, mientras nosotros permanecemos dispersos?
No pensaba participar del debate por la reciente publicación del libro de Nelson Manrique sobre el APRA. Mi experiencia indica que las relaciones suelen resentirse; como personalmente valoro excepcionalmente a Manrique había pensado no arriesgar ese vínculo. Pero, me ha sorprendido el tono excepcionalmente correcto y bien educado como se desarrolla la discusión con Martín Tanaka y entonces he decidido exponer mi parecer.
Pienso que es un libro importante, que ha de ser fundamental en los futuros estudios de historia política peruana. Pero, por otra parte, encuentro dificultades para aceptar el argumento que ata todo el texto. Me explico.
Una de las cualidades principales del libro de Manrique es la fina dialéctica entre el partido y su líder carismático. Pocos libros pretenden estudiar la historia completa del principal partido político peruano. Menos lo hacen en relación a la biografía de Haya. Manrique realiza conexiones imprescindibles, que son poco conocidas y nos ofrece un razonamiento contundente. Por otro lado, está muy bien escrito y la redacción es amena. El lector que lo emprende llega a su término sin haberse fatigado.
Sin embargo, como decía, encuentro que el argumento no es del todo convincente. Pienso que Manrique opone el libro fundamental de Haya, El antiimperialismo y el APRA, a la historia concreta del partido. En suma, el sujeto histórico que nos retrata Manrique aparece como la contradicción entre un mensaje inicial y una práctica posterior plagada de desviaciones.
Ante este argumento sólo caben dos posibilidades. La primera es que el autor esté férreamente de acuerdo con el libro inicial. Es decir, en este caso, que Manrique se mueva en el horizonte intelectual y político abierto por el libro del antiimperialismo de Haya y que esa sea la razón para su rechazo al movimiento práctico posterior. Esa ha sido la opinión de Javier Valle Riestra, quien ha sostenido que Manrique es aprista, puesto que participaría de la comunidad política fundada en el libro de Haya.
Pero, no me parece cierto. Lo conozco personalmente y sé que Manrique nunca ha sido aprista. Mi apreciación es más simple. En este caso, pienso que Manrique conocía la conclusión antes de comenzar el texto. Su sujeto de estudio no lo ha sorprendido ni tampoco le guarda la mínima empatía. Por ello, Manrique ya sabía que la historia concreta del APRA estaba plagada de virajes sin fin.
En su vida política, el autor ha enfrentado al tipo de movimiento que estaba estudiando. Al igual que yo, Manrique ha sido siempre militante de izquierda y su experiencia es la lucha y oposición contra el APRA derechizada de los 50 y 60. Es más, el epígrafe inicial resalta que su mismo padre fue uno de los fieles apristas desengañados.
De este modo, al conocer la historia concreta e interpretarla como un conjunto de traiciones, el ejercicio intelectual consiste en manejar el antiimperialismo como exégesis, que opone sus conceptos a la vida real del partido y su líder. La trayectoria vital del Haya de Manrique es una traición contra su libro juvenil. Como constructo intelectual, Manrique ha empleado el antiimperialismo como los protestantes usan la Biblia, contrastando sus enseñanzas morales con el comportamiento disoluto de la grey.
Por ello, el argumento es militante y combativo, permitiendo reforzar las convicciones izquierdistas. Pero, sólo se enfoca en los defectos del APRA; sin ofrecer una explicación de sus virtudes políticas. No las presenta y algunas habrá de tener, digo yo. Si no fuera así, ¿por qué se mantiene por 80 años como un partido de masas bien organizado, mientras nosotros permanecemos dispersos?
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