Por Martín Tanaka
Acaba de aparecer el libro Chungui. Violencia y trazos de memoria (Lima, IEP-COMISEDH-DED), del antropólogo ayacuchano y estupendo retablista Edilberto Jiménez. El texto reconstruye la historia de Chungui durante los años del conflicto armado interno sobre la base de testimonios recogidos e ilustrados por el autor; recorriendo sus páginas uno no puede sino emparentar a Jiménez con Guamán Poma de Ayala. Al valor etnográfico y artístico del libro se suman visiones más analíticas propuestas por el propio Jiménez, junto a las de Carlos Iván Degregori y Abilio Vergara.
Chungui es un distrito de la provincia de La Mar en Ayacucho; según la CVR, fue el distrito donde la violencia fue más intensa y atroz. Se registraron 1384 víctimas entre muertos y desaparecidos, un 17% de la población total registrada en el censo de 1981. El informe de la CVR y otras publicaciones ya han dado cuenta de lo ocurrido en Chungui, pero concuerdo con Víctor Vich cuando dice que este quizá sea el libro más contundente publicado sobre la violencia política hasta el momento.
Chungui es un distrito de la provincia de La Mar en Ayacucho; según la CVR, fue el distrito donde la violencia fue más intensa y atroz. Se registraron 1384 víctimas entre muertos y desaparecidos, un 17% de la población total registrada en el censo de 1981. El informe de la CVR y otras publicaciones ya han dado cuenta de lo ocurrido en Chungui, pero concuerdo con Víctor Vich cuando dice que este quizá sea el libro más contundente publicado sobre la violencia política hasta el momento.
Aproximarse a este tema es muy complicado: las cifras y análisis son fríos, las imágenes y testimonios desgarradores. Este libro permite entrar partiendo del análisis antropológico para llegar al dolor de las personas de carne y hueso, a través del arte de los dibujos de Jiménez. Su trazo limpio nos permite acercarnos a horrores que de otra manera serían intolerables.
El relato de Jiménez da cuenta del surgimiento de Sendero utilizando la escuela pública como espacio de adoctrinamiento, de cómo se impone a sangre y fuego (literalmente) en las comunidades, de lo brutal y equivocada de la respuesta estatal a la insurgencia, de cómo luego surgen las rondas y comités de autodefensa que replican la lógica brutal e impositiva del ejército y los senderistas, de cómo en medio de esto la vida se degrada, al punto que diversos actores utilizan la guerra como pretexto para el pillaje, el robo de ganado, el despojo de tierras, delitos sexuales, e incluso formas de semiesclavitud. De cómo las imposiciones del senderismo se hacen intolerables, y la población se vuelca al apoyo de las fuerzas del orden. De cómo hubo también ronderos y militares “más humanos”.
El relato de Jiménez da cuenta del surgimiento de Sendero utilizando la escuela pública como espacio de adoctrinamiento, de cómo se impone a sangre y fuego (literalmente) en las comunidades, de lo brutal y equivocada de la respuesta estatal a la insurgencia, de cómo luego surgen las rondas y comités de autodefensa que replican la lógica brutal e impositiva del ejército y los senderistas, de cómo en medio de esto la vida se degrada, al punto que diversos actores utilizan la guerra como pretexto para el pillaje, el robo de ganado, el despojo de tierras, delitos sexuales, e incluso formas de semiesclavitud. De cómo las imposiciones del senderismo se hacen intolerables, y la población se vuelca al apoyo de las fuerzas del orden. De cómo hubo también ronderos y militares “más humanos”.
Nos habla de las terribles secuelas de la guerra, de la necesidad de atender hoy prioritariamente distritos como Chungui. Así, el libro permite, a partir de un caso emblemático, mirar todas las dimensiones de lo ocurrido. De necesaria lectura para quienes aún hoy tienen miradas simplistas y para los jóvenes que no tienen memoria de esos años.
Como dice Degregori en el prólogo, los peruanos tenemos una deuda con Chungui. Un primer paso sería atender a Daniel Juárez Huamán, su alcalde distrital; hoy que hablamos de inclusión, de aumentar el gasto público, deberíamos empezar por lugares como Chungui, como Putis.
Como dice Degregori en el prólogo, los peruanos tenemos una deuda con Chungui. Un primer paso sería atender a Daniel Juárez Huamán, su alcalde distrital; hoy que hablamos de inclusión, de aumentar el gasto público, deberíamos empezar por lugares como Chungui, como Putis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario